María Jacqueline Oyarce Cruz, docente investigadora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, reconoció a Rosa Palomino Chahuares por su “aporte al enfoque de género” y la destacó como “primera mujer aimara en protagonizar la historia de la radio en Perú”.
César Machaca Escobar
Señora Rosa Palomino, buenas noches. Cuéntenos: ¿dónde pasó su infancia y cómo fueron sus estudios?
Mi infancia la pasé en la comunidad de Camacani, hoy Platería, ayudando a mis padres en la chacra, con el ganado, en la cocina y en otros quehaceres. La primaria la cursé en la escuela mixta del distrito de Platería, a 5km de Camacani. Íbamos entre varios y solo hablábamos aimara.
Mi madre me decía que sufría la discriminación de los patrones y que no quería que yo fuera analfabeta. Mi padre, en cambio, manifestaba que no tenía caso que fuera a la escuela. “Los varones pueden estudiar”, decía. Al final lo convencimos. Así llegué al Colegio Industrial 32, donde sufrí abusos. Me empujaban y me jaloneaban; yo ya no podía soportar tanto golpe. Parece que aprendí el español, sí, pero mi lengua originaria es el aimara.
¿Cómo llega a la dirigencia y a la comunicación indígena en la radio? Y, a propósito de ello, ¿qué nombres recuerda?
Estudiaba y trabajaba en desarrollo comunal intercaladamente. Lo hacía para apoyar a mis hermanos. Como promotora, recibía una propina para ir a las comunidades; en un evento regional conocí a mi esposo, el cual era dirigente estudiantil de la universidad. Él siempre hablaba de las luchas.
Un día mi esposo me comentó sobre un congreso en Lima, al cual fuimos. Eran los años 80. El encuentro me impresionó y me hizo reflexionar en varias cosas. Me dije a mí misma que debía hablar, que debía hacer conocer el problema de las mujeres.
Sin embargo, el primer día nada y el segundo tampoco. Al tercer día recién hablé, aunque no recuerdo qué cosas dije, solo sé que la gente me aplaudió. A mi retorno de Lima, me invitaron para ser promotora y estar en otras instituciones.
Ángela Metz dijo: “En verdad estas mujeres tienen razón, haremos un proyecto para la mujer aimara”. Se hizo para Huacullani (Tarapoto) e Ilave (Tanapacaca). Radio Onda Azul, cuando no había plata, nos apoyaba, como también lo hacían los Radialistas Apasionados (un año gratis), y SERVINDI, para alquilar espacios.
Después salimos en Pachamama Radio, donde estamos hasta hoy. Desde el año 2005, hasta ahora, formo parte de la Red de Comunicadores Indígenas del Perú (RECIRP), siendo elegida parte de la directiva. Como mujer, he resistido haciendo comunicación, porque somos parte de las comunidades. Recuerdo a Jorge Agurto, José Ignacio Vigil, Tachi Arriola, los hermanos Paquitas y Gumercinda Vargas.
Por su condición de mujer y procedencia rural, ¿alguna vez fue discriminada? ¿Cómo fue su reacción frente a esa situación?
He chocado con los políticos. Los trataba de entrevistar en aimara, pero se burlaban. La lucha ha sido permanente, no ha sido fácil. El país es machista, eso lo demuestran hasta hoy algunos políticos; de tanta resistencia, ahora recién hay reconocimiento. Así lo hizo el Ministerio de Cultura, por el aporte a la cultura en la comunicación en la lengua originaria aimara que hice.
¿Qué es la “universidad de la vida”, esa de la que habla y la que, según dice, conoció también en la Universidad Jaime Bausate y Meza?
Tuve que estudiar en la universidad Jaime Bausate de Arequipa, sí. Llegaban libros, pero no puede terminar la carrera por razones laborales. Era distinto con lo que yo compartía, eran solo letras. En la Universidad de la Vida, en cambio, uno adquiere desde los saberes andinos, originarios, hasta los pensamientos más contemporáneos y reales, del momento. Así, con corazón y fuerza, realice mis programas Sank’ayu Panqara, y ahora Wiñaya Panqara, muy relacionado con la flor y productividad del campo. La gente siempre sigue la radio cuando hablan de su realidad.
En su labor dirigencial y de comunicadora ¿Quién o quiénes la apoyan? ¿Qué hechos o eventos la marcaron?
Yo reconozco el apoyo de mi familia. Tengo cuatro hijos: dos varones y dos mujeres; ellos me apoyaron para concluir mis estudios secundarios en la nocturna del Colegio Industrial 32, de donde mi esposo me recogía todos los días.
Recibí una reflexión de mi madre, una vez que asumí la dirigencia: “No solo eres Rosa, sino que estás en los ojos de la niñez, de la juventud y de los adultos. Tienes que mirar atrás, adelante y a los costados, porque el enemigo te atacará”.
Recuerdo las tomas de tierra en Laq’uni pampa-Ilave, Ch’ata-Platería, Kunurana-Azángaro. Recuerdo la persecución de nuestros dirigentes; las mujeres decíamos que todos somos dirigentes. También el obispo Mateo Calderón se identificaba con la población rural.
No dejé de trabajar. Siempre estuve dirigiendo la organización y recientemente, desde la Unión de Mujeres Aimaras (UMA), estamos formando jóvenes, fortaleciendo la identidad y haciendo comprender las reivindicaciones y las demandas por alcanzar.
¿Qué piensan las mujeres sobre la alternancia en las elecciones, y su rol en la familia y en la radio? A modo de reflexión: ¿qué tendría que decir a las mujeres en el Día de la Madre?
En este tema de la alternancia, desde la UMA, consideramos que la participación en política de la mujer debe darse, siempre que estén preparadas, y entendemos también el rol que les dan algunas autoridades, que nos cuestionan porque saben que no los dejaremos robar, por lo que prefieren tenernos de regidoras, especialmente a aquellas que no conocen su función. Nuestra cultura ha sido chacha-warmi. El varón, cuando queda solo, no puede sostener la familia; pero la mujer viuda mantiene la casa, y la madre tierra, es la madre originaria… nacimos de la tierra, ella nos cría desde la Pachamama y sufre igual que el dolor del parto.
Realmente, desde la comunidad de Camacani, mi rol en la radio no es tan difícil, pues converso con los hermanos para emitir mi programa educativo cultural.
Y por el Día de la Madre, habría que pensar que en esta fiesta el regalo no lo es todo, eso es parte de los comerciales capitalinos. Bastaría con decir “mamita, te quiero mucho”. Decía mi madre que el cariño es otro, es compartir. Si a la madre la hacen llorar, le duele el corazón: “su lágrima es como el aceite que hace notar el dolor”. Nuestros nietos deben comprender nuestro afecto, en señal de reciprocidad.
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