Hoy 14 de junio, se cumplen 17 años del inicio de la emblemática gesta popular, ‘Arequipazo’, que puso en jaque al gobierno del expresidente Alejandro Toledo en su afán de minimizar a quienes se oponían a la privatización de la Empresa de Generación Eléctrica de Arequipa (Egasa).
Entonces, los peruanos y principalmente los arequipeños, tenían presente el desempleo que causó la privatización de otras empresas estatales en el gobierno de Alberto Fujimori, y de la opresión de su dictadura hacia las manifestaciones y sindicatos.
El analista Jorge Bedregal La Vera recuerda que se tenía la intención de privatizar la Caja Arequipa, pero, el recelo hacia el modelo neoliberal implantado por el exmandatario, se atizaba en la intervención de los servicios básicos.
Sin embargo, las promesas ‘populistas’ de Toledo y su empeño por vender Egasa a una empresa belga, levantaron a los arequipeños a punto de ‘cacerolazos’ y en muchos casos, en actos de violencia y disturbios en que murieron dos jóvenes.
Tal fue la paralización de la ciudad, que Bedregal afirma que solo puede ser comparada con la revolución de 1950, y no cree que vuelva a repetirse.
El lema de las protestas fue defender la dignidad de Arequipa. “La torpeza del prefecto Luis Gutiérrez Cuadros afirmando que quienes protestaban eran sólo cuatro gatos, indignó a los arequipeños”, recuerda el historiador.
A pesar de que el 16 de junio de 2002 se dispuso el estado de emergencia, en Lima se desconocía la magnitud del conflicto.
Arequipa había quedado al mando del jefe de la Tercera Región Militar, el general Óscar Gómez de la Torre.
Solo cuando el siguiente lunes 17, llegó una comitiva encabezada por el entonces arzobispo de Arequipa Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, e integrada por el ministro de Relaciones Exteriores Diego García Sayán, y el vicepresidente Raúl Diez Canseco, se dieron cuenta de la realidad.
El bus que los trasladaba rumbo al colegio San José, fue apedreado.
La tensión social hizo que el 19 de junio, el Gobierno firmara un acuerdo con las autoridades y dirigentes sociales para suspender la privatización.
POST AREQUIPAZO
Se discute del saldo social que dejaron estas masivas manifestaciones.
Para el historiador, hubo pocos resultados positivos como el impedimento de la privatización de Egasa para quienes protestaban.
Por otro lado, “nos educó políticamente y desenmascaró a algunos dirigentes que encabezaron el Frente Amplio Cívico de Arequipa (Faca) como Luis Saraya”, apunta.
El dirigente se había aliado luego con el excongresista Gustavo Rondón Fudinaga; lo cual puede considerarse una contradicción por la inclinación fujimorista del último.
Bedregal también sostiene que el liderazgo actual de los sindicatos no es el mismo. “Eran parte importante de la sociedad civil, pero sus ideales fueron licuados por la mediocridad y chatura de sus dirigentes”, agrega.
Por ejemplo, no ubica el rol actual de los protagonistas del Faca. “No sabemos ya nada de quienes encabezaron la lucha como Luis Saraya, ni Gerónimo López, quien luego fue parte de la Federación Departamental de Trabajadores (FDTA)”, señala.
Lamentó que no haya quedado el germen de esa movilización, mientras “hoy los arequipeños se pelean con los venezolanos y juzgan a los puneños, volvimos a nuestras trincheras a pelearnos entre nosotros. El Arequipazo no dejó huella política”, sostiene Bedregal.
Por su parte, el actual representante del Faca, Ramón Pachas Vela, afirma que el Faca sigue en pie y que pretende dejar el cargo en el presente año, luego de mantener el liderazgo desde 2005.
“Teníamos bases y como aliados a miembros del Sutep y de la FDTA, pero por motivos políticos y personales de los dirigentes, la unión se disgregó”, recuerda.
Para Pachas, Yamel Romero Peralta y Daniel Vera Ballón fueron los ganadores políticos del Arequipazo.
Yamel fue uno de los fundadores del Faca en 1999. Luego del Arequipazo en 2002, fue elegido alcalde provincial ese año. Mientras, el segundo fue elegido presidente regional.
Si en algo coinciden ambas figuras es que el conflicto social Tía María no ha tenido el mismo efecto que el Arequipazo, debido a que “los ciudadanos hoy piensan y actúan cada uno por su lado”.
Pachas afirma que los malos antecedentes de la empresa minera Souther y la falta de diálogo mostrada desde un inicio, dividió a la población de Cocachacra.
Hoy, la misma Arequipa está polarizada y luego intensas marchas en 2005, el gobierno aún tiene el proyecto cuprífero en la mesa.
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