Juliaca. A estas alturas, analizar aspectos estrictamente futbolísticos debe pasar a segundo plano, porque las causas de la derrota (1-3) de Melgar a manos de Binacional son más preocupantes.
Para comenzar, la estrategia del técnico del dominó, Jorge Pautasso, no fue tirada de los cabellos. El argentino ordenó a sus jugadores dosificar energías en el primer tiempo.
Ideal hubiese sido mantener el cero, pero no fue así. A partir de ese resultado adverso se hizo imperiosa la necesidad de salir con mayor vocación ofensiva en la etapa complementaria.
La planificación melgariana empezó a rendir frutos producto de la soberbia del ‘Poderoso’, que contribuyó a que el rojinegro se adueñe del cotejo al punto de lograr una igualdad que era merecida.
Sin embargo, el transitorio 1-1 fue una cachetada que provocó que Binacional vuelva a tomar las cosas en serio, y nuevamente empiece a imponer condiciones sobre un rival que fue cayendo en la cólera.
El complicado presente deportivo, el poco menos que regular arbitraje de Eduardo Chirinos y otros factores, terminaron por cegar de ira a Paolo Fuentes, a John Narváez y al mismo Bernardo Cuesta.
Lejos de asumir con calma el trámite del duelo y concentrarse en su labor, Fuentes y Narváez se la pasaron peleando con sus rivales. Del mismo modo Cuesta, quien aún no domina su explosivo carácter.
Por la fuerza y la razón, Binacional logró un 2-1 que a Melgar le otorgó un segundo aire que lo acercaba al empate; pero una vez más Narváez fue el responsable de que las chances de igualar se fueran por un tacho.
‘Presos de la ira’ es el titular de nuestra portada. Tal parece que es el problema melgariano, con recursos humanos que le otorgan la etiqueta de favorito, pero un equipo que ‘Perdió la alegría’ como titula esta nota.

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