Por César Millán, el “Encantador de perros”
Últimamente tengo la impresión de que en el clima reinante de lo «políticamente correcto», muchos de nosotros hemos llegado a la conclusión de que no está bien actuar como líderes de nuestras mascotas. Hemos pasado del extremo autoritario y caduco en el que los animales sólo existían para hacer lo que nosotros les mandásemos, a otro igualmente dañino en el que éstos son considerados nuestros iguales en cualquier ámbito de nuestra vida.
Con esto no pretendo decir que seamos mejores que los animales en ningún aspecto o forma. ¡Por supuesto que no! Somos, simplemente, distintos. Pero hay una razón muy clara de por qué necesitamos controlar a nuestras mascotas y es porque somos nosotros quienes las hemos introducido en nuestro mundo, y no al revés. Los hemos incluido en un universo de peligros desconocidos para ellos: suelos de asfalto, vehículos móviles, cables eléctricos y grandes edificios.
Todo en nuestro mundo les es extraño. Por supuesto que con nuestra guía pueden aprender a navegar en él sin correr riesgos; pueden acostumbrarse a esta clase de vida, e incluso vivir felices. Pero aun así, no es el modo en que la Madre Naturaleza pretendía que vivieran, y nunca lo será.
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