Columnista: Abel Rodriguez
Con el tipo de aberraciones (económicas, sociales, culturales) que se ha impuesto al Perú desde los mismos años en que se escribió la actual Constitución Política del 1993 (hija de la barbarie del autogolpe y de la dictadura de Alberto Fujimori, nacida en una época hilvanada por el corrupto, criminal e infame Vladimiro Montesinos), por supuesto, es necesaria una nueva Constitución Política. Un nuevo libro de las máximas políticas de nuestro país.
¿Una nueva Constitución Política? ¿Pero qué tonterías escribe este? ¿Pero si hubo un referéndum que la aprobó? ¿Pero si fue democrática? Falso. Fue una votación manipulada. El pueblo votó de miedo a las masacres, a la guerra ciega que por entonces se daba, votó contra el terror, votó de miedo. Votó dando vivas al Chino y dando mueras al recién capturado Abimael Guzmán. No votó en favor de la aprobación del contenido de tal Constitución. Votó en agradecimiento, aliviado de que los cochebombas, las torturas, las desapariciones, al fin, cesaran.
Recordemos. El golpe de estado se da en abril del 1992. En septiembre de este mismo año se da la captura de Guzmán. Al siguiente año, 1993, se promulga la nueva Constitución escrita por un Congreso Constituyente fujimorista y se da un referéndum para su aprobación. No logro, no me es posible, imaginar a estibadores, emolienteras, alpaqueros, albañiles, lecheras, mineros, campesinos, comuneros, madereros, triciclistas, pescadores, etc., leyendo el contenido de tal promulgación y de pronto decir: ah caray, esta Constitución del Chinito está de la puta madre, yo votaré a favor.
Menos puedo imaginar que, si lo leyeron, lo hayan entendido. (En el Perú, los ciudadanos aborrecen leer. O leen mal. O, como dijo mi amigo Gorki, ni leen lo que dice en sus poleras. Lo que sí saben degustar -en aquellos tiempos y todavía- son películas de terror, series de acción de Hollywood, telenovelas de la esquizofrenia romántica de Televisa, Trampolín a la Fama, chismes de mala muerte a lo Laura Bozo o MagalyTV, realitys de lucha libre, noticieros de la sangre y de la muerte, prensa amarilla fujimorista, etc.)
De modo que no creo que la avalancha de cholos, o la gente de segunda categoría, haya leído la Constitución Política del 1993 para luego dar su voto consciente, racional. Lo que sí puedo imaginar es a empresarios nacionales, peces gordos, políticos de otros países, empresarios de otros países, agentes de la CIA, funcionarios del FMI, al Doc Montesinos y demás corruptos del Congreso. Los imagino en algún escritorio, entre café y cigarrillos, papeles, computadoras y borradores. Los imagino acordando los puntos, redactando capítulo por capítulo, cuidando línea por línea la edición del libro que sería hasta nuestros días la Constitución Política del Perú.
Concluyo, el Perú, aquel diciembre del 1993, no celebraba una nueva Constitución. No. Aquellos peruanos, malos lectores de la situación, habían leído el triunfo de la paz sobre el terrorismo y celebraban la belleza del nuevo gobierno y, así, le daban el sí, el muy bien hecho, al Chino salvador del Perú y no a la nueva carta magna que proponían Montesinos y Fujimori. Perfecto, aquellos impostores (golpistas) utilizaron la sangrienta situación terrorista de aquel entonces para encantar el asentimiento ciego, emotivo, del electorado. Maravillosa jugada.
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