Por Roger Tahua Delgado
Escuchamos todos los días a través de los medios de comunicación nacionales, un sinnúmero de noticias que (unas más, otras menos) nos causan sorpresa, estupor, decepción, etc.
Pero lo que no nos dicen los grandes medios es cuál es la causa, el origen, la razón del hecho producido. No ensayan ni siquiera una ligera hipótesis de dónde estaría la raíz de lo expuesto.
Hoy que todos estamos observando con indignación, con rabia contenida (la gente se saca la mugre a diario para tener condiciones decorosas para vivir y estos bandidos se cargan el dinero del país como les da la gana), cómo este grupo de políticos elegidos y no elegidos participan del festín al que están acostumbrados por generaciones.
Pero la pregunta viene a ser la siguiente: ¿cuál es la causa de este comportamiento? Un congresista, un ministro, un presidente recibe un sueldo que va más allá de los cuarenta mil soles. ¿Quién recibe una remuneración así? Y, sin embargo, no tienen ningún reparo en negociar de manera fraudulenta, conseguir prebendas, coimas y beneficios vedados. ¿Por qué querer más? ¿Qué más te puede faltar con tremendo ingreso?
Alan García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Keiko Fujimori, Susana Villarán, solo por nombrar a los representantes políticos más mediáticos y conocidos.
Cada uno de ellos ha gozado de condiciones de vida que por lejos quisiera tener un ciudadano común y corriente. Y, sin embargo…
Entonces por qué estos personajes han terminado como hoy los vemos: en total desprestigio, vociferando inocencia y hasta mostrando un cinismo irreconocible.
Los que hemos mencionado, se han dado el lujo de comportarse y hacer su amplia voluntad con el cargo asumido, gracias a que ninguno de ellos viene de una organización política con una estructura, principios, reglamentos y jerarquías, de tal manera que tengan que rendir cuentas a su partido y militantes, además de los ciudadanos que los eligieron.
Ideología y política que determinen su actuar es la carencia en cada uno de los casos. Alguno podrá decir que el partido de Alfonso Ugarte sí tiene una estructura partidaria y que sí es un partido, pero si revisamos un poquito las declaraciones de sus militantes antiguos nos daremos con grandes sorpresas.
No fundaron un partido. Constituyeron una organización formal que les permitiera llegar al cargo y tener el control absoluto. No dan explicaciones a nadie de sus decisiones, porque ellos son los jefes de su ‘partido’. Lo hizo en su momento cada uno de los señalados.
Entonces, ante la carencia absoluta de control y su falta de principios y valores, la falta de formación política partidaria que se inculca dentro de una organización política, la no subordinación a intereses colectivos y tener como única preocupación las aspiraciones personales, ahí tenemos el espectáculo bochornoso que nos ha tocado vivir y presenciar.
Hemos votado a cinco presidentes que al final están acusados o en la cárcel, o haciéndose los loquitos para ver como salen bien librados. ¿Por qué seguimos eligiéndolos? ¿Qué hace que cometamos el mismo error una y otra vez? ¿Qué tomamos en cuenta a la hora de elegir? ¿Son las personas o va más allá? ¿Es la democracia la mejor forma de gobierno como afirman algunos?
Preguntas que seguramente podremos contestar de cara a la siguiente elección.
*Catedrático de la Unsa
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