Por Carol Briones Martínez*
En estos tiempos de violencia generada por amores tóxicos y aterradoras ideas de pertenencia eterna, debemos ser cuidadosos con nuestras relaciones.
Con seguridad, todos hemos querido alguna vez encontrar el amor.
Ese amor que promete un “para siempre”, ese que llena cada espacio de nuestra vida y nos transporta a un universo distinto, donde todo parece ser perfecto.
Sin embargo ¿cuántos lo hemos encontrado? ¿Somos acaso el problema? ¿Estanos destinados a vivir en soledad?
Sabiendo entonces lo confuso que puede resultar reconocer el amor verdadero, debemos trabajar sobre los esenciales. Revisaremos ocho de ellos.
Primero, no puede existir el amor verdadero si no nos amamos a nosotros mismos. El primer y más importante amor, es el amor propio. Para amar sin dependencia ni necesidad, primero debemos amarnos, amar lo que somos y lo que podemos llegar a ser; valorarnos y cuidar de nuestro interior y exterior. Los amores que no parten de una autoestima sólida, normalmente terminan en eventos desafortunados.
Segundo: el amor es incondicional en tanto, yo no necesito que tú seas de una manera específica; soy capaz de valorar tu lado bueno, tus virtudes y también de aceptar tus defectos. Sin condicionar el amor a la mejora; el verdadero amor se basa en el respeto y la aceptación.
Tercero: amar no es necesitar, es elegir, es preferir. La dependencia emocional mata toda posibilidad de un amor verdadero. De ahí provienen las típicas frases que muchas veces se confunden con romanticismo. Si no te tengo me muero, eres mío/a, me perteneces, te he dado todo y no puedes dejarme, te necesito para vivir. Si eso sucede estamos ante una relación toxica, enfermiza y potencialmente riesgosa. El verdadero amor se elige, sin obligación de por medio.
Cuarto: el amor perfecto y sin problemas no existe. Todas las relaciones pueden generar algún tipo de conflicto; sin embargo, si amas de verdad tu prioridad será comunicarte y buscar una solución. El amor verdadero no es orgulloso ni soberbio y siempre busca el crecimiento en unidad.
Quinto: el amor verdadero no proviene del flechazo inicial, escapa a los picos hormonales que producen el enamoramiento; se construye cada día con voluntad, cada paso en el conocimiento del otro es una nueva fórmula que resolver. Con el tiempo se develan aspectos desconocidos de la pareja y esos aspectos -positivos o negativos-, sólo suman a la relación si somos capaces de trabajar en ellos en unidad y armonía.
Sexto: el verdadero amor se cimienta en tus límites emocionales. No en juegos de poder, manipulaciones o condiciones. No existe el sacrificio en el amor. No debes tolerar nada que sientas que afecte tu amor propio, tu integridad o tus valores. Si eres una pieza en un tablero, no es amor.
Séptimo: reconocerás el verdadero amor por lo que ofrece y no por lo que exige. El amor es libertad, es viento en tus alas para elevarte siempre. Es donación y entrega sin condiciones. Si te condiciona, exige, controla, somete, no es amor.
Y por último. Si sientes que te asfixias, no es amor. No debemos cambiar, dejar de ser, acomodarnos, para complacer a nuestra pareja. Siendo un requisito la aceptación de la totalidad del otro, no debes recortarte para ser la pieza que encaja. No lo olvides, el amor sólo es amor si te hace feliz, si juntos pueden construir felicidad.
*Coach empresarial y de vida
Comentario sobre post