Con la destreza de sus manos y sus años, el artesano pucareño Andrés Lope, el 6 de mayo, expuso una representación a escala de la Plaza de Armas de la ciudad de Puno, en el concurso de miniaturas de la feria popular Alasitas. Aunque compitió con otros 14 geniales artesanos, la delicadeza de su trabajo resaltó sobremanera.
Convertir pedazos de arcilla en objetos encantadores, ese es el trabajo de Andrés Lope Choque, natural de Pucará (Lampa), pueblo mágico que envuelve no solo por su historia, sus sitios arqueológicos y hermosas calles, sino también por su gente, que vive de crear artículos de cerámica.
“Papá Andrés”, como le llama su familia, tiene 78 años, una esposa (Eufracia) que lo acompañó mientras pudo cuando realizaba prodigios con la arcilla, 4 hijos: Alfonso, Estefa, Gonzalo y Ramiro, hoy todos adultos, y 10 cariñosos nietos.
Desde pequeño vio la dedicación de su familia por el oficio de la artesanía, y aunque hubiera preferido un mejor trabajo, continuó con la tradición para darles casa, comida y estudios a sus hijos.
Por muchas generaciones, su familia se ha dedicado a crear piezas únicas que vende después en las ferias de la región y el país. En esta ocasión, fue representado en la feria por su hijo mayor, ya que la edad y los males no le permitieron estar en su puesto.

“Yo aprendí a trabajar con la arcilla desde muy pequeño, no recuerdo a qué edad; me enseñó mi padre, siempre hacía platos, tazas, juguetes de barro. Con el tiempo aprendí a usar más técnicas de las que empleaba él; dominé el prensado, moldeado y el torneado, descubrí que tenía talento para crear y me esforcé en explotar eso”, relata Andrés mientras pinta una pieza de cerámica con mucho cuidado, ya que sus ojos se encuentran cansados por la edad.
Producto de su habilidad, logró destacar entre los artesanos de Pucará, participó de ferias organizadas por las entidades del Estado, que buscaban revalorar la cerámica puneña; ganó concursos, obtuvo diplomas de honor y, por supuesto, fama.
Las cadenas de hoteles, restaurantes y todos los empresarios dedicados al turismo recurrieron a él en las décadas de los 80, 90 y 2000, a fin de obtener piezas exclusivas de cerámica.
Gracias a ello pudo dejar Pucará y establecerse en la capital de la región; dejó su pueblo natal, sí, pero no su labor como artesano.
Lamentablemente, todo apogeo tiene un declive. Así, con el pasar de los años, la fama fue olvidada, la salud y las fuerzas fueron menguando y las destrezas disminuyendo. Ahora los ingresos son escasos y a veces no los tiene; y aunque sus hijos se hacen cargo de él y su esposa, la necesidad apremia.
“Tengo problemas en los pulmones por haber trabajado tantos años con arcilla y leña para quemar mis trabajos, los médicos me han prohibido continuar con la cerámica; pero si no trabajo, no tengo dinero. Además, extraño hacer mis toritos, casitas, muñequitos”, cuenta el artesano.
Movido por esa inquietud, este año decidió presentarse al concurso de miniaturas de Alasitas 2019. Como lleva mucho tiempo sin pasar por el centro de la ciudad, le pidió a su nieta que le tomara fotos a la Plaza de Armas de Puno y a sus alrededores, a fin de hacer una réplica del centro histórico. Elaborar las 7 piezas que conforman su trabajo a escala le tomó aproximadamente 20 días.
Con el anhelo de ganar y recordar tiempos de gloria, encargó a su hijo mayor que expusiera la pieza en su stand de la Feria de Alasitas, para que días más tarde participe del concurso de miniaturas; sin embargo, su obra no ganó, pero recibió los halagos del público asistente.
El maestro Lope, como lo conocen sus clientes, continuará haciendo cerámica de acuerdo a sus posibilidades; por eso pidió a la población que valore los trabajos de cerámica, los cuales son hechos completamente a mano y le demandan gran esfuerzo y detalle en su elaboración.
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