Por Walter Castillo Chávez*
Hasta los años 60, los chicos que se portaban mal eran llevados por sus madres o abuelas, ante el guardia civil que rondaba el barrio.
Muy atento, el efectivo, dueño de apostura y buen trato, procedía a reprender al infractor y santo remedio. Tal era el respeto y la imagen que un policía inspiraba.
Después muchas cosas cambiaron: el uniforme, la selección de aspirantes, y debido a errores políticos y la descomposición social, ‘la benemérita Guardia Civil’ dejó de existir y con ella, su lema ‘El honor es su divisa’.
Por eso es que las noticias de hoy nos chocan: “Juez dictó 8 meses de prisión preventiva para el Suboficial PNP Christian Mochica Yana por haber solicitado una coima de 200 soles y favores sexuales a mujer que había efectuado denuncia en su comisaría”.
En febrero y marzo, los policías de tránsito Luis Fernando Córdova Aguilar y Miguel Paco Quispe, fueron sentenciados a cinco y seis años de prisión, respectivamente, por solicitar coimas a choferes ebrios.
La captura de la organización criminal “Los Magos del Misti”, permitió conocer que estaba integrada por los suboficiales Richard Torres Díaz, Carlos Chuquicondor Zambrano y otros colegas suyos, que garantizaban impunidad a la banda que robaba y comercializaba autopartes a gran escala.
El 6 de febrero, 2018, cinco agentes policiales de la PNP fueron sorprendidos embriagándose en el dormitorio colectivo de la Comisaría de San Jerónimo, en Cuzco.
Entre ellos, se encontraban las suboficiales de 3ra. Yudina Mamani Espirilla y Estefany Atayupanqui, que abandonaron su servicio de patrullaje en grave falta.
Por supuesto que hay policías honestos que acuden a ciudadanos en peligro, que hacen de parteros, de salvavidas, y muchos inmunes al soborno; pero desgraciadamente, el abrumador número de casos de corrupción y de inconducta policial nos hace preguntar hasta qué límites puede decaer la moral de quienes, según la Constitución, deben garantizar el orden y la seguridad ciudadana.
Ahora, más que nunca, luchemos para que el policía Eloy Vera Neyra y otros, sean emulados por nuevas generaciones y el lema vuelva a ser el honor y no el sueldo vil.
*Educador y periodista
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