Texto y fotografías Pablo Novoa Álvarez
Al finalizar las visitas a los lugares de los gigantescos geoglifos se nos plantearon varias interrogantes, que por el momento no podemos contestar, se requieren los trabajos de un equipo arqueológico multidisciplinario para profundizar en los estudios: excavaciones, arqueo-astronomía, arqueo-agronomía, toponimia, geología, etc.
Al llegar a las primeras figuras nos preguntamos cómo se encontraban en muy buena conservación, si en realidad son milenarias, siendo construcciones terráqueas. Mi amplia experiencia por América del Sur, estudiando los movimientos migratorios, probablemente de origen araguaco y que se extendieron por la región de los llanos de la cuenca Orinoco-amazónica y que dejaron obras terráqueas como grandes montículos de hasta 25 metros de alto, por más de medio kilómetro de diámetro, calzadas o caminos de tierra de hasta cuatro metros de alto y varios kilómetros de largo, logrando grandes proezas de ingeniería, como cambiar el curso de un río caudaloso como el Casiquiare, afluente del Amazonas, todo ello hace más de 2.500 años.
Estas grandes obras terráqueas de Llanos de Mojos en Bolivia, río Daule en Ecuador, Bajo Magdalena en Colombia, Llanos Occidentales de Venezuela, los mal conocidos geoglifos de los Llanos de Brasil, nos demuestran sin lugar a dudas, que las fantásticas figuras descubiertas en el departamento de Puno en Perú, sean obras milenarias dejadas por una cultura desconocida que pobló las regiones del Altiplano de Perú y Bolivia hace miles de años. Probablemente grandes inundaciones, terremotos y sequías obligaron a este pueblo a abandonar las tierras del Altiplano y bajar a las zonas selváticas, más productivas y ricas en fauna silvestre.
Con respecto al probable uso de estas manifestaciones arqueológicas desconocidas nos inclinamos más que por su uso agronómico, pues las formas de sus estructuras no son prácticas en actividades agrícolas. Quisimos ver un probable uso astronómico en la mayoría de las figuras circulares, dos de ellas tienen treinta canales o líneas en su contorno; otras dos tienen cuarenta y treinta y uno respectivamente; dos de ellas marcan con canales los puntos cardinales y algunos canales que atraviesan todo el diámetro de las figuras pudieron tener un uso para medir los solsticios y equinoccios, habría que hacer un estudio al respecto. Igualmente nos planteamos la posibilidad de que fueron tumbas de jerarcas o chamanes, cuestión que dudamos, pues no encontramos ningún fragmento de cerámica o resto arqueológico que nos pudiera dar esta posibilidad. Interrogamos a varios ancianos de la zona y nadie nos pudo dar respuesta sobre su probable uso. Uno de ellos nos comentó que en tiempos de sus abuelos hacían sacrificios de llamitas en uno de los montículos, situado en el centro de una de las figuras concéntricas que mejor se conservan.
La región donde se encuentran estos grandiosos geoglifos del distrito de Ácora, es rica en yacimientos arqueológicos: chullpas (antiguos templos funerarios en forma circular), ciudadelas, megalitos de estilo Tiahuanaco, pinturas y grabados rupestres, puertas dimensionales y otros más, conforman los restos de un sinnúmero de culturas que por milenios poblaron el Altiplano y montañas del departamento de Puno. Quizás la majestuosidad del lago Titicaca, su herencia mítica y ancestral conjugan a esta zona, a pesar de estar situada a gran altura de casi 4,000 metros sobre el nivel del mar, como un lugar ideal para el establecimiento a lo largo de milenios de diversas culturas.
En una de las visitas que realizamos al poblado de Pocamaya , situado a pocos kilómetros de las grandes figuras y lugar donde nació el joven Alexander, descubridor de los geoglifos, pueblo situado al pie de una gran mole rocosa de más de cien metros de altitud y conocida con el nombre de Inka Anathawi, pudimos apreciar a media montaña una gran muralla de estilo incaico, que se extiende en paralelo por más de un kilómetro, así como tres puertas o altares dimensionales excavados en la piedra, también escalinatas talladas en la roca, igualmente al pie de la gran montaña lítica vimos una tumba antropomorfa tallada en piedra a tamaño natural y una antigua fuente construida también al estilo incaico. En la misma región en la población de Pomata visitamos la extraordinaria iglesia estilo colonial de Nuestra Señora del Rosario construida en el siglo XVI y restaurada en siglos posteriores, gracias al cuidador de dicho templo pude bajar a la catacumbas de dicha iglesia donde aprecié numerosos restos humanos, entre ellos destacaban dos cráneos alargados similares a los descubiertos en Nazca y otros lugares del mundo, como es que permanecían en ese lugar, eso nos lleva a pensar que hubiera la probabilidad de que esos extraños seres humanos vivieran durante la época de la colonización, otra interrogante más.
Una visita que no podía faltar en la zona era volver a visitar la puerta dimensional de Amaru Muru o Puerta del Sol, lugar misterioso y de donde se cuentan leyendas e infinidad de anécdotas, sitio donde el sacerdote, del mismo nombre que la puerta, entró después de unas invocaciones a través de ella para esconder el gran Disco de Oro de Coricancha de la codicia de los invasores españoles. Curiosamente con el vigilante del lugar visité una cueva que hay por detrás de la montaña, justo detrás donde se encuentra la mítica puerta, que según me comentó mi interlocutor conduce a donde está tallada en la roca la venerada entrada.
Otras leyendas dicen que hay un túnel que te lleva a la ciudad de Tiahuanaco, situada en territorio de Bolivia, a algo más de cien kilómetros o a la isla del Sol en el lago Titicaca. Lo que me comentó un guía local fue lo sucedido hace unos cuatro años, en la primera visita que hice a dicho lugar, que un compañero de trabajo había llevado a una turista extranjera de mediana edad, pelo rubio y ojos azules, al mítico monumento y que la misma se arrodilló delante de la puerta e hizo unas invocaciones, cuando el guía se dio cuenta la señora había desaparecido, esperó unas dos horas y ya al anochecer regresó a la ciudad de Puno sin la persona que lo acompañó al lugar. Otro guía que visitaba el misterioso monumento arqueológico con varios turistas, llegando al sitio vieron una pequeña bola de luz que daba vueltas alrededor de la conocida Puerta Dimensional.
Cuando regreso a España y reviso todo el material fotográfico recogido durante mis expediciones a varios lugares de Perú, como la provincia de Lima, departamentos de Cusco, Puno, Arequipa y Huánuco, lo que más me sorprende son los enigmáticos geoglifos de Puno, los tamaños y detalles de las figuras me asombran. Al contemplar las gigantescas formas circulares y con canales me traen al recuerdo los escritos de Platón sobre la mítica Atlántida, como si el Altiplano del distrito de Ácora fuera un inmenso plano a escala de los recuerdos de esa mítica civilización del pasado, cuyo lugar de origen hasta ahora no ha podido ser ubicado y varios investigadores lo identifican en el mar Mediterráneo, el océano Atlántico, el mar Caribe, océano Pacífico, e inclusive en el Altiplano boliviano. El trabajo de descifrar esas gigantescas figuras del Altiplano peruano, saber qué pueblo hizo esas gigantescas obras terráqueas, su datación cronológica y su probable uso plantearán nuevos retos a los arqueólogos e investigadores. Lo que sí está demostrado es que estos extraordinarios hallazgos arqueológicos se unen a la gran variedad de culturas que poblaron Perú y que lo conforman como una de las regiones del mundo con un pasado único en restos arqueológicos y culturas que a lo largo de milenios se establecieron por todo el país.
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