Por Walter Castillo Chávez
Desde el 17 de junio, todos los alimentos, bebidas procesadas y envasadas que tuvieran alto contenido de sal, grasas o azúcar, debían tener en su etiquetado imágenes de octógonos que adviertan a los consumidores estos niveles peligrosos para su salud.
Pero, mientras nos engolosinábamos con nuestra selección de fútbol, el patriota presidente Vizcarra firmó el Decreto Supremo 015-2019-SA, tirando abajo la Ley de Alimentación Saludable, favoreciendo así a los grandes fabricantes de estos productos chatarra que causan diabetes, obesidad, hipertensión arterial y otras enfermedades.
La satisfacción de los dueños de Gloria, Alicorp, Molitalia, Añaños, etc., debió haber sido gigante porque sus multimillonarias ganancias continuarán llenando sus bolsillos, pues lograron (ya sabemos cómo), que a la mayoría de golosinas que fabrican no se les exija poseer los octógonos preventivos.
Gracias a acaramelados lobbys, las tiendas de abarrotes, bodegas y hasta los kioskos escolares podrán seguir vendiendo sin los octógonos, golosinas, gaseosas, galletas y un sinfín de productos, especialmente a los niños, con todas sus consecuencias.
Cómo serán de fabulosas estas ganancias a costa de la salud de los peruanos, que luego de asumir como presidente de la República, Martín Vizcarra negó repetidamente haberse reunido en secreto con Keiko.
Al ser ‘ampayado’, confesó que sí tuvieron dos reuniones y que para su sorpresa, en la segunda reunión, ella le dijo que para que Fuerza Popular le diera facultades legislativas, el gobierno no debería aprobar la Ley de Alimentación Saludable.
Keiko hasta le “sugirió reemplazar a la ministra de Salud”. Ahora confirmamos que este tema les quitaba el sueño a los tagarotes empresarios que procesan leche que no es leche y chocolate que no es chocolate, sino un compuesto de nocivas grasas trans.
La ministra de Salud seguirá saliendo en radio y TV presentando como exitosa la aplicación de octógonos en algunos productos procesados, pero los resultados no serán realmente beneficiosos como en Chile.
¡Y colorín colorado, este nuevo cuento de la edulcorada democracia peruana aún no habrá terminado!
*Profesor y periodista
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