Alfredo Sumi Arapa
I. “El problema sanitario del indio”
“Jamás señor ministro de salud, fue la salud más mortal…
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! Desgraciadamente, hombres humanos,
Hay hermanos, muchísimo que hacer”
César Vallejo
Planteamientos teóricos
El siglo XX inició con la discusión del llamado “problema del indio”, que sustentaba la condición atrasada de los indígenas del Perú, y que no era partícipe de los avances modernos de la sociedad. Había que plantear algunas soluciones para ir superando tal contradicción feudal y capitalista. Diversos estudiosos, alejados de la realidad indígena, propusieron alternativas espurias como la religión, la filantropía, la antropología, el derecho, la ética, etc. pocos son los intelectuales que establecieron derroteros históricos.
El pedagogo José Antonio Encinas había indicado que el problema del indio es un problema educativo, relacionado con el problema de la tierra. El educador Encinas confirmaba el planteamiento de José Carlos Mariátegui, quien sostuvo un enfoque socio-económico y como tal relacionado con la realidad agraria y consecuentemente la solución definitiva, estaría en la liquidación de la servidumbre y el latifundio, flagelos que azotaban a los indígenas.
Otros científicos fueron más precisos. Noam Chomsky, de origen norteamericano, dijo que el “problema del indio” es la remoción forzada de los legítimos propietarios de las tierras americanas, los “indios” que hace miles de años se establecieron en este continente.
Es decir, que el “problema del indio” es un problema histórico que viene desde la invasión europea en 1492 y que, ni aun con la independencia del Perú, en 1821, se habría superado.
Problema sanitario
En la tercera década del siglo XX apareció el médico Manuel Núñez Butrón para ser parte del debate del “problema del indio”, pero esta vez ya no desde el lado de la teoría, sino desde la práctica médica. Sostuvo que la solución es de carácter sanitario. Para el médico, tres elementos eran la base del problema indígena en la salud: el piojo, el pleito y el alcohol, consustancial a la suciedad, la enemistad entre sus semejantes, y el sopor de la conciencia.
El elemento más destructor de la vida del aborigen es la suciedad. “Un hombre sucio es más peligroso que un revólver en el bolsillo, porque está disparando balas mortíferas en mayor cantidad que una ametralladora. Los sucios, mugrientos, deberían estar de preferencia en la cárcel, antes que los mentirosos y ladrones. En lugar de robar una llama o un carnero roban la vida y con la vida se van todos los intereses. Las epidemias matan más que todas las guerras y los mugrientos son los portadores de esas grandes matanzas” (Runa Soncco, 1948, Nro 10). Por tanto, la solución a este flagelo lo estableció Butrón que radicaba en la higiene del cuerpo y la conciencia.
En ese entonces, la población indígena del altiplano de Puno, pasaba por una gravedad insoportable: explotación, despojo, epidemias (tifus y viruela) y muertes por causas del gamonalismo sin que el Estado peruano pudiera intervenir en la salvación de las vidas de los campesinos.
Manuel Núñez Butrón, fue al encuentro del “indio” para salvar sus vidas. Creó y preparó un movimiento sanitario, en brigadas, para atender en higiene, tratamiento, curación, recuperación y, prevención a las masas campesinas en los últimos rincones del altiplano. ¿Quiénes eran estos rijcharys? Eran los curanderos, médicos andinos del interior mismo de las masas indígenas, quienes se transformaron en la convicción del progreso del indio
Luego, para difundir el trabajo de los “rijcharys” fundó la revista de sanidad rural denominada “Runa Soncco”, que significa ‘Corazón de Indio’, por el profundo amor que tuvo en la solución de su problema.
¿La sanidad es un problema principal del indio? Manuel Núñez Butrón, hizo labor de medicina social. Al iniciar esta tarea, enfocó la práctica desde el campo exclusivamente médico. Sin embargo, para enrumbar dicho trabajo médico, se imbuyo de una doctrina social favorable al indio, que fue suministrada por el histórico “Grupo Orkopata”, que difundió el ideario indígena a través del “Boletín Titicaca” durante 1926 a 1930, época en que el médico social frecuentó la ciudad de Puno, y se relacionó con los miembros de dicho grupo lacustre. Posteriormente, al iniciar la década de 1940, se vinculó con el “Instituto Indigenista Interamericano” cuya sede fue México (Calsín, 2000) y, saludó y asistió al II congreso indigenista realizado en Cusco en 1948. Por su puesto, la doctrina indigenista fue encausando su concepción hacia derroteros históricos.
Conforme fue avanzando la labor social de Manuel Núñez Butrón, éste arribó a similares conclusiones que el pedagogo Encinas, es decir, el problema del indio es una cuestión sanitaria relacionada con el problema de la tierra, con la solución de la limitación agraria, con la liquidación del gamonalismo. Así sostiene el artículo titulado: “cómo habla el indio de hoy”, en el Nro 10 de la revista Runa Soncco, señala: “la supervivencia del feudalismo, que aún subsiste en el Perú, es una de las causas motrices del índice tan elevado de litigantes, del desarrollo del tinterillaje y de la explotación inicua del aborigen”.
Y como quiera que Núñez Butrón señalara que la pleitomanía es una de las manifestaciones del mal estado del indígena, aquel influyó considerablemente en su salud mental. Así mismo, comparó el mal estado sanitario con la servidumbre, dice: “los gamonales más grandes que tenemos en la altipampa son: el piojo, el alcohol y el pleito”.
De esa manera, el ideario indígena de Manuel Núñez, ya no se redujo al problema de la salud, sino rebasó este ámbito para plantearlo en términos integrales y doctrinarios. Con sus arengas del “Rijcharismo” buscó la redención histórica del indio, proveniente de una tradición milenaria, cuyo futuro magno estaba cerca si despertaban del letargo de siglos de ignorancia, opresión y suciedad.
II. Ensayo de medicina social
La formación académica de Butrón
Manuel Núñez Butrón, vio la luz en Samán a inicios del siglo XX. De la misma forma, vio las primeras luces del saber en esta tierra; en seguida pasó al Centro Escolar 1121 de la provincia de San Román, para hacer la mayor parte de la educación Primaria. De 1913 a 1917, hizo la secundaria en el Colegio San Carlos de Puno, donde habría pergeñado su profesión del futuro, la medicina humana, que le permitiría crear el “Rijcharismo” 15 años después.
No sabemos con precisión cómo escogió la profesión médica; sin embargo, los acontecimientos sociales ocurridos al promediar la década de 1910, debieron ser clave para optar por dicha profesión. En Platería, el adventista Fernando Stahl, contra viento y marea llevaba servicio médico a las poblaciones indígenas de la zona junto al dirigente campesino Manuel Camacho. Así mismo en Samán, Caminaca y Achaya en 1913, ocurrieron “levantamientos campesinos” en contra de la hacienda San Juan de propiedad Mariano Abarca Dueñas y, que en 1915, Teodomiro Gutiérrez Cuevas (Rumi Maqui) proclamó la “Restauración del Estado Confederado del Tahuantinsuyo” en Samán. Indiscutiblemente estos sucesos debieron marcar el futuro de nuestro joven personaje.
El joven Manuel María, en 1918 viajó a la ciudad blanca para realizar estudios de premédicas en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, tal vez la ciudad mistiana le fue familiar, pues sus padres eran originarios de esta región: Guillermo Núñez y Rosa Butrón, de Yanahuara y Cayma, respectivamente. Luego, se embarca hacia Lima en 1920, para tentar una vacante en la Facultad de Medicina en la Universidad Mayor de San Marcos; sin embargo, el estado de reivindicación de los universitarios confrontados con el gobierno central por la “Reforma Universitaria”, hizo que la “universidad” se recesara en aquel año, frenando el ímpetu estudioso del joven samaneño.
Cuando Manuel Núñez Butrón, llegó a Lima en abril de 1920, se hospedó en la casa de José Antonio Encinas durante ese semestre, quien al momento era diputado de la nación y vocero de la juventud universitaria. En ese ínterin, luego de varias conversaciones entre sus compañeros de carrera deciden viajar a España, para estudiar medicina en la Universidad de Barcelona. El viaje se realizó en septiembre de aquel año, e inmediatamente inició estudios de Medicina, pues la apertura del año académico en aquella localidad inició en ese mes primaveral.
De acuerdo a los estudios realizados por David Frisancho Pineda, sobre la estadía de Manuel Núñez Butrón en la Universidad de Barcelona, la carrera médica lo hizo en cuatro años, culminando en septiembre de 1924. Las asignaturas cursadas son exclusivamente de Medicina y con muy buenos calificativos. Debemos señalar, también, que en el plan curricular seguido no se encuentra asignaturas de áreas humanísticas o de ciencias sociales.
Este modelo pedagógico de enseñanza de la medicina limitada al ámbito biológico y clínico de aplacar solo la enfermedad, fue predominante en aquella época, propuesta por Abraham Flexner, tanto en Estados Unidos, como en Europa. Esto es justificable, pues la tendencia positivista o reduccionista de la ciencia estaba iniciando, pero no tiene explicación en la praxis médica de Manuel Núñez Butrón. El “enfoque social” de “medicina” que aplicó después fue adquirido de manera extraacadémica, aunque con la salvedad de que algunos de sus profesores eran prominentes personajes de la biología y pediatría española, quienes habrían inspirado en la vocación social del adalid de los indígenas.
Titulado en Medicina y Cirugía el 7 de marzo de 1925, pasado los 25 años de la edad, alistó maletas para su retorno al Perú. Con una breve estadía en Lima, en la sanidad militar y escolar, en septiembre de ese año el flamante médico ya se encontraba en Juliaca. Allí, en la Ciudad de los Vientos, abrió su primer consultorio, pero empezó a frecuentar en la ciudad lacustre, Puno. En abril de 1926 es nominado Médico Titular de la Provincia del cercado de Puno, en reemplazo temporal de otro médico.
Inicio de su labor médico social
Durante seis años trabajó de Médico Titular “solitario” en las provincias de Azángaro (1927), Huancané (1929), Lampa (1931). Recorriendo los sinuosos parajes del altiplano a pie, a caballo, en moto y en automóvil. Allí, reconoció el estado trágico de la salud del aborigen, a cuya solución se entregó definitivamente a: “Curar enfermedades infecciosas de los indígenas específicamente el tifus que era el que más mortandad producía entre la gente campesina y de este modo liberarlos de este flagelo”, así describió el profesor José Portugal Catacora el objetivo principal e inicial de Butrón que buscaba superar. El aborigen ignoraba el origen microbiano de esta enfermedad, la forma de contagio, su tratamiento; el Médico Titular Butrón explicaba la naturaleza y la forma de aplacar esta enfermedad a través de la vacuna inventada por Jenner.
Posteriormente Butrón enfrentó otras enfermedades endémicas y epidémicas como la: “tuberculosis, coqueluche, sarampión, viruela, gonorrea, tifoidea, disentería, meningitis, neumonía, erísipela, etc.” (Runa Soncco, Nro 10, 1948). Eran muchas enfermedades que había que afrontar. Sin embargo, el “médico social” no se abastecía para acudir a toda la población, tampoco la población entendía la “labor médica” a favor de ellos, y omitía los preceptos dados en la higiene.
Así que Butrón amplió su táctica de llegar con efectividad a las masas pidiendo el certificado de vacunación para cuyo caso tendrían que acercarse a un puesto de vacuna de forma obligatoria y también necesariamente tendrían que asistir a ella de manera aseada e higiénica. No todos lo hacían, quedaba una inmensa masa. Butrón no se sentía satisfecho, al punto que tuvo que sostener que la vacuna sirve para todos los males del aborigen. Solo así comprendieron la “labor social de la medicina”.
El médico titular salió al campo en campaña sanitaria, de comunidad en comunidad, para dictar charlas de salud y en el proceso,al mismo tiempo, vacunarlos, aconsejarles y alentarlos en la prosperidad. Pero, el “indígena desconfiaba de la palabra de un extraño” y no asistían a las “campañas médicas”. Tenían razón porque secularmente el mestizo extraño los oprimía y era raro ahora que alguien que no es de su medio les hiciera el bien. Para Butrón se presentó el abismo entre lo urbano y lo rural, entre el mestizo y el indio, y esto frenaba su labor social. Una vez, señaló: “no conseguimos nada, más es el gasto que ocasionamos”.
Manuel María no se arredró frente a este abismo de mestizo e indio y a este freno en su “labor médico social”, ya era un convicto en la solución del problema sanitario del indio. Pues, el ideario indigenista del entonces “Grupo Orkopata” dirigido por Gamaliel Churata, habrían iluminado la conciencia del Médico Titular que, desde 1926 a 1930, a través del Boletín Titicaca difundía la doctrina indígena de la redención americana. Inferimos este hecho de la labor del dramaturgo Eustaquio Rodríguez Aweranka, quién fuera miembro de esta agrupación y, posteriormente miembro del “movimiento rijchary” creado por nuestro médico.
Creación del movimiento rijchary
Por fin, para la historia de la “medicina social”, llegó el año 1933. Manuel Núñez Butrón, fue nombrado Médico Titular en la joven Provincia de San Román, en su sede capital, la ciudad de Juliaca. Fue el espacio geopolítico apropiado para una “labor social” final en beneficio de las multitudes indígenas que marcará época en el mundo.
Así, emprendió el trabajo de acercarse a los curanderos indígenas para explicar de los beneficios de la “medicina moderna”, y enaltecer los efectos de la “medicina andina, mágica y herbolaria” y, que si se organiza metódica y sistemáticamente será efectiva para enfrentar las enfermedades que abaten al aborigen. Atraídos y convencidos, los curanderos son invitados a la casa de Manuel Núñez Butrón en Juliaca para asistir, todos los domingos, a las charlas que dictaba sobre salud.
A las “asambleas dominicales”, desde lejanos lugares y a marchas de horas, noches o días, los curanderos asistían sagradamente a las “charlas” de Manuel Núñez Butrón. El contenido de estas conferencias eran la educación en la “medicina social”: higiene corporal y mental, el origen microbiológico de las enfermedades, el tratamiento del enfermo, la vacunación antivariólica, la rehabilitación del paciente, la promoción de la salud; cómo fabricar jabones para la higiene, el vigor para enfrentar el agua fría y lavarse, cómo eliminar los piojos; hasta incluso persuadió a realizar actividades artesanales para complementar con ellas para tener buena salud.
Les indicó a los asistentes a las “charlas” que el enemigo del indio es la suciedad que los hace repugnante, atrae a los piojos y debilita el cuerpo humano; la pleitomanía, que los hacia enemigos entre sus semejantes; el alcohol, que los adormecía la conciencia. La nueva bandera indígena son el jabón y el peine, el lápiz y cuaderno para despertar en la higiene corporal y mental, en la salud y la educación.
Terminaba las “charlas dominicales”, ya sea en su casa, ya sea en la plaza pública de Juliaca con las siguientes arengas: ¡Rijcharychis! ¡Rijcharisun! ¡Rijcharisunpuni!; ¡Despertad! ¡Despertemos! ¡Despertemos siempre!
Después de muchas “asambleas dominicales”, llegó el momento de hacer tangible el movimiento de sanidad altiplánica “rijchary”. A continuación, se pasó al nombramiento y conformación de la primera brigada sanitaria de manera formal, solemne y en acto público entregándoles el documento e imponiéndole el brazalete de la “Cruz Roja” a cada miembro de la brigada.
Formaron parte de la primera promoción “rijchary” en la parcialidad de Isla Eusebio Cutipa, Benito Cutipa, Melchor Cutipa, Joaquín Coaquira, Pablo Mamani, Petrona Mamani y Nicolás Rojas; así describe Frisancho Pineda. Posteriormente, Josefina Aquino y Damián Aquino, todos ellos para realizar el servicio de “cuidar la salud pública”.
De esa misma forma, se fueron creando otras brigadas en distintas parcialidades; en 1937 existían en Sollata Rancho, Uno Colla, Chacas, Taran, Escure, Ayabacas, Collana de Juliaca, Collana de caracoto, Collana de Cabana, hacienda Chañocahua, Kía, Jatun Cachi, Uchuy Cachi, etc. Cada brigada por parcialidad estaba constituído de cinco a diez “rijcharys” al mando de un “tucuyricuy” o “supervisor”. Cada “rijchary” tenía a su cargo una sección de la comunidad teniendo que realizar visitas domiciliarias y realizar la labor de despertador del indio. Tenían su junta directiva organizada jerárquicamente.
Esta experiencia de conformación de médicos andinos para la labor social de solidaridad de despertar a las masas campesinas es inédita y singular en el Perú, y aun en otras partes del mundo. La época de 1935, cuando no existían centros de formación profesional en medicina, no podía hacerse otra cosa que las propias “masas campesinas” desarrollar la “medicina social”. Pues, José Carlos Mariátegui lo había anunciado así, que el “problema del indio” pasa por una solución social y sus realizadores serán los propios “indios”.
La escasez de profesionales de la medicina también justifica la conformación de las brigadas sanitarias indígenas. De una población de 645,385 habitantes en 1940 en Puno, sólo existían 26 profesionales; en 1935 se tenía 9 médicos, 1 obstetra, 9 vacunadores y, 1 enfermera (Cueto, 2006). Esta escasez de personal sanitario ocurría en todos los departamentos de los andes del Perú.
Otro tanto singular es la inspiración social de los “rijcharys”, el de buscar la liberación social del aborigen. Manuel Núñez Butrón, estableció cinco normas de comportamiento en la redención del indio que los “rijcharys” tenían que infundir en su labor “ama swa” (seamos honestos), “ama llulla” (seamos verídicos), “ama kella” (seamos trabajadores), “ama makanakuj” (seamos solidarios) y “ama kelly purej” (seamos limpios).
Esto es “medicina social”, considerar la salud de las masas indígenas como una cuestión política, el de buscar el rescate del indio, el de usar los recursos del medio, el integrar a la población, el médico que no busca selectivamente a sus clientes, adaptando la “medicina moderna” con la medicina popular, etc. (Castillo, 1979). El propio Butrón consideró la concepción “médico social” de ese modo en el artículo titulado: “el médico titular”, suscrito en Runa Soncco Nro 3.
De la misma forma, el francés Paul Rivet, como también el azangarino Lisandro Luna, lo consideraron fundador de la “medicina social”. Nosotros en procura de sustentar.
No existe experiencia académica alguna como la desarrollada por Manuel Núñez Butrón, en la formación de médicos sociales populares. Si fuera el caso la realidad sanitaria del Perú, sería otra. Pero, la formación médica en el Perú de hoy tiene una tendencia opuesta a la “medicina social”, más bien centrada en el biologismo de las enfermedades, por tanto, no emulará la experiencia de Núñez Butrón.
Si, Manuel Núñez Butrón hubiese concretado llegar parlamento del país habría propuesto una política académica, como la “Escuela Latinoamericana de Medicina” (ELAM) de hoy, en la “formación profesional” de “médico social” y resuelto el problema de la “salud pública” en el Perú. Su experiencia sanitaria de 1933 a 1937 lo demuestra; con los escasos recursos que tuvo y en medio de precariedad tecnológica y dificultades políticas, su trabajo de formación de los “rijcharys” o “médicos sociales del ande”, fue exitoso.
La obra rijchary
Los “rijcharys” se dirigían al campo, de cabaña en cabaña pronunciando la arenga ¡Rijcharychis! Se paraban sobre un montículo y de allí llamaban la atención, al principio pocos los escuchaban, sólo los perros, luego los niños ,finalmente, los adultos y acudían al llamado a una faena sanitaria. El sanitario los hacía lavar, los vacunaba y los rasuraba el cabello.
En otras oportunidades en una plaza o un espacio acondicionado, como invitados de los “rijcharys”, Manuel Núñez Butrón y Eustaquio Rodríguez Aweranka, les hablaban cómo curar las enfermedades, cómo preservarlas con la higiene, cómo despojarse de los vicios del alcohol y la coca y, como adquirir los medios para superar la vida primitiva (Portugal, 2013).
Núñez Butrón, mostraba una cartulina con el dibujo de un piojo enorme, señalándolo que ese era el parásito que transmitía de una persona enferma a otra persona sana la enfermedad del tifus. Otras veces mostraba a un niño,
explicaba las consecuencias de la suciedad que albergaba a los piojos y señalaba las bondades de la higiene y el bienestar del cuerpo humano.
Les induce a utilizar jabón y agua para combatir la suciedad, al punto que les enseñaba a fabricar esos detergentes de barras. Tanto fue la motivación del “Rijcharismo”, que los mismos asistentes empezaron a discutir en el despertar de la conciencia, en la educación de la lectura y escritura y su decisión de aprender para cultivar la mente. Luego de las charlas, como es de orden, pasaba a vacunar, poner inyecciones, sacar muelas, rasurar los cabellos, lavar a los sucios y eliminar los piojos.
Lo singular de estas faenas era la eliminación de piojos. Butrón fabricó un crematorio de parásitos, con un cajón de lata atravesado por un palo. Se calentaba la caja de lata a base de leña en un horno rústico: “una vez prendido el fuego colgaba en el travesaño la prenda llena de piojos y colocaba el cajón sobre el horno. El ambiente de alta temperatura producido por el primitivo crematorio mataba los piojos que caían de la prenda de vestir del enfermo y morían por centenares” (Portugal, 2013). La ropa se lavaba y se devolvía al dueño. Estos hornos fueron edificados en el norte y al sur de la ciudad; en otros casos los “rijcharys” implementaron sus propios crematorios en las parcialidades.
Al final de la jornada sanitaria, como símbolo de la lucha contra la suciedad corporal y la ignorancia mental, se entregaba a los participantes jabón y peine, lápiz y cuaderno, para “rijcharizar” la salud y la educación.
Muchas otras labores realizaron los “rijcharys”. Crearon las escuelas rurales en distintas parcialidades, implementaron huertos experimentales, censos de población, teatro al aire libre, bibliotecas ambulantes, festejo del día del indio, y sobre todo la edición de la revista “Runa Soncco” [Runa Sunqu].
En las escuelas rurales se enseñaba a leer y escribir, cuyos profesores eran de las filas indígenas quienes sabían leer y escribir; al mismo tiempo se enseñaba oficios en agricultura, ganadería, artesanía, horticultura, geografía para el comercio entre pueblos vecinos, peluquería, sastrería, zapatería, carpintería, etc. Los gastos de salario de profesor eran asumidos por los propios comuneros. Además, en esas escuelas eran instalados los huertos experimentales para mostrar las bondades de las verduras: cebollas, lechuga, repollos, etc.
El teatro al aire libre era una forma efectiva de educación sanitaria; fue encargado de preparar y presentar Eustaquio Rodríguez Aweranka, reunía a grandes masas de personas, quienes se deleitaban con la actuación de los niños y adultos en el idioma quechua, cuyo mensaje eran loas a la limpieza y crítica a la suciedad.
Las bibliotecas ambulantes fueron llevadas a diversos pueblos de manera itinerante que prestaba servicio bibliográfico para la lectura. La gente que solicitaba estos materiales de lectura consistentes en periódicos, libros, folletos, y cartillas se sentían satisfecho y realizado con las informaciones que adquiría. Con esta acción los “rijcharys”, “rijcharizaban” la conciencia del indio.
La fiesta del indio, fiesta de los “rijcharys” se realizaba los 24 de junio de cada año. En ella se comprobaba anualmente los progresos alcanzados de la labor de los “rijcharys”, al mismo tiempo que encuentro amistoso entre comunidades demostrando mayor limpieza, mayores escuelas, mejores presentaciones artísticas. Esa fiesta tenía una programación especial; se iniciaba con el himno nacional en quechua, discurso de Manuel Núñez Butrón, diversas participaciones artísticas, intervenciones de los campesinos sobre su transformación, almuerzo general en base a viandas andinas. Al finalizar la actividad, como es de orden, se entrega jabón y peine, lápiz y cuaderno.
Todas estas actividades descritas, tuvo un ingrediente especial que difundía dicho trabajo. Se trata de la edición de la revista de sanidad “Runa Soncco”; en ella escribían los propios “rijcharys” el ideario que sustentaba su trabajo. Todo el contenido trata de la vida indígena con un nivel técnico nada envidiable a los periódicos de las grandes urbes. Se editaron 10 números, el primero en abril de 1934, y el último el 24 de junio de 1948. “Runa Soncco” fue el alimento espiritual del indio, una luz en la solución del problema indígena.
De esta forma se llevó la labor ”rijchary”. No solo referido al bienestar físico, sino también al bienestar mental y social del aborigen en búsqueda de su redención. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como su concepción sanitaria el bienestar físico, mental y social de la persona, establecida en 1946. Manuel Núñez Butrón, mucho antes de ese año había ido construyendo y estableciendo el concepto de “salud”, que no solamente es la “ausencia de enfermedad”, sino sobre todo la “armonía benéfica” entre el “cuerpo” y la “mente” y el equilibrio social del hombre.
El reconocimiento mundial de Alma Ata
En 1978 se reunieron 3000 delegados, de 192 países en la ciudad Soviética de entonces Alma Ata, República de Kasajastan, para evaluar el estado de la “Atención Primaria de la Salud”. El alma de aquel magno evento sanitario fue un peruano, el Dr. David Tejada Riveros, miembro de la Organización Mundial de la Salud. Los preparativos para la conferencia duraron años, tras diversas tensiones políticas, demandó un gasto de dos millones de dólares
David Tejada, como organizador de la conferencia, preparó al detalle cada paso de dicha actividad. Indagó diversas experiencias de “Atención Primaria” de la Salud en el mundo. Encontró a un médico en Puno, “Carlos Cornejo Roselló” quién en 1978 estaba “emulando” la “experiencia sanitaria” de Manuel Núñez Butrón, lo buscó y lo invitó a asistir a dicho evento mundial.
En dicha actividad se presentaron tres experiencias de “Atención Primaria de la Salud” o similares en el mundo: la República de China, la de Tanzania en África y, la de Perú en América Latina. La “ponencia” sobre “Manuel Núñez Butrón” fue presentada por el Dr. David Tejada Riveros (Neyra, 2005). A partir de estos hechos el “médico puneño” fue declarado “Pionero de la Atención Primaria de la Salud en el Mundo”.
La “Conferencia de Alma Ata” reafirmó el concepto de “salud” como completo bienestar físico, mental y social del hombre. Allí se estableció la “Atención Primaria de la Salud” como mecanismo para alcanzar la meta salud para todos al año 2000. Así mismo, se remarcó que la forma de resolver los problemas sanitarios de la población consisten en brindar servicios de “promoción, prevención curación, rehabilitación, y de urgencia”.
Los gobiernos suscribieron la “Declaración de Alma Ata” comprometiéndose en implementar los servicios de “Atención Primaria de la Salud”. En Perú, en 1981, el gobierno emitió un documento como propuesta de implementación de los “Módulos de Atención Primaria de Salud”. A su vez, la Ley de salud de 1986, destacó la “participación popular en programas de salud”. Luego, vinieron los años 1990, que cambió drásticamente las políticas sociales en nuestro país tendiente más bien a la privatización de la salud y quedó en el olvido el compromiso asumido por el gobierno peruano en “Alma Ata”.
En el año 2008, con motivo de cumplirse los 30 años de la declaración de “Alma Ata”, David Tejada Riveros evaluó el avance de las metas establecidas en 1978. Sostiene, que la “Atención Primaria de la Salud”, es más necesaria que nunca, y que no se han cumplido los compromisos suscritos en aquella fecha. Por tanto, consecuente con el reconocimiento pionero, la experiencia de Manuel Núñez Butrón, es “vigente en pleno siglo XXI” y “supera” en creces la “Declaración de Alma Ata”.
“Es el hombre de alma cristalina, límpida y fluida, por eso dio de si lo que dio…Médico de todos en cualquier instante”
José María Arguedas
III. La doctrina Rijchary
Una doctrina es un conjunto de ideas filosóficas (ideario) que permiten una acción política y ética. En este sentido, la doctrina de Manuel Núñez Butrón es la filosofía humanista que busca el bien de los hombres, su desarrollo multilateral y sobre todo el reconocimiento de la dignidad humana. No en vano creó el concepto de “Runa Soncco” [Runa Sunqu], como corazón de indio o corazón de humanidad; y para su práctica política y ética creó el concepto de “rijchary”. Es un humanismo peculiar de los andes.
El ideario se sintetizó en el concepto “Runa Soncco” y “rijchary” del cual se desprende un conjunto de guías, normas y políticas en torno a la solución del problema del indio.
“Rijchary” es el heraldo de los actos del “indio” que en todo momento anunciará la proclama “Rijchary, Rijcharisun, Rijcharisunpuni”. Asu vez, “rijchary” le decían: “al pobre, andrajoso, piojoso, falto de voluntad a fin de que trabaje, esté limpio y tenga más iniciativas necesarias para progresar” (Runa Soncco, Nro 6). “Rijchary” tiene que estar en contra de los excesos del alcohol y la coca; y a favor del lápiz, cuaderno, jabón y peine.
“Rijcharisun” se le dice al que se cree “civilizado”, ya sea rico o pobre a fin de que no olvide su origen cultural al que pertenece y que a cada minuto necesitamos despertar.
“Rijcharisumpuni” para darnos cuenta del origen de nuestra civilización que es una de las más telúricas e importantes del mundo, que heredamos monumentos admirables y que son muestra de lo que podemos ser los más distinguidos de la nación en el futuro.
La misión despertadora es hacer conciencia de la salud por ser la base primordial de todo progreso (Runa Soncco, Nro. 9, 1946). “Rijcharicemos” para: “no ser flojos, mentirosos, ladrones, pleiteistas, ni sucios. Si lo somos para corregirnos; si no lo somos para enseñar. Por último, “rijcharisunña” se refiere: “aprendiendo a leer y escribir porque la ciencia nos espera par que seamos grandes”.
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