Columnista: Edson Ortega
El audio de una conversación que recientemente salió a la luz, entre Eloy Aduviri, hermano menor de Walter Aduviri, y el jefe de Recursos Humanos del Gobierno Regional de Puno, Néstor Pacheco Mamani, pone nuevamente en el ojo de la tormenta a una gestión bastante precaria en su manejo cotidiano de la administración regional.
Podemos advertir que el hecho de grabar conversaciones, filmar circunstancias y tomar fotos de cualquier hecho, ocurre a diario, y no es una tarea exclusiva de los reporteros de los medios de comunicación, pues la tecnología se ha masificado de tal manera que cualquier evento puede ser registrado e inmediatamente difundido por las redes sociales de cualquier persona.
Sin embargo, no debemos perder de vista que la gestión pública y el manejo de las instituciones son una responsabilidad inmensa, pues el éxito o fracaso del resultado de las gestiones realizadas por el gobernante de turno arrastra y afecta a la población en general; por ello, es asunto delicado el poder contratar asesores de primer nivel para los gobiernos regionales, para lo cual se tiene recursos, como es el caso de PNUD.
Al parecer las voces que advertían que la gestión del actual gobernador regional tenía una alta influencia de su círculo familiar más cercano, se hacen veraces ante las denuncias y emisiones del audio que comentamos, y ya sabemos que el manejo de la cosa pública no puede ni debe recaer en entornos familiares.
Finalmente, un punto clave a analizar es el sentimiento de la población puneña, que al parecer toma esta noticia como un nuevo fracaso que tendrá una duración inevitable de cuatro años, y que alimenta una resignación y conformismo que ciertamente son un peligro para el imprescindible compromiso ciudadano.
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