Francisco Edén Gonzáles
Brasil. Buscar culpables sería ocioso. Apuntar el dedo acusador no tiene lugar, cuando la realidad dicta la repetitiva sentencia que provoca la derrota de un equipo peruano a nivel internacional, en este caso la Copa Libertadores.
Inobjetable e indiscutible fue el 3-0 que le propinó Palmeiras a Melgar, en el marco de la segunda fecha del Grupo “F”. El dominó sintió en carne propia esa impotencia de verse sometido a un rival que sin apretar el acelerador, hizo lo necesario para cosechar la victoria.
Individual y colectivamente perdido, el rojinegro, literalmente, hizo lo humanamente posible para tratar de rescatar un resultado positivo que con el correr de los minutos se fue diluyendo, para dar paso a un escenario futbolísticamente de pesadilla.
Deambulando entre la ansiedad, la indecisión y la vehemencia, la estrategia defensiva del técnico del rojinegro, Jorge Pautasso, fue un obstáculo que se fue resquebrajando con una propuesta que los brasileños labraron con paciencia, hasta calar en el endeble muro mistiano.
Felipe Melo en el primer tiempo, y Ricardo Goulart y Deyverson en el complemento, fueron los encargados de materializar un dominio medianamente superior, pero con ese ingrediente de eficacia para cristalizar su segunda victoria consecutiva de una Libertadores que esperan ganar.
Técnica y tácticamente hay muy poco por desmenuzar en un Melgar que antes de que terminara el partido, volteó la página de una historia con triste final. Esos rostros adustos y de impotencia solo cambiarán si el domingo, por la Liga 1, logran su primera victoria a costa de Universitario.
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