Por Bladimiro Begazo Begazo*
Normalmente en el imaginario social, siempre se ha considerado a las personas de bajos recursos económicos como los autores de robos, secuestros, crímenes, narcotráfico, prostitución y los causantes de todas las lacras sociales.
Y los grandes medios de comunicación se encargaban de difundir profusamente estos delitos y a sus autores, pero presentaban a los representantes de la burguesía criolla como vírgenes e inmaculados, y casi como candidatos a ser santificados por el Papa.
Sin embargo, la historia da vueltas y los hechos nos demuestran que en todo lugar se cuecen habas y hoy podemos ver quiénes son los grandes corruptos y degenerados que violaron todas las normas de la ética y moral.
Todavía han tenido en sus manos las riendas del Estado, y del Gobierno, y manejaron a discreción el presupuesto de la Nación y se han enriquecido a cada cual mejor, apareciendo con grandes empresas de todo tipo. Pero cuando estaban en el llano andaban con una mano atrás y otra adelante. Por supuesto que hay excepciones, pero son los menos.
Basta revisar nuestro pasado. El genial historiador Alfonso Quiroz en su libro titulado “Historia de la Corrupción en el Perú”, puso al descubierto con pelos y señales la putrefacción de la sociedad peruana desde la colonia y la época republicana, y de los verdaderos ladrones del erario nacional.
El mejor ejemplo lo tenemos hoy con el denominado “Club de Construcción” donde se repartían las obras del Estado a la Confiep, a los grandes empresarios comprometidos con la corrupción de Lava Jato, con el narcotráfico, minería ilegal, contrabando, evasión de impuestos, lavado de activos, etc.
Y lo que es peor, sus representantes políticos en la presidencia de la República están comprometidos con la corrupción hasta la coronilla, degradando la moral pública que avergüenza a los peruanos honestos y a nuestra patria.
Estos son los elementos que comparten la nefasta frase de que “no importa que roben, pero que hagan obras” o también de que si ocupas un cargo público y no robas “es porque eres un cojudo”.
Los ejemplos están a la vista: Alberto Fujimori preso y no paga los 51 millones que debe al Estado; Alejandro Toledo fugitivo en EEUU; Alan García, que se suicida para ocultar sus latrocinios y proteger a sus cómplices; Ollanta Humala esperando el juicio que lo sentencie y ahora PPK con prisión preventiva.
Pero la lista es larga de altos funcionarios corruptos, civiles, militares, policiales y del poder judicial, con las excepciones honrosas que si hay.
Incluso hay algunos que se “sacrifican” en la cárcel por defender a personajes que no lo merecen, como ocurrió en los casos Chinguel, Cuba y anteriormente el finado Agustín Mantilla en el Apra. Ni qué decir de Keiko Fujimori.
La izquierda tampoco se escapa de esta gangrena y los mejores ejemplos los tenemos en Susana Villarán y Gregorio Santos.
Por eso debemos persistir en la lucha por la regeneración moral de la sociedad peruana y de todas sus instituciones.
*Exdiputado por Arequipa
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