Columna del Director
No encuentro palabras para describir con exactitud a doña Celina Justina Iris del Carpio Vásquez.
Su actitud camaleónica en la política arequipeña, la maña y velocidad demostrada para cambiar de tienda partidaria y camuflarse en cualquier lista de procesos electorales, quedó demostrada en los últimos 20 años que postula a un cargo público.
Muchos ni se dieron cuenta que en el último proceso electoral era defensora acérrima de César Acuña Peralta, el líder del partido político nacional Alianza para el Progreso, y de un momento a otro, pasó a ocupar un cargo gerencial regional, y defender hasta con gritos incongruentes a Elmer Cáceres Llica.
Del Carpio Vásquez es el ejemplo perfecto de la angurria política, así como de la desesperación por ser elegida para cualquier cargo.
No importa al lado de quién. Postuló una vez como regidora distrital a Bustamante y Rivero por Arequipa Renace, y muchas veces para concejal provincial con el Frenatraca, DECIDE y Vamos Perú.
Tampoco le importa la música que suene. Ella baila. Se pone el color del grupo político al que se inserta, y lo defiende como puede. Así se le vio en el último proceso electoral, cuando en una presentación de propuestas de candidatos provinciales, ella creía que la población elegía a quien más se gritaba.
Y ella grita, genera desorden, no mantiene el decoro y hasta insulta.
Muchos todavía la recuerdan denunciando que el exalcalde de Arequipa Alfredo Zegarra no le pagó un dinero que ella entregó para una campaña electoral.
Entonces, dijo que Zegarra le pagó parte de esa deuda con bolsas de cemento. Al final, esa investigación quedó en nada, mientras que ella seguía en su incansable búsqueda de figurar.
Siempre quiso ser elegida y el pueblo la despreciaba en las ánforas. Doña Celina no lo entiende, y de alguna forma, logró ser designada por Cáceres Llica en el cargo de gerenta de Desarrollo e Inclusión Social, con categoría de funcionario F5, con un sueldo mensual no menor a S/ 6,600.
Y con ese sueldo, ahora cree que puede hacer lo que le da la gana, como ‘ningunear’ al consejo regional que tiene la obligación de fiscalizar su labor, y hasta piensa que tiene derecho a mentir, afirmando que nunca la invitaron para rendir cuentas del concurso de danzas realizado en abril. Inefable Celina.
Comentario sobre post