Columnista: Irma Colquehuanca Usedo
Hace algunos días juramentó el nuevo y flamante, pero sobre todo, “paritario” Gabinete del Solar. La presencia del otrora intérprete de Pantaleón Pantoja, como primer ministro, Premier, jefe de ministros o presidente del Consejo de Ministros [como guste llamarlo usted] le han generado mil y un señalamientos; desde gente común y silvestre, que se pregunta “a quién le ha ganado ‘Don Panta’ para merecer ese cargo”; hasta los más técnicos que arguyen que “Del Solar tiene un máster en Comunicación y Negociación Intercultural de la Universidad de Syracuse, en Nueva York”.
Vengan de donde vengan las críticas, constructivas o destructivas, creemos perspicazmente que el jefe de Estado pretende darle una buena lavada de cara [obvio, como lo haría Pin Pon, con agua y con jabón] a la alicaída aceptación popular que está teniendo su gobierno. Con esta finalidad se estaría apostando [y por qué no, usando] la tan mentada “Equidad de Género”, como lo hizo Ollanta en el 2011.
Veamos, a nombre de la equidad género, nuestro mandatario ha designado en nueve carteras ministeriales a valiosas mujeres, que le dan peso y sostén a la Paridad Política. Pero, ¿por qué urge la paridad? Responderemos esa pregunta con una arenga feminista: “¡Somos la mitad, queremos paridad!”.
Clarifiquemos la situación, la participación activa de la mujer en el ámbito político peruano, le ha permitido obtener derechos y servicios reconocidos por el Estado; por ejemplo: gozar de licencia por maternidad y con derecho de haber en sus centros laborales o que se le brinde asesoría jurídica y psicológica gratuita en el Centro de Emergencia de Mujer (CEM); por ende, si contamos con un gabinete paritario, ello le aseguraría a la mujer peruana mayor representación en el poder ejecutivo [O por lo menos en el sentido ideal, así tendría que ser].
No cabe duda que, gracias a la cuota de género y la paridad política, algunas mujeres desde sus escaños congresales o sus carteras ministeriales, han emprendido una crítica directa a la hegemonía masculina, lo que les ha permitido ganar espacios para la mujer. La pregunta es: ¿PARA TODAS LAS MUJERES? De las más de seis millones de mujeres peruanas que trabajan, el 78.4% se encuentra en el sector de la economía informal [sin seguro de salud, permiso de maternidad o subsidios por enfermedad].
Y la situación se pone peor aún, pues mientras el mandatario nacional intenta convertirse en un pseudo aliado para la mujer peruana, poniéndonos un “gabinete paritario”, nos mete de contrabando [y a rajatabla] la política nacional de competitiva y productividad, que no hace otra cosa que intensificar el modelo extractivista y precarizar las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras y campesinas.
Y la pregunta que salta a continuación es: a ellas, a las mujeres pobres de los sectores marginales y rurales [las invisibles] ¿quién las representa? Es hora de sacarle la careta a la paridad sin conciencia de clase, ni de género; porque para defender a una mujer, no basta con ser mujer.
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