Por Sergio E. Mostajo C.
Tuve necesidad de viajar al Altiplano, contra el tiempo, salí del trabajo, recogí mi equipaje y enrumbé al Terminal Terrestre. Dos de la tarde, no habían salidas a esa hora, apurado llegué a una terminal de minivanes, dizque informales. El chofer de un vehículo próximo a salir, comunicó que había operativo de la Sutran, y advirtió que habría un desvío por trocha para evadirlo, demora adicional 30 minutos.
Salimos, el chofer conduce por calles y avenidas, llega hasta Cayma, supuse que ingresaría a la vía 54 y a una trocha para salir por algún lado del Cono Norte; craso error, siguió subiendo y subiendo hasta ingresar a la antigua ruta de Cabrerías, nunca transité por ella, decenas de cerradas curvas, llegamos a estar, casi casi, a la altura de la cima del Misti, ruta accidentada; pero en buen estado, es reparada por los mismos transportistas. Luego de más de una hora y tras una prolongada bajada empalmamos con la carretera asfaltada en Patahuasi, salimos de la trocha a pocos metros de la caseta de peaje y de la delegación policial, todos sabían de dónde veníamos y a dónde íbamos.
Esta breve aventura me demostró lo absurdos e inútiles que resultan los operativos de la Sutran, del Ministerio Público y de la Policía Nacional.
Es el juego del gato y el ratón.
Los transportistas informales siempre encuentran alternativas para evadirlos, apelan a rutas y trochas peligrosas, de día y de noche, además de otras tretas.
Usan teléfonos de alta gama y sistemas de GPS, han logrado tender una eficiente red de alerta.
Logrado su objetivo transitan sin problemas por las carreteras, pasan por puestos policiales, pagan peajes; antes circularon por la ciudad con pasajeros a bordo, fueron vistos por policías de tránsito, no son invisibles, solo son detectados cuando pasan por algún lugar donde se ejecuta un operativo.
Si aseguramos que son informales, ergo ilegales, corresponde proscribir el transporte por minivanes, apelando y usando todos los instrumentos que la ley otorga, de manera eficiente, eficaz y productiva.
Si no podemos con estas unidades, tendríamos que formalizarlas, legalizarlas y reglamentar su funcionamiento y operatividad.
No hay otra.
Seguir con los operativos de control, es ABSURDO, porque además, son caldo de cultivo para la corrupción; coimas y arreglos florecen en ese terreno, los ‘Correcaminos del Sur’, nos lo pueden contar.
*Periodista
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