Samuel Álvarez Enríquez
El pueblo peruano es fiel y fidedigno militante de la religión católica. La mayor parte de su población heredó de los españoles esta fe, desde el instante de la Dominación Colonial. Duró algo más de trescientos cincuenta años, suficiente tiempo para que esta forma de conciencia social se haya enraizado en los cerebros de hombres y mujeres, con el claro propósito de legitimar sus exigencias en el comportamiento psico-social. Hoy más que nunca la apreciamos influyente en las generaciones de peruanos del costa, sierra y selva, hasta conseguir sus fines, al punto que lo desarrolla y practica como una costumbre, tradición, etc., contribuyendo directa o indirectamente con la historia del pueblo, al que ahora es imposible quitárselo. Es parte de su comportamiento y vivencia diaria.
Ello no solo ocurre en algunas ciudades del interior de la región y el Perú. Muchos pueblos tradicionales aman a profundidad esos legados españoles y europeos, como la gran fiesta de las Pascuas, la cual inicia con la Entrada Triunfal del Domingo de Ramos, que se galardona con ramos, tal como en los tiempos de los reyes y gobernadores del Medio Oriente y el mundo entero del Siglo Cero, cuando vivió Jesucristo. Esto ha pervivido con los años, y hoy dura una semana (extendiéndose a los días seguidos al Domingo de Ramos: Lunes, Martes, Miércoles, Jueves y Viernes Santos, Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección).
En pleno Siglo XXI continúa la escenificación de todo cuanto ocurrió con Nuestro Señor Jesucristo (Pasión, Muerte y Resurrección), según las Sagradas Escrituras publicadas en su ocasión en los Escritos y libros del Antiguo y Nuevo Testamento, confeccionados por apóstoles y miembros de la Iglesia, dirigidos por el Señor Padre de Jesús, su máximo Padre o Creador del Universo y todos sus elementos. Dicho sea de paso, constituye el máximo documento que rige entre los militantes de la Religión Cristiana ejecutada, ejercida y cumplida por devotos y fieles en el periodo de un año, con suma fidelidad, regocijo y misticismo.
Además de la Escenificación de la entrada triunfal de la figura de Nuestro Señor Jesucristo del Día Domingo de Ramos, hemos apreciado de cerca una serie de actos en la Semana Santa, con procesiones de diversos Santos, incluida la Virgen María, el Santo Agonizante, Santo Sepulcro, en fin. Las principales actividades que notamos, fueron: la agonía y crucifixión, la subida al Gólgota o el Calvario, llamado así a los cerros más cercanos a las comunidades distritales, provinciales y la propia Capital Departamental o Regional; los ayunos dentro de la familia, a excepción de los enfermos (“ayuno” y prohibición del consumo de carnes; por ello el consumo de pescados y la comida del viernes previo ayuno), el consumo de los doce platos del Viernes Santo que representan a cada uno de los apóstoles, la procesión de Cristo Crucificado y muerto que recorre las calles y/o avenidas, encabezados por los miembros de las Órdenes o Cofradías debidamente organizadas, vestidos con trajes morados característicos, adornados con sendas borlas y nudos de los cordones de color blanco; la Pronunciación de las Siete Palabras, y escenificación de la Última Cena; el lavado de manos y pies de pobladores humildes por parte de los sacerdotes de la iglesia y otras acciones y continuas pregonadas por cada uno de los sacerdotes o pastores que tienen a su cargo sendas comunidades del interior y exterior de la región, ejecutadas a cabalidad en el transcurso de toda esa semana.
La resurrección del Redentor o del Salvador es el acto más importante e interesante, pues tiene implicancias en la conciencia de hombres, mujeres y niños de todas las edades, sobre todo en Juliaca y en el interior de la región.
En la ciudad de Juliaca, Capital de la Integración Andina, por la Gran Alegría de la Resurrección de Cristo El Salvador, con alegría infinita demostrada por sus fieles y cristianos apostólicos -según constan en documentos escritos, libros, revistas, periódicos y pasquines-, está registrado que, aproximadamente desde los años de 1924, 25 y 26, aparecen dos grupos de danzarines de Pandilla Puneña, quienes bailando recorren las calles visitando a renombradas familias, comprometiéndolas a ejecutar esta costumbre y tradición por intermedio de aquellos grupos de danzarines llamados, por un lado, Los Cogotudos y, por el otro, Los Panzaqala, fruto de los rezagos de los Pujllay (1) o carnavales de machuaychas y chiñipilkos o Qhaswa de San Sebastián (2) recorrían las calles juliaqueñas, que engalanaban desde el atardecer y anochecer del día Sábado de Gloria, concluyendo el día Domingo de Pascuas de Resurrección, para apreciárseles solamente luego al año siguiente, desde la realización de los carnavales juliaqueños
Ellos se presentaban levantando los pañuelos de diversos colores, registrados de diversos grupos y asociaciones con diversos nombres, ataviados del traje típico de la Marinera y Pandilla Puneña, acompañados de un Centro Musical y/o estudiantina en el Coliseo con características de concurso y presencia de algo más de veinte conjuntos pandilleros conformados por niños, jóvenes y adultos; disputando premios del mantón de oro, plata y bronce en la danza, y las Mandolinas de Oro, plata y bronce para el caso de Estudiantinas acompañantes por cada grupo danzaril, concluyendo con su despedida o Kacharpariy (3) hasta el próximo año, con una fiesta entre todos los miembros de la familia y todos sus danzarines que, por años, se registran sin perder de vista la esencia de las Pandillas Puneñas, con trajes y vistosos colores propios de esta costumbre tan arraigada, en ascenso al mayor número de participantes, sumados la presencia del mismo modo de grupos del interior de algunas provincias, donde se ejecutan masivamente.
Muy bien organizados esta vez por intermedio de la AIP (Asociación de Instituciones Pandilleras), tienen la honra de brillar en el mundo entero con la práctica de esta costumbre y tradición reconocida por grandes y chicos, muy similar a las fiestas del 20 de enero, con la apertura mundial de los carnavales andinos o Pujllay (4), que en la actualidad rebasan y hacen olvidar los álgidos momentos por los que atraviesa la sociedad peruana y mundial.
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Notas:
- Personajes extraídos del Carnaval Juliaqueño que hoy en día muy poco se sabe.
- Costumbres tradicionales del 20 de enero que principian los carnavales en el mundo. Teniendo como escenarios los cerros Santa cruz y Huayna Roque de Juliaca.
- Despedida, como costumbre tradicional después de muchas acciones, que se repiten año tras año.
- Fiesta de los carnavales provenientes desde tiempos ancestrales de los pre e incas.
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