Lic. Walter Castillo Chávez *
El profesor de matemáticas Ernesto Murillo Laura, revisaba las tareas de sus 24 alumnos de 2do de media en la I.E. Santa María de la Paz.
Al notar que 18 de ellos no habían cumplido con hacerlas, se exasperó; los formó en fila y los golpeó duramente con un tubo, además de abofetearlos.
La Fiscalía inició la investigación ante la denuncia de los padres, mientras otros salían en radioemisoras a respaldar al docente agresor justificándolo.
Según ellos, todo profesor es “un segundo padre” que debe corregir severamente, pues el chicote ha dado siempre buenos resultados y no es posible que maestros y padres no puedan castigar a sus hijos porque son denunciados.
Pero ¿realmente la golpiza en el colegio de la PAZ, hará el milagro de que los chicos aprendan rápidamente, gusten del curso de matemáticas y cumplan con sus tareas?
El profesor Murillo debe admitir que si 18 de sus 24 alumnos no rinden en matemáticas, la responsabilidad, en parte, es suya, como en parte, es de los padres de familia, del sistema educativo, de la calidad de nutrición, condiciones materiales de los hogares.
También debe admitir que el castigo físico no mejorará el rendimiento; por el contrario, solo generará fobia a las matemáticas, depresión, ansiedad y traumas en los educandos. (Hogando y Pells, 2015, Perú).
El Colegio de Profesores, que ha guardado silencio, debería explicar cómo es que en este lamentable caso, el “eros pedagógico”, es decir, el amor a los estudiantes y el placer con el que debería darse el aprendizaje, ha estado tan ausente.
Según el Código Civil, de acuerdo a la patria potestad que la ley les otorga, los padres, y solo ellos, tienen la obligación y el derecho de “velar por sus hijos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral, corregirlos moderadamente, representarlos, administrar y usufructuar sus bienes”.
Por tanto, los padres de familia no pueden renunciar a este poder conferido, a pesar de que por su cultura piensen que el castigo físico es normal, sus hijos jamás deben ser castigados ni siquiera por los docentes, bajo ningún argumento.
*Periodista y educador
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