Columna del Director
El alcalde de Arequipa, Omar Candia Aguilar, debe estar esperando el agasajo espontáneo y ‘voluntario’ de los funcionarios y trabajadores de la Municipalidad Provincial de Arequipa (MPA).
En los siguientes días, cumplirá años, y quizá esté más preocupado por celebrar, festejar, bailar, con las bebidas que le gusta regalar.
Esos pensamientos parecen mantenerlo ocupado y distraído de los problemas vitales que enfrenta la ciudad, y de los asuntos internos que afectan directamente a su gestión edil.
Candia no admite que su entorno más cercano dentro de la MPA, mal utiliza su cuota de poder. Y defiende a capa y espada diversas situaciones, como el concurso CAS que culminó recientemente y que este diario cuestionó de manera frontal.
El alcalde no explica detalles, e incluso, minimiza los cuestionamientos emitidos por la propia Contraloría.
Y férreamente, protege con su discurso, lo hecho por su primera asesora María Antonieta Torres Espejo, que estuvo a cargo de este proceso de selección de personal, cuando esa es una clara atribución del área de Recursos Humanos de la comuna.
Serán las autoridades controladoras y fiscalizadoras quienes determinen, basadas en una investigación formal, si este concurso fue irregular.
En esta edición, incluimos una nueva acusación en ese sentido, que realiza el concejal Pedro Santos Quispe Cornejo sobre este concurso. Con nombres y apellidos de las personas que resultaron favorecidas con este supuesto direccionamiento.
Habrá tiempo para informar sobre el resultado de esas indagaciones, sin embargo, la actitud de Candia es reprochable, porque su defensa cerrada alrededor de Torres, es un consentimiento expreso a la conducta irascible y destemplada de la funcionaria.
Torres Espejo fue quien atentó contra la libertad de prensa de este medio, cuando junto con sus funcionarios y algunos empleados de la comuna, en horas de trabajo, intentaron impedir que este diario sea distribuido y circule con normalidad, el último jueves 9 de mayo.
Y de ese tema, Candia no dice absolutamente nada. No cabe duda que es su cómplice, y con su silencio, avala la actitud irresponsable de su principal asesora.
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