La ahora primera autoridad regional dijo que se siente acosado judicialmente
En el mes de abril, los magistrados Julio César Chucuya Zaga, Jackeline Luza Cáceres y Shirlay Bazilka, presidirán el juicio en contra del gobernador regional Walter Aduviri Calisaya, debido al conflicto conocido como “aymarazo” que se produjo en el 2011, por el rechazo de la actividad minera en la zona sur de Puno.
MAGISTRADOS A CARGO
Los jueces tendrán que determinar si existe o no responsabilidad en el exlíder aymara, por la quema y saqueo de instituciones públicas y privadas en mayo de 2011, entre ellas la Sunat y el almacén de Aduanas.
Como se recuerda, en dicha fecha el exdirigente encabezó las movilizaciones en representación de las comunidades aymaras que rechazaron las concesiones mineras en el sur de la región.
ANTECEDENTES
Cabe recordar que los jueces Roger Istaña, Víctor Calisaya y Yéssica Condori condenaron a Aduviri como autor mediato, por el delito de disturbios, a siete años de cárcel, por los hechos de violencia registrados contra instituciones públicas y privadas. Dicho fallo lo confirmó la Sala Penal de Apelaciones.
Sin embargo, la Corte Suprema consideró que hubo vulneración de derechos y anuló la sentencia, ordenando un nuevo juicio que iniciará en el mes de abril próximo.
JUICIO
Trascendió que Aduviri ya no podrá ser procesado como autor mediato, por lo que el Ministerio Público tendrá que replantear su acusación, lo que representaría una ligera ventaja legal para la defensa de la autoridad puneña.
Sabiendo esto, Aduviri señaló que “no se correrá”, pero dijo que se siente acosado judicialmente, porque, pese a no existir pruebas en su contra, sigue siendo un perseguido, porque representaría la voz de las comunidades que rechazan todo tipo de explotación minera.
Por su parte, el alcalde puneño Martín Ticona, y ahora exabogado de Walter Aduviri, dijo que no hay pruebas que acrediten la responsabilidad de su expatrocinado y que solo le encontraron responsabilidad dogmática; sin embargo, el representante aymara deberá defenderse en el sillón de los acusados.
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