Por Carol Briones Martínez*
En medio del bombardeo diario de nuestra pobre televisión nacional, destacan sin dudarlo, los programas basura.
Estamos llenos de Combates, Esto es guerra y quién sabe cuántos más, y entre toda esta escalada de televisión barata, destacan a su vez las mujeres que yo llamo cariñosamente ‘mucho seno y poco seso’.
Sí, esas niñas siliconadas, que viven entre gimnasios y cirujanos plásticos, niñas incapaces de responder quién escribió las Tradiciones Peruanas.
Esas niñas que venden cada día un romance nuevo, esas niñas que se dejan violentar con gusto por algún muchachote con la misma efímera fama que la suya.
Si pues, esas, la de las fotos en Facebook medio desnudas, y de las publicaciones insultantes y virulentas contra las rivales en Twitter.
Esas nenas, que todos los adolescentes siguen con pasión, han desvirtuado por completo el significado de la palabra belleza. La han plastificado hasta el punto de hacerla insignificante.
No quiero hacer pensar que esto es un asunto de envidia, porque no lo es.
Es simplemente una protesta en nombre de las mujeres que aprendieron que la belleza está más allá de un seno falso, que unos ojos sin pestañas postizas pueden ser cautivadores; que un sonrojo sincero puede darle mejor color al rostro que el rubor, que un intelecto destellante puede hacer de una mujer imperfecta, una Cleopatra.
Y sí pues, lamentablemente estamos exacerbando una cultura de belleza externa, sin sustento interior; donde se afirma mediante Tilsas, Millets, Karenes Dejos Sheylas y demás, que hay que elegir un bando.
O eres linda y estúpida, o inteligente y fea. O eres linda y amoral, o fea y pacata.
Y nuestras niñas, viven inmersas en esa dicotomía; linda o inteligente. Donde la sensualidad debe expresarse a través de una foto tomada desde lo alto para mostrar los senos, o con la menor cantidad de ropa posible o en poses provocativas y sexuales.
¿Y dónde quedó la sensualidad de la insinuación? ¿Dónde la elegancia y la personalidad?
No, ellas no quieren ser inteligentes y nobles, ellas quieren ser lindas y deseadas. ¿Sobre esa base estamos peleando ahora contra la violencia de género? ¿Cómo hacerlo si nuestras futuras mujeres se han convertido voluntariamente en un objeto?
Y ese objeto puede ser utilizado por cualquiera que tenga algunos músculos y unos pocos dólares.
Y así nuestra tv está plagada de estas niñas mostrando el cuerpo y peleando intensamente por el galán de moda.
Allí aparece la autodenominada diosa, o la colita que se corona en cada desfile, o la que asegura no tener celulitis y enseña sus cuartos traseros a toda cámara al alcance.
¿Cómo haremos para recuperar a nuestras futuras mujeres y madres con estos modelos? ¿Cómo enseñarles el valor de un pensamiento, de la buena ortografía, de la cultura? ¿Cómo enseñarles la importancia de respetarse a sí mismas y hacerse respetar por los demás? ¿Cómo inculcarles fidelidad, honestidad, decencia?
Arduo trabajo tenemos por delante. Por algún lado tendremos que comenzar, quizá por mostrarles que ambas cosas pueden coexistir armónicamente y que seso y seno no están reñidos en un mismo cuerpo.
*Coach empresarial y de vida
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