Por Javier Del Río Alba – Arzobispo de Arequipa
El próximo miércoles, 1 de mayo, celebraremos la Fiesta de la Virgen de Chapi. Como todos los años, el Santuario de la Mamita acogerá a los fieles que, desde Arequipa y otras partes del Perú y del extranjero, irán en peregrinación a ese anexo del distrito de Polobaya. Como es usual, los visitantes comenzarán a llegar el 30 de abril en la mañana y muchos se quedarán hasta el 2 de mayo.
El año pasado se calculó que, entre esos días, pasaron por el Santuario alrededor de doscientos mil peregrinos. Este año es posible que vayan muchos más. Son días de fiesta, en los cuales el desierto en el que se encuentra el Santuario se transforma en una ciudad llena del colorido de los trajes de los peregrinos, las carpas que se arman para pasar la noche y la multitud de fieles que participan en las Misas, Bautizos, Confesiones y Bendiciones, así como en los ratos de oración y alabanza, la serenata a la Virgen, etc. La devoción y la alegría se unen en una de las celebraciones religiosas más concurridas en todo el Perú.
Recuerdo que la primera vez que participé en esta Fiesta, el año 2007 a los pocos meses de haber comenzado mis servicios como arzobispo de Arequipa, la asistencia se calculó en cincuenta mil peregrinos. En los años transcurridos desde entonces el número se ha cuadruplicado. Surge, entonces, la pregunta: ¿A qué se debe este notable incremento de peregrinos? ¿No dicen algunos que en Arequipa se va perdiendo la fe católica? Ciertamente los números demuestran lo contrario.
Cada año son más los fieles que peregrinan a Chapi, no sólo los días de la Fiesta sino a lo largo del año. Es posible que la construcción de la carretera y de las nuevas instalaciones del Santuario hayan facilitado la mayor afluencia de peregrinos. Hoy es menos difícil llegar hasta Chapi y se cuenta con mejor infraestructura para acoger a los peregrinos. Pero, evidentemente, eso no basta para justificar un aumento de esta naturaleza. Desde mi experiencia, puedo dar testimonio de que algo similar está ocurriendo en otras partes de la Arquidiócesis. Cada año son más los católicos que participan activamente en la vida de nuestras parroquias, movimientos y otras realidades eclesiales. Esto se debe al proceso de nueva evangelización en el que estamos comprometidos desde hace algunos años y que está comenzando a dar buenos frutos gracias a la decidida participación de los sacerdotes, las comunidades de vida consagrada, los agentes pastorales laicos y, de un modo muy novedoso, los jóvenes.
Uno de los aspectos que más me llama la atención cuando voy a Chapi es que la mayoría de peregrinos van hasta allá para dar gracias a la Virgen por los favores recibidos de ella. Son numerosos los testimonios en este sentido. Varones y mujeres de todas las edades se sienten escuchados y ayudados por la Virgen, y como buenos hijos van hasta su Santuario a agradecerle; pero la mayoría no van solos sino que animan a otros a acompañarles y a acudir también a la Mamita para presentarle sus necesidades.
De esta manera, la peregrinación al Santuario es un modo a través del cual los padres y madres de familia pasan la fe a sus hijos, los jóvenes se las pasan a sus amigos, y así sucesivamente. Si usted todavía no ha tenido esta experiencia, lo invito a tenerla.
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