El celebrado pintor indigenista Raúl Sukapuka Apaza, desde sus inicios, dirigió su atención a la composición y al estudio del color.
Se ha concentrado en retratar rincones, calles, campos de pastizales del altiplano puneño, o personajes cargados de tensión; se caracteriza, asimismo, por haber alcanzado un pleno dominio de su propio estilo, lenguaje y técnica dentro de un contexto universal.
Su pintura ha evolucionado dentro de los cánones estéticos. Las técnicas y destrezas que posee, expresan una extraña fuerza humana, destinada a pintar el espíritu y la mirada del poblador andino.
Todo fluye en su arte: imaginación, abstracción, mensaje, lo subjetivo y subconsciente, la imagen percibida mediante los tonos, las líneas y los colores.
Raúl Sukapuka es un hombre multifacético. Su atelier está lleno de obras de pintura cargadas de una energía demoledora, con colores surgidos del corazón y no de la simple contemplación.
“Estos días pintaré a un grupo de grandes ‘chamanes’ del altiplano, que adivinan el futuro del desdichado, porque su naturaleza está hecha de ese modo; serán hombres toscos, y quisiera poner en el cuadro el aprecio, el cariño que siento por ellos”, dice Sukapuka.
Y añade: “Los pintaré tal cual son, o sea, tan fielmente como pueda; ahora bien, el cuadro no sé si será bien acabado, porque para terminarlo he decidido ser un colorista arbitrario”.
“En lugar de pintar detrás de los chamanes el muro de la habitación, pintaré el infinito; hago un simple azul, el más intenso que pueda elaborar. Este fondo tan espectacular producirá un efecto misterioso como el de las estrellas rutilantes en el cielo azul profundo”, acota este artista egresado de la Escuela de Bellas Artes.
Debido a su talento y sensibilidad, sus cuadros retratan los variados rostros del Perú profundo. Eso solo bastaría para considerarlo como uno de los artistas plásticos peruanos más representativos dentro y fuera del país.
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