Columnista: Néstor Pilco Contreras
Durante la segunda mitad del Siglo XIX, según el censo de 1876, después de Áncash, Puno fue el segundo departamento más poblado del Perú, con una población de 256 mil 594 habitantes, y estaba dividido administrativamente en 7 provincias (Cercado, Chucuito, Lampa, Azángaro, Carabaya, Huancané y Sandia).
El distrito de Puno, capital de la provincia del Cercado, tenía una población de 7919 habitantes (4 mil 747 indígenas, 2 mil 407 mestizos y 765 raza blanca) y estaba dividida en 16 parcialidades, llamadas: Mañazo, Checca, Aruma, Huaraya, Paxa, Chimu, Chulluni, Manto, Ycho, Tunuguiri, Aillaguaya, Aguallani, Ojerana, Cuchuchuni, Culta y Huallalani.
La introducción de los medios tecnológicos, como la navegación a Vapor en el Lago Titicaca y el Ferrocarril del Sur al departamento, alteró en gran medida la vida cotidiana de la población puneña, dinamizando las actividades comerciales, de comunicación y servicios con el departamento de Arequipa principalmente, y la hoy República Plurinacional de Bolivia. No obstante, este suceso perjudicó la dinámica interna de las renombradas ferias andinas de Vilque, Pucará, Rosaspata y Yunguyo.
Por otro lado, sin duda, unos de los hechos de mayor relevancia durante el Siglo XIX, fue la infausta Guerra del Pacífico o también llamada “Guerra del Guano y el Salitre”, donde Puno tuvo una participación significativa, en vista que era uno de los departamentos más poblados y con muy buena presencia de recursos económicos agropecuarios.
Del informe del prefecto del departamento de Puno, Hipólito Valdez, de fecha 6 de marzo de 1880, publicado en el periódico “El Ciudadano”, se conoce que, en materia de defensa militar –a principios del conflicto– se organizó y envió desde esta ciudad al teatro de la guerra (zona de conflicto), dos batallones llamados de “Gendarmes” y “Victoria” de 700 y 500 plazas respectivamente. Además, indica que “pronto se enviará el Regimiento ‘2 de mayo’, mientras en las capitales de provincias se vienen organizando los batallones Azángaro, Lampa y Carabaya”.
De la misma manera, se conoce que los empréstitos, donativos pecuniarios y contribuciones, fueron la orden del día para equipar y movilizar el ejército nacional. Parte de estos requerimientos coadyuvaron, según el informe de Valdez, para la manutención y custodia de los 176 prisioneros chilenos del “Rímac”, que llegaron a la región Puno.
Los donativos acopiados a principios de 1880 –según el informe del mencionado prefecto–, fueron 537 reses, 1113 ovejas, 675 llamas, 2.442 chalonas, 67 quintales charque y otros artículos de subsistencia, de los que en su mayor parte fueron enviados al cuartel general de Arica, por intermedio del subprefecto de Tarata. “También se han recolectado 27 bestias mulares y 26 caballares, los mismos que fueron distribuidos a los comandantes de guerrillas de Ilave, Juli y Pomata”, se añade.
Durante este tiempo, la zona sur del departamento sufrió una fuerte militarización, con el establecimiento de Comandancias Militares, con dos finalidades: impedir el acceso de invasores al territorio puneño, y establecer puntos estratégicos de traslado de alimentos. Es por ello que en Santa Rosa (hoy distrito de la provincia de Ilave, con su capital Mazocruz) se estableció una comandancia militar, con la finalidad de acopiar víveres y brindar auxilio al ejército del Sur.
Finalmente, concluye el prefecto Valdez señalando que dejó en la tesorería diez mil setecientos setenta y seis soles ochenta centavos [S. 10. 776 80 ctv.] en metálico, un gran contingente de reses, ovejas y otros víveres para el ejército de Arica y un Batallón próximo a marchar a su destino.
Comentario sobre post