Cultura y periodismo, es una mezcla que involucra un campo demasiado amplio y otro demasiado restringido. Sin embargo, tiene roces comunes en los que interviene el periodista y promotor cultural César Anthony Suaña Zenteno, armonizando conceptos desde Cosmos Televisión, con su programa “Kamisaraki”, y desde el Conjunto de Sikuris 27 de junio Nueva Era. Estudió Economía en San Marcos y es un amante empedernido del Rock Clásico.
El diálogo que ofrecemos nos acerca a la teorización de la celebración del Año Nuevo Andino, sus prácticas, su recuperación como un hecho fundador de una nueva identidad nacional y su utilización como un elemento funcional al desvarío posmoderno y a la instrumentalización política.
Jaime Barrientos Quispe
¿Qué se trata de entender con la celebración del Año Nuevo Andino?
Permíteme primero una reflexión: ¿te imaginas qué ocurriría si por algún motivo sociopolítico se prohibiera a nuestra juventud y sociedad el uso de un celular, smartphone, laptop, computadoras, redes sociales y televisión abierta y por cable, por el lapso de un año? ¿Y que se persiguiera y eliminara a quienes inventen nuevos softwares y hardwares; y a quienes poseyeran equipos de última generación en sus domicilios, se los arrestara y ejecutara; y a los principales científicos se los torturara y acusara de hacer descubrimientos demoníacos que merecen ser castigados con la muerte? ¿Te imaginas qué ocurriría y cuáles serían sus efectos en el lapso de un año, un solo año? Sería terrible y estaríamos en una verdadera regresión social y rumbo a la barbarie. Bueno, eso ocurrió con los pueblos originarios de nuestro continente, cuando llegaron los conquistadores europeos y la ciencia y conocimiento andino fueron sojuzgados, oprimidos y explotados, al igual que la sociedad toda, pero no por un solo año, ¡sino por 500 años! Para los pueblos andinos, especialmente, fue una verdadera regresión y una barbarie. Sin embargo, el desarrollo de sus fuerzas productivas, vinculadas principalmente a la producción agraria y pecuaria y al desarrollo de tecnologías y conocimientos singulares, lograron que sus conocimientos acumulados durante miles de años no se perdieran en su totalidad. Y debido a grandes y profundos movimientos sociales, ocurridos durante la guerra por la primera independencia, hace dos centurias y de diversos movimientos sociales y políticos, principalmente desde la década del 30 del siglo pasado y hasta nuestros días, ha traído aparejada un lento crecimiento de la recuperación de la ciencia y conocimiento andino, y uno de ellos es la celebración de lo que denominamos el Pachakuti, Willka kuti, el retorno del sol, o como vulgarmente hoy denominamos, Año Nuevo Andino, el 21 de junio.
¿El Año Nuevo Andino es un tema de espiritualidad?
Primero hay que precisar qué se celebra el 21 de junio. Según el conocimiento andino vinculado al estudio del cosmos y su sistematización a través de la chacana, se ha logrado precisar cuál es el movimiento del sol durante 365 días (nosotros diríamos el movimiento de la tierra alrededor del sol después que se descubrió que no es el sol y las estrellas las que se mueven alrededor de la tierra). Y en esto los pueblos andinos originarios hicieron lo que todas las civilizaciones europeas, asiáticas, del medio oriente y otros lugares hicieron en su momento: elaboraron su calendario en función al movimiento de la luna. Los andinos observaron que cada movimiento de la luna se producía cada siete días (siete días de la luna llena al cuarto menguante, siete días al cuarto creciente, siete días a la luna nueva y otras siete para la Luna llena). Por lo tanto, tenían un mes de 28 días, lo que se refleja en la chakana lunar que tiene 28 ángulos (7 por lado). Si el mes era de 28 días, entonces los andinos, a través de la chakana lunar, lograron precisar que existen 13 movimientos lunares y por lo tanto contaron la existencia de 13 meses de 28 días. Sumados estos días hacen 364.
Y el último día, el 365 es el que se celebra el 21 de junio y se produce el retorno del sol. Esto es ciencia pura sistematizada por los viejos pueblos andinos. Y estos movimientos durante los 365 días se han reflejado en la chakana solar que todos conocemos y la que más se ha popularizado, que refleja además el calendario de producción agrícola y ganadero con bastante precisión, acompañado de rituales respectivos y expresiones artísticas de música y danza. Entonces este es el fundamento científico del por qué el Pachakuti o Año Nuevo Andino se celebra el 21 de junio, y al igual que una celebración similar en cualquier civilización del planeta, va acompañado de elementos espirituales, deseos de que la producción venidera sea mejor, que haya armonía en la familia, etc.
Esta celebración permite recuperar los conocimientos, saberes, prácticas tradicionales y ancestrales como parte esencial de la identidad cultural de los pueblos originarios del Perú. ¿Estos conocimientos y saberes locales son visibilizados o siguen invisibilizados?
Así es; creo que mientras más vayamos recuperando el conocimiento y la ciencia andina reflejada en los saberes de las comunidades y los pueblos, iremos afirmando nuestra identidad andina amazónica, pero de lo que se trata es que se incorpore y haga carne plenamente en la sociedad, empezando por incorporarlo en las escuelas y los colegios tanto del ámbito rural y, principalmente del ámbito urbano. Porque si la población urbana no se reconoce a sí misma como andina y no afirma su identidad, más allá de si habla o no una lengua originaria que no es requisito fundamental para considerarse andino, no se podrá avanzar mucho. Pero además debe existir liderazgo social y político para que ello ocurra. La experiencia que hemos tenido en la región Puno con una amplia movilización social de diversos sectores organizados para la elaboración de nuestro Proyecto Curricular Regional (PCR) en los que incorporamos algunos conocimientos de la ciencia andina, chocó con el poco interés de los gobernantes regionales que prefirieron construir nuevas infraestructuras que demoran más de 10 años en concretarse, en lugar de capacitar intensivamente a los y las docentes sobre esta currícula, y sobre todo, preparar los materiales necesarios para concretarlo. Finalmente, si bien nuestro PCR fue visto con “simpatía” a nivel nacional, especialmente en Lima, en ningún momento logró el respaldo del Ministerio de Educación para su implementación generalizada y terminaron imponiendo su Diseño Curricular Nacional con diversas variantes, algunas barnizadas, pero que siguen recreando la educación monocultural, haciendo ver que nuestros conocimientos andinos sean “folklorizados” en el peor sentido de la palabra. Con ello, siguen recreando las políticas educativas del Banco Mundial que promueve el consumo en este modelo económico neoliberal.
En Puno, cuándo se recuperó la celebración del Año Nuevo Andino. ¿Se tomó como antecedente la fiesta del Inti Raymi del Cuzco?
Como mencioné, desde la década del 30 del siglo pasado se vienen realizando movilizaciones sociales de importancia en la región impulsadas por las comunidades y sus dirigentes y a partir de la década del 50 – 60, con la revolución boliviana del 52, la cubana del 60, el mayo francés del 68, la irrupción del movimiento juvenil contestatario en Europa y Norteamérica principalmente con el rock como símbolo de protesta contra la guerra del Vietnam hasta la derrota yanqui en 1975, la masacre de Tlatelolco en México, las tomas de tierras en los valles de Lares y La Convención en el Cuzco liderados por Hugo Blanco, se produce un nuevo fenómeno por el cual en nuestra región la reapertura de la Universidad Nacional Técnica del Altiplano, la creación del SUTEP y otros gremios, se van tomando otros modelos organizacionales que después son combinados con las organizaciones tradicionales de nuestras comunidades y van generando movimientos que, además de sociales, van reivindicando y recuperando el conocimiento andino.
Un acontecimiento importante ocurre el 27 de junio de 1972 con la insurrección del pueblo de Puno liderado por los estudiantes universitarios y el magisterio que dan nacimiento a verdaderos organismos de poder popular que no logran cuajar en el tiempo. Es el primer acontecimiento sociopolítico “moderno” de importancia en la región, después del ocurrido algunos años antes en Juliaca en una revuelta el 4 de noviembre de 1965, pero con características diferentes liderados por los Cáceres del Frenatraca. El movimiento social del 27 de junio tuvo una repercusión amplia en el tiempo y su reflejo en la superestructura fue la aparición de jóvenes migrantes que hicieron uso del siku o zampoña para denunciar los hechos ocurridos en ese entonces, combinados con el uso de un instrumento musical prehispánico conocido en occidente como “flauta de pan”. Así aparecen los sikuris 27 de Junio de la Asociación Juvenil Puno en Lima y luego se va produciendo un crecimiento geométrico de conjuntos en Lima y otras regiones del país y luego Puno se suma a ese fenómeno sociocultural. Y precisamente ese interés por recuperar el conocimiento andino, hizo que en 1996, José Morales de Nativa Puno, los pobladores de Unicachi de la provincia de Yunguyo, con el apoyo de sikuris 27 de Junio Nueva Era nos diéramos la tarea de fortalecer una actividad ancestral que los comuneros de la zona realizaban el 21 de junio en un lugar llamado Inti Uyo.
A partir de ahí se fortaleció anualmente esta celebración en ese lugar, sumándose los pobladores de Ollaraya ya que los restos arqueológicos del Inti Uyu son compartidos por ambos distritos. Este fortalecimiento se hizo además en base a que las quemas que se realizaban en las Noches de San Juan en las grandes ciudades altiplánicas, no coincidían con las quemas en los campos que se realizaban la noche del 20 de junio. Y así, progresivamente fue creciendo esta celebración y el 2001 se empieza a celebrar en Puno con instituciones educativas, la prefectura y su crecimiento desde entonces ha sido importante pues, a través del sector Educación, se incorporó en el calendario escolar y cada vez más se generalizó su celebración. A la par, se ha ido sistematizando la ciencia andina alrededor del calendario astronómico de la chakana y el 21 de junio como el día del Pacha Kuti, para darle un mayor contenido.
Obviamente estamos lejos de lograr un pleno conocimiento de esta celebración porque aún no ha llegado al docente, los estudiantes y los padres de familia el verdadero contenido de esta celebración, lo que genera una confusión con la celebración del día del campesino o productor agrario como hoy se lo conoce, y más allá de recrear música y danza, vestimenta y la comida colectiva que son importantes en cuanto a generar identidad, aún no se ha completado esta formación identitaria; tarea a la cual debemos estar abocados todos los que promovemos nuestra afirmación cultural.
¿Qué significa recibir los primeros rayos del sol de invierno el 21 de junio? Los puneños reciben al sol en la cima del Cerro Huajsapata o Azoguine. ¿Son sitios sagrados o ceremoniales para la renovación de las energías?
Cada cultura recibe “año nuevo” con las creencias que tiene. El 1º de enero vemos un curioso recibimiento impuesto por el calendario gregoriano: la gente usa prendas íntimas de color amarillo, saca una maleta a correr a la media noche, come 12 platos, revienta cohetones y adorna con luces artificiales sus domicilios. ¿Para qué? Para que haya dicha, prosperidad, trabajo, salud, viajes, etc. Se mezcla casi todo. Los andinos festejamos el año nuevo recibiendo al sol para cargarnos de energía y tengamos la fuerza para trabajar durante el año.
Después, en cada momento del año, simbolizado en la chakana, pediremos diversos deseos. El 1º de agosto, cuando preparamos la tierra para el nuevo ciclo agrario, pedimos que sea un buen año. Recogemos piedritas planas de los ríos y las riberas del lago (vieja reminiscencia del ídolo que había en Copacabana y que los españoles lo destrozaron y tiraron al lago, sin saber que se multiplicaría ese ídolo en forma de piedritas que regresaban del lago y los ríos) para tener éxito económico, y pedimos mucha salud. Es el mes caliente y en el que se despierta la Pachamama y las parejas se juntan y casan para trabajarla. El 1 y 2 de noviembre recibimos a nuestros ancestros en altares o “tómbolas” para que nos cuiden las sementeras y acompañen la producción agropecuaria y velen por nosotros. El 2 de febrero es la época de la primera producción y pedimos que siga lloviendo, que no haya heladas ni granizadas que malogren la producción, y finalmente el 3 de mayo, el día de la chakana celebramos el éxito de la cosecha y deseamos que en la temporada de frío, donde la Pachamama duerme, haya buenas heladas para hacer chuño, caya, humakaya y otros productos que garantizarán la alimentación del futuro inmediato.
Como ven, no se pide “todo junto” como se hace el 1º de enero en el calendario gregoriano. Ahora, en lo que se refiere a los centros ceremoniales: en la ciudad de Puno tenemos dos apus principales: el Cancharani que se festeja el 15 de agosto, y el Azoguine que tiene su celebración el 3 de mayo. No tenemos aún evidencia de cuál ha sido el centro ceremonial para esta temporada como sí la hay en Tiwanaku, Machupicchu y otros lugares. Entonces, lo que hemos decidido es tomar el cerrito de Huajsapata y hacer allí la celebración. Como dicen los estudiosos: es una “resignificación”, y nos alegra que se hay tomado otros lugares con el mismo contenido como el Puma Uta, el Kuntur Wasi y otros. Lo que importa es que lo celebremos; y si no se puede celebrar en un lugar ceremonial lo hacemos en nuestros domicilios y punto.
“De alguna manera el sol es quien engendra, quien hace la vida de los seres terrestres”, escribió el boliviano Fausto Reinaga. ¿El sol tiene vida? ¿El sol es una persona?
Como sabemos, para el andino todo el entorno tiene vida: los cerros, las plantas, las chacras, las casas, etc. Lo mismo ocurre con el sol, la luna, las estrellas, galaxias, cometas, eclipses y otros fenómenos estelares y con ellos conviven. Es una concepción y obviamente el sol juega un rol importante. Pero es necesario que en esta celebración del 21 de junio debemos tener políticas científicas audaces que nos permitan conocer el origen del universo y la vida, aprovechando que nuestros sabios andinos siguen mirando el cielo, la vía láctea o el río (jawira).
Es necesario bregar porque instalemos planetarios e implementemos telescopios para que nuestros estudiantes puedan conocer los orígenes del universo y nuestros abuelos los usen y eviten que su conocimiento se pierda y no los transmitan en mejores condiciones tecnológicas; es necesario que la Escuela Profesional de Física y Matemáticas de la UNA Puno se transforme en una Facultad de Astrofísica y Arqueoastronomía, se cree la Facultad de Arqueología para estudiar todos los complejos ceremoniales existentes en nuestra región, y de una vez por todas se cree la Facultad de Lenguas Andinas, Amazónicas y Universales o su equivalente. Y si en esta parte del continente, nuestras poblaciones originarias han estudiado el cosmos con sus limitados recursos y la han sistematizado desde la cultura Pukara en la Chakana, resulta inconcebible que no tengamos siquiera en la región Puno un observatorio astronómico. Lo tienen Chile y Argentina y se implementará uno a largo plazo en Moquegua; pero que los “descubridores” de la Chakana no tengamos uno nos parece un despropósito.
Dirán los expertos que en Chile hay lugares secos y favorecen el estudio del cosmos y que en nuestra zona hay mucha nubosidad y lluvias; pero de lo que se trata es de tener uno con características distintas a las ya existentes y de esta manera afirmar la identidad cultural nuestra y de esta manera celebrar a nuestros científicos que durante 500 años fueros perseguidos, torturados, asesinados y desaparecidos durante la conquista y la colonia.
Cada 21 de junio, Día del Sol abrimos los brazos y recibimos la energía cósmica con rituales y ofrendas a la Pachamama que nos permiten fortalecer nuestras vivencias. ¿Cómo hacer que este hecho no sea solo una práctica coyuntural y romántica?
Corremos ese riesgo si las cosas siguen como ahora. Después que nuestro PCR no fuera implementado realmente y sólo quedara en proyectos piloto a la espera de un balance, la activa militancia docente a favor de esta orientación curricular ha menguado. Hay que darle nuevos bríos y no tenemos nuevos liderazgos que la reemplacen, le den continuidad o la enriquezcan. Es cierto que la gran movilización social alrededor de la construcción de nuestro PCR tuvo algunos liderazgos visibles destacándose las orientaciones pedagógicas de la profesora Marina Figueroa Díaz, que además formó un equipo de jóvenes profesionales que, más allá de su limitado conocimiento andino, sí impulsaron una propuesta pedagógica que incorporaba lo andino a la currícula de la educación básica regular. Lo triste del asunto es que, una vez que llegó Mauricio Rodríguez al Gobierno Regional liderando políticamente a la Iglesia del Sur Andino, incorporó a gran parte de este equipo en cargos de poder y allí empezó a difuminarse todo el valor que se le imprimió al PCR. Baste decir que esta herramienta construida con una gran movilización social no recibió un centavo del Gobierno Regional y en ningún momento se propuso implementarlo como un currículo real y vigente para no chocar con los lineamientos del gobierno central a través del Ministerio de Educación.
La gestión del presidente regional Juan Luque fue una travesía en el desierto y su gestión se caracterizó por una anemia social y política absolutamente intrascendente motivando una involución en el contenido del PCR. Ahora con Aduviri, que maneja un discurso andinista, “ni de derecha ni de izquierda” y que tiene como propuesta implementar su plan Collasuyo, estamos a la espera de que se asiente en el gobierno y ver cómo lo implementa. Lo que sí tenemos que destacar es que nos llamó la atención que su discurso sobre la nación aymara y su cosmovisión lo lleve a realizar una juramentación social como gobernador en las chullpas de Sillustani, lugar donde reposan nuestros ancestros, lugar que no es precisamente para insuflar de bríos al nuevo gobernante y no tiene nada que ver con la manera cómo los mallkus, jilaqatas y autoridades tradicionales de nuestro altiplano asumen sus funciones como autoridades.
La tradición oral de los amautas o guías espirituales cuentan de que “el Padre Sol camina desde la región fría hacia la región caliente”. ¿Qué valor tienen en la actualidad la tradición oral?
Nuestras culturas andinas no han tenido una escritura de grafías como el castellano, inglés, cirílico, etc. La transmisión del conocimiento ha sido principalmente oral, a través del contenido de los centros ceremoniales, los tejidos y su simbología, los quipus, sus instrumentos musicales, sus rituales de acuerdo al calendario solar de la Chakana por mencionar algunos. Y obviamente, al igual que otros pueblos, están regados de mitos y leyendas las cuales merecen una detallada atención y estudio pues en ellas se cuentan historias sociales, culturales y políticas. Un clásico a seguir es el libro de Paul Lafargue, El Mito de Prometeo, en el cual le da una interpretación distinta a la interpretación clásica que dan los mitólogos a su leyenda que señala que es un rebelde titán que robó el fuego sagrado de los dioses para regalárselo a los hombres y enseñarles su utilidad en la forja de metales. Bueno, hay que utilizar el método de Lafargue para el estudio de ese mito para interpretar lo que tenemos y luego sistematizar su conocimiento.
La pena es que ahora, nuestros niños y jóvenes ya no están recibiendo el conocimiento a través de la oralidad. Tenemos una generación digital y desde el primer año más o menos, las madres, padres y principalmente hermanos, les están enseñando a manejar juegos en los smartphones para tenerlos tranquilos y ello liquida la posibilidad de la transmisión de conocimiento. Pero de lo que se trata no es de rechazar la tecnología, sino todo lo contrario. El reto que tiene especialmente los maestros y maestras, es incorporar programas o aplicaciones para que esa oralidad ahora se acompañe con imágenes. Y en ese terreno estamos muy pobres. Baste decir que en Puno no tenemos un software para aprender aymara con la variante regional diferente a la boliviana. No tenemos aún un software que nos muestre qué son, para qué sirven y cómo funcionan los Putucos; no tenemos una guía para conocer el lago Titicaca… en fin, es un reto que tenemos que ver cómo lo enfrentamos a la brevedad para evitar la pérdida de nuestra identidad ante la avalancha de juegos y aplicaciones venidas de los países capitalistas desarrollados que promueven el consumo en detrimento del conocimiento universal y ni se diga de nuestro conocimiento andino.
Desde enero hasta diciembre, todos los escenarios festivos están dedicados a las festividades de la Religión Católica. El cristianismo impera ante las escasas fiestas del Inti Raymi (Cuzco), la Escenificación de la salida de Manco Capac y Mama Ocllo, o el Año Nuevo Andino. ¿Hay un sobredimensionamiento del Calendario Religioso Católico?
Eso no es cierto. Aparentemente la mayoría de las celebraciones son católicas; pero no hay una sola celebración traída de Europa que haya tenido vida propia y haya crecido por sí sola. Todas las vírgenes y los santos han sido impuestos sobre los ritos religiosos andinos. Veamos; en todo el altiplano Candelaria se sobrepuso a la celebración de los primeros productos alrededor del 2 de febrero, la anata. Semana Santa, es la celebración de la maduración de los productos y la rogativa a los achachilas para que no haya heladas ni granizos. El 3 de mayo, es la celebración de la Chakana andina y no de la cruz española; es el momento del final de la cosecha y el inicio de la temporada fría y pedimos buenas heladas para hacer chuño. San Santiago es la cara moderna de Illapa o el rayo y así podríamos ir desmenuzando cada una de nuestras celebraciones y veremos que detrás de una virgen o santo católico hay una celebración prehispánica con nuevos símbolos.
Habrá que ver hasta donde hay sincretismo realmente en varias celebraciones, porque en algunas prima lo andino más que lo católico. Recordemos que la ofrenda religiosa católica a las vírgenes y santos tiene un momento culmen que es la santa misa y la comunión. Allí van los andinos; pero antes de entrar al templo se han realizado las albas con música y se ha dado de beber a la Pachamama, que es algo netamente andino; se ha ch’allado el traje del santo o la virgen; después de la misa está el baile, la vestimenta, la comida, la bebida, que es netamente andino. Es más, el traje de nuestras vírgenes se asemeja a un apu o cerro. Es así porque en la fiesta de Candelaria, por ejemplo, se pide al Achachila o Apu que llueva para fructificar a la Pachamama. Entonces la virgen es la cara moderna de la Pachamama porque es femenino, y el traje que usa, similar a las faldas de un cerro, es la cara moderna del Apu o Achachila. Pero es necesario hacer una sistematización de estas festividades para ver qué es lo andino neto y qué se sobrepuso sobre la celebración original.
Finalmente, en el caso de Puno, en los últimos 50 años se ha creado una nueva “huaca”, un lugar de peregrinación y entrega de ofrendas: el estadio Torres Belón. Creemos que Juan Palao Berastain, que sostiene esta afirmación, tiene razón, porque en 8 minutos los grupos y conjuntos que vienen de provincias hacen su ofrenda en música, danza, coreografía, símbolos y demás a la Virgen, la Pachamama y los Achachilas. Puede resultar hasta audaz esta afirmación, pero es verdad y se le ha dado un nuevo significado al Estadio Torres Belón donde la población rural que no podía entrar con sus bailes a la ciudad y hacer uso de sus calles, utilizó y utiliza el Estadio con ese propósito.
Los rituales del Año Nuevo Andino van acompañados con la degustación del apthapi (comida comunitaria). ¿Qué significa la comida comunitaria?
Esta comida es la más democrática que existe. Porque todos traen algo preparado, lo colocan en las llijllas y de allí se sirven lo que desean. Es distinto a otras celebraciones donde el dueño del santo prepara la comida o el alferado o los que se casan. Aquí todos traen comida y la comparten. Eso fortalece el yo colectivo y también colectiviza valores. Tú eres igual que el otro en la comida y comes lo mismo. Es un valor que lo comparte con las tropas de sikuris en boga hoy en día. Si tocas siku, debes tener obligatoriamente una pareja para tocar el arca e ira; debes tocar colectivamente, no eres solista o estrella del conjunto, eres parte de un todo que hace grande la música. No eres ni mejor ni peor que los demás porque al salir la música a todo volumen, nadie se da cuenta quién toca mejor o no, es la música grupal la que cuenta.
Lo mismo se da en la comida comunitaria, con un añadido en el caso de los estudiantes de educación básica regular: al traer comida que no estás acostumbrado a comer como chuño, tunta, quispiño, oca, ispi, habas y otras variedades, aprendes a incorporar en tu dieta nuevos productos y vas a motivar que en casa también se acostumbren a comer los productos originarios de la región que tienen alto poder nutritivo. Y aquí también debemos ser audaces. Desde Lima nos imponen celebrar el Día del Pollo a la Brasa, el Día del Pisco Sour, etc. Etc. ¿Y aquí por qué no damos una ordenanza regional o local para celebrar el Día del Chairo, el Día del P’esqe, el Día del Chuño Lawa, el Día del Fricasé, ¿Día de la Warjata y otras? ¿Por qué no utilizar esos moldes que nos imponen para resaltar nuestra gran variedad gastronómica y promover el consumo de nuestros productos? Se lo planteamos a la Dirección Regional Agraria ahora último que coordinábamos acciones sobre el Pachakuti. Ojalá veamos estas iniciativas hacerse realidad.
¿La celebración del Año Nuevo Andino busca recuperar la identidad de los pueblos originarios, que pretendió ser eliminada con la conquista española?
Seguramente contribuirá. Pero la gran pregunta es: ¿nuestra cultura sigue siendo dominada y oprimida? La respuesta es sí. Basta ver la serie de la Paisana Jacinta que brinda un estereotipo decadente de la mujer andina para confirmarlo. Y lamentablemente, los grandes medios de comunicación, especialmente la televisión que sigue teniendo una influencia decisiva en el inconsciente de los televidentes, transmite valores culturales distintos a los nuestros y no nos permite aportar lo nuestro. Hay algunos resquicios que se utilizan especialmente en música y danza y hoy con los informativos en quechua, aymara y algunos idiomas amazónicos, pero aún son marginales y sin algunas muestras son exitosas y se popularizan son para fortalecer al empresario que está detrás de los artistas y no para fortalecer el conocimiento artístico colectivo de los andinos.
Felizmente, al margen de esos grandes medios, cada vez aparecen colectivos sociales y culturales compuestos por jóvenes en diversos lugares del país que van recreando nuestras manifestaciones artísticas y la difunden en diversos escenarios al margen del “establishment”, como dirían los sociólogos. Pero lo tenemos claro: mientras tengamos una política económica neoliberal que es sostenida por el gobierno cuyo objetivo es lucrar en el menor tiempo posible, no habrá posibilidad que nuestra cultura y ciencia andina sea plenamente reivindicada y aplicada, y realmente se hable de una verdadera interculturalidad, que significa hablar de tú a tú como igual. Seguramente ahora que recordamos el Bicentenario de la primera independencia, deberemos de bregar por una segunda independencia para lograr una sociedad más justa, equitativa y tolerante gobernada por los trabajadores, maestros, comuneros, jóvenes, mujeres, mestizos, amazónicos, aymaras, quechuas, afrodescendientes, niseis y otras etnias tomando decisiones colectivas en bien de la sociedad.
El 5 de junio del 2009, Alan García dijo “no le pueden decir cuatrocientos mil nativos a veintiocho millones de peruanos, tú no tienes derecho de venir por aquí, ese es un error gravísimo y quien piense eso quiere llevarnos a la irracionalidad y al retroceso primitivo, en el pasado, estas personas no son ciudadanos de primera clase”. ¿Celebrar el Año Nuevo Andino en estos tiempos es un retroceso primitivo?
Lo de Alan García fue una afirmación que refleja la opinión de las clases dominantes de nuestro país sobre los pueblos originarios: ciudadanos de segunda clase. Por lo que, nuestra cultura y conocimiento andino es primitivo y por tanto, al no estar al ritmo de la modernidad y la tecnología, no se le debe tomar en cuenta y de ser posible debe descartarse. Nosotros creemos que la reivindicación del Pachakuti o Willka Kuti y nuestro PCR y la necesidad de reivindicar la ciencia y el conocimiento andino no tiene la intención de retornar al pasado. En absoluto. Seríamos unos cretinos si pensáramos ello.
Nuestra cultura y conocimiento andino debe ser reivindicado plenamente para que en algún momento continúe aportando a la cultura universal y asimismo reciba lo mejor que otras culturas y conocimientos han desarrollado. Queremos ser “ciudadanos universales” como les gusta decir hoy a los sociólogos, manteniendo nuestra identidad y combinándola con la de otras culturas, para que en otro modo de producción universal distinto al capitalismo, la humanidad se desarrolle plenamente y no estemos pensando en utilizar todos los avances tecnológicos, que son increíbles, en buscar otro planeta para que los pocos que tienen ingentes recursos financieros puedan vivir pues el nuestro está cada vez más inhabitable, sino arreglar nuestros problemas medioambientales generados por las grandes empresas multinacionales, el salvaje de Trump, presidente de Estados Unidos que es un negacionista ambiental de primera. Venciendo estos obstáculos, qué duda cabe que aspiraremos a una humanidad a la que podamos integrarnos plenamente.
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