Por Roger Tahua Delgado
Noam Chomsky, intelectual, lingüista y crítico norteamericano, ha escrito un libro titulado: Armas silenciosas para guerras tranquilas, donde plantea sus ya famosas y muy divulgadas 10 Estrategias de Manipulación, en la cual menciona que “El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes…”.
Así, tenemos buenos alumnitos en la capital, ya que resulta interesante ver cómo el alcalde de Lima (siempre de la mano de los medios limeños) ha convertido el problema del tráfico en un problema secundario y hacer de los ambulantes el problema más gravitante que aqueja a la capital. O sea, hoy no interesa la cantidad de horas hombre, de horas trabajo y la vida que se va en las horas punta y que han convertido a la capital (¿Arequipa también?) en una ciudad inviable.
Ahora son los ambulantes los que atentan contra el buen vivir de las ciudades. Quieren convencernos de que allí está la salida al caos y la informalidad que existen en todos los ámbitos de nuestra sociedad, empezando por las condiciones laborales en las que se encuentran miles de trabajadores.
El perseguir a conciudadanos por las calles, arrancharles sus productos, salir corriendo como verdaderos ladrones sinceramente no creo que sea una gran solución, y menos una solución creativa. Solo es apreciado como un acto de abuso más que de autoridad.
Lo de La Victoria, ese añejo distrito limeño, obedece a la problemática propia que hace de la existencia del emporio comercial de Gamarra un problema complejo a resolver y que resulta estratégico, para ese distrito, darle una salida. Ahora, que los medios limeños ensalcen las acciones tomadas por el alcalde victoriano, no significa que los problemas se hayan resuelto. Habría que ver qué pasa en el tiempo todavía.
Pero cómo no, por aquí tenemos a nuestros alcaldes locales, quienes ya han salido en más de una ocasión a declarar que van a emprender una lucha frontal contra los ambulantes, y que no les va a temblar la mano a la hora de imponer su autoridad.
Sería bueno que estas oficiosas autoridades hagan un poco de ejercicio reflexivo e identifiquen muy bien cuál es el problema más grande que tiene su distrito y que, de una vez por todas, empiecen a dar soluciones reales que logren impactar en la mejora de la vida de sus vecinos.
No busquen distraer con festejos pomposos, inauguraciones intrascendentes, anuncios de representaciones de Semana Santa (incumplidas, por cierto), elecciones de misses que mejor no comento ni los grupitos de cumbia que contratan para darle ‘diversión’ a la gente. Habría que recordar que no hay reelección, así que mejor todos los recursos deben ser destinados a lo trascendental y no solo a lo efectista. El tiempo pasa y no retorna.
*Catedrático universitario.
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