Javier Calderón
El año que viene, la Asociación Juvenil Puno Conjunto de Sicuris 27 de Junio, cumplirá 50 años de ininterrumpida labor sicuriana, todo un logro si se tiene en cuenta los procesos de cambio que vivió el país. Su fundación se remonta al 7 de diciembre de 1970, en la Ciudad de los Reyes, específicamente en las aulas de la Universidad Nacional de Ingenierías (UNI), en una época ciertamente complicada; un año antes, el régimen militar se había instalado con el general Juan Velasco Alvarado a la cabeza, casi de inmediato el mandatario promulgó la Ley de Reforma Agraria, disposición que trajo consigo toda una convulsión social, época en la que se reivindica además la frase: “El patrón no comerá más de tu pobreza”. La ola migratoria creció vertiginosamente y la Capital de la República, literalmente fue tomada por ciudadanos provenientes de distintas partes del país. En las escuelas, colegios y universidades, los migrantes empezaban a confundirse entre la sociedad limeña, en esa interrelación despertó la curiosidad del capitalino por quienes hasta ese momento eran completos desconocidos. Este proceso de adaptación del “provinciano” no fue fácil, se conocen historias de paisanos que, en la oscuridad de la noche, a solas, y cuál tesoro que se guarda celosamente en un lugar secreto, les arrancaban algunas notas a sus sicus que los polvorientos arenales, han aprehendido en sus entrañas.
Algunos de aquellos hermanos que llegaron a la Gran Lima a buscar mejores oportunidades, fueron sentando las bases de todo el movimiento sicuriano que en pleno siglo XXI está más vigente que nunca. Son ellos los pioneros, los de la Asociación Juvenil Puno, responsables también de la organización de los concursos anuales de sicuris Tupak Katari. En 1970, Omar Aramayo escribía: “Es el inicio para el desarrollo generacional de envergadura: niños, adolescentes y jóvenes, conscientes de su responsabilidad histórica, de asumir la identidad nacional, defienden las culturas quechua y aimara…”.
Dos años después, una circunstancia lamentable acaecida en Puno, terminó con la muerte de la comerciante de frutas Candelaria Herrera. Era el 26 de junio de 1972, cuando a la Ciudad Lacustre arribó la esposa del general Velazco, la Primera Dama encontró en jóvenes estudiantes de la entonces Universidad Técnica del Altiplano, rechazo absoluto. Aquel no fue un enfrentamiento en igualdad de condiciones, los militares dispararon a quema ropa, y algunas de esas balas se alojaron en la humanidad de un buen número de universitarios, apagándoles el fulgor de la juventud para siempre, o postrándolos en la cama de un hospital. La noticia alcanzó todos los oídos, durante varias semanas en el Perú solo se hablaba de este lamentable hecho.
Cuando las aguas se fueron calmando, los propulsores de la Asociación Juvenil Puno, deciden acuñar el 27 de Junio como un homenaje a los caídos y darle el nombre de Candelaria Herrera a su elenco de danzas, un noble gesto que fue y es reconocido en la actualidad.
En la tarea de difundir la música sicuriana, esta institución musical ha sentado bases en diferentes ciudades del país y del mundo, además de provincias de la región Puno. Destaca también, a lo largo de su historia musical conciertos ofrecidos en diferentes escenarios, dejando la mejor de las impresiones en quienes gustan del arte.
En el inicio de la década del ochenta, la base Puno, graba su primer disco titulado, Sicuris 27 de Junio De la Asociación Juvenil Puno, en este registro se graban 12 temas, que rescatan los diferentes estilos sicurianos que se han asentado en el Altiplano peruano-boliviano. Más adelante, a propósito de sus veinte años de fundación, graban en el vecino país de Bolivia un segundo disco denominado 20 Aniversario, allí también quedan registradas 12 bellas canciones, dejando una vez más, la marca registrada de uno de los conjuntos más representativos de Puno y el Perú. Que sean otros cincuenta años más…o cien, o doscientos…
Comentario sobre post