(CONTINUACIÓN)
Si los actuales aborígenes Hiwi, que viven en la región, son descendientes de los antiguos pueblos que plasmaron las pinturas rupestres y las manifestaciones arqueológicas que mostramos en exclusiva para Mundos Ocultos #21, esas muestras artísticas podrían estar relacionadas con ciertos ritos sobre las costumbres practicadas por los chamanes del grupo.
Como en la cultura occidental, los indígenas poseen ciertas creencias, sobre el hombre, la naturaleza y sus costumbres. Entre los hiwis, los mágüaris son los guardianes de la naturaleza, según ellos tienen aspecto humano y viven en el aire, son dueños de la flora y la fauna y por ello deben ser tratados respetuosamente.
Cuando los hombres no obedecen, estos, les envían enfermedades e incluso la muerte, solo los chamanes están en capacidad de apaciguar a los mágüaris y curar enfermedades.
Por regla general son hombres y algunas veces alguna mujer anciana. El curandero o chamán se ponen en contacto con los espíritus a través de sustancias alucinógenas, y se trasladan a lugares muy apartados a practicar sus ritos, a veces en abrigos rocosos situados en las montañas altas, donde entran en trance y realizan algunas de las pinturas.
Antes de ingerir drogas (como el yopo) el chamán debe ayunar y abstenerse de prácticas sexuales, igualmente debe someterse a una limpieza espiritual y corporal consumiendo brebajes vomitivos.
El chamán diagnostica en sus visiones la enfermedad o respectivamente sus causas y el probable causante, curando de esta forma a su paciente con sus cantos, estos hacen referencia a algún animal ligado a la enfermedad, también tocan las maracas que representan la voz de los espíritus y en el caso de las pinturas rupestres, trasladan sus visiones realizando figuras de la más diversa índole.
Según las creencias culturales de los aborígenes hiwis, todos los seres humanos y animales poseen dos almas ‘yetbi’ y ‘búmpe’. La primera es invisible y abandona el cuerpo mientras se duerme para aparecer en los sueños de otros hombres. La segunda se separa del cuerpo con la muerte, esta viaja a la morada de ‘Kuwai’, el creador supremo, una suerte de cielo en donde goza de plenitud y abundancia de alimentos. Cuando un chamán muere, su ‘búmpe’ va a vivir dentro de una gran serpiente en el fondo de algún río.
Dentro de las creencias de los hiwis destacan los héroes civilizadores, entre otras figuras míticas destacan: Yámaxa, espíritu del trueno y creador de las serpientes; Dowáti, ser maligno devorador de almas humanas; Kulivakúa, ladrón de cadáveres. Masiphére, es el esquelético enviado de la muerte.
A este grupo pertenece una serie de espíritus malignos, grotescos, que invaden temporalmente a los hombres, causando enfermedades.
Existen otras figuras míticas como los Mánu, padres de los ríos y protectores de los animales.
El chamán hiwi escoge su profesión o la hereda de su padre en un largo proceso de aprendizaje que debe pagar con bienes materiales o trabajo. Los instrumentos esenciales de su poder radican en una piedra mágica llamada wánali.
Se trata de un fragmento de roca cristalina. Con solo agitar esta piedra, el chamán puede causar enfermedades o matar a sus enemigos. Esta le sirve para descubrir y castigar al responsable de una muerte.
El mal de ojo es causado por la mirada de un chamán maligno. Este es la fuente de todas las enfermedades graves, su cura amerita la intervención del curandero y de sus espíritus auxiliares
Málike y Málikai y un tratamiento que incluye danzas, cantos, toque de maracas, soplos masajes, succión e ingestión de plantas medicinales.
Quizás muchas de las manifestaciones artísticas de Agua Dulce nos reflejen todas estas costumbres milenarias heredadas por los aborígenes hiwis, actuales moradores de esta región de la amazonia venezolana.
Despedirse del abrigo precolombino de Agua Linda, no es tarea fácil, ese lugar tan mágico nos dejó cautivados. Poco antes del regreso, nuestro guía Pedro nos mostró una hendidura en el abrigo, debajo de unas pinturas donde apenas caben dos personas delgadas de pie.
Pedro nos dijo que en dicho lugar él se introducía cuando subía al lugar y se cargaba de energía.
Él y Santiago se metieron y según me informaban los dos sentían un gran placer espiritual introducidos en aquel lugar, yo no me atreví a tanto pues prefiero respetar esos lugares. Eso sí saqué mi péndulo de cuarzo y al ponerlo en el lugar empezó a girar como loco lo que nos dejó a los tres sorprendidos. Pedro no sabía ni conocía el uso del péndulo y le enseñé a practicar con él. Fue así como me confesó que su padre había sido chamán del grupo y que había aprendido muchas cosas con él.
Ya de regreso y en el poblado, Pedro y yo no dejamos de conversar sobre experiencias mágicas y la práctica del chamanismo entre los aborígenes actuales, él me manifestó que ya apenas quedan indígenas que conozcan esas prácticas, y la mayoría de los pocos que hay, principalmente los residentes cerca de las grandes poblaciones, han terminado comercializando sus saberes y prácticamente estos se están perdiendo poco a poco, y quizás un día desaparezcan totalmente.
Comentario sobre post