Texto y fotos de Pablo Novoa Álvarez
Hace cuatro años volví al Perú, por invitación del profesor Andrés Carrión Cuevas, con el cual llevaba años manteniendo una buena relación y comunicación con respecto a los monumentos arqueológicos de la provincia de Ayabaca, en el departamento de Piura, al norte de Perú y en la frontera con el país vecino de Ecuador.
Fue así como en febrero de 2015, acompañado del reconocido investigador del fenómeno ovni peruano Giorgio Piacenza, viajamos a esta región del norte del país.
Al llegar fuimos recibidos por el profesor Carrión y nos trasladamos al pueblo de Ayabaca, para realizar visitas durante tres días a los diversos asentamientos arqueológicos de la zona, concretamente en Samanga, pues ahí se concentra la mayor parte de los monolitos y petroglifos de esa región, que yo quería conocer y estudiar.
Las fotos que me había pasado por correo el amigo Andrés, me hicieron notar que la mayoría de las figuras grabadas, tenían gran parecido con las que descubrí y estudié en Venezuela, en la cuenca del río Magdalena en Colombia, en la región sureste de Ecuador, en las provincias de Loja y Cuenca y en Satipo en la selva central peruana.
Hechos que me llevaron a sospechar que todas esas muestras arqueológicas podrían ser los restos de una cultura única que se extendió desde las selvas de Bolivia y Perú, hasta el norte y centro de Suramérica.
A raíz de este estudio que hice en Ayabaca, presenté hace tres años una ponencia en el Congreso Nacional de Arte Rupestre de Perú, realizado en la ciudad de Tacna y donde expuse el paralelismo entre los petroglifos de Ayabaca de Perú y los del piedemonte andino en el estado Barinas de Venezuela.
Por su parte mi acompañante Giorgio Piacenza, tomaría notas sobre los avistamientos ovnis en la región, visitando con el profesor Carrión algunos sitios donde los lugareños habían tenido experiencias con ese tipo de fenómenos, probablemente de origen extraterrestre.
Durante dos días visitamos en la zona de Samanga una gran cantidad de megalitos, algunos de ellos con figuras grabadas, en su mayoría rostros humanos, uno de ellos con dos preciosas espirales, situado en la entrada de un pequeño caserío, y por cierto muy bien conservado por los lugareños, según me informaron, gracias a la labor de los educadores de la escuela del lugar. Los petroglifos, en su mayoría cercanos al poblado de Samanga, con una veintena de rocas grabadas con hermosísimas figuras, están en buen estado de conservación.
Predominan las figuras geométricas, como espirales y círculos concéntricos, alguna figura humana, numerosos rostros, uno de ellos con antenas, una gran serpiente de varios metros de largo que atraviesa toda la superficie de la roca, destacando entre todas las superficies, una enorme roca de casi unos veinte metros cuadrados, totalmente grabada y partida en dos, probablemente por el efecto de un rayo, con más de un centenar de figuras circulares, serpentiformes, cazoletas o huequitos y otras figuras esquemáticas de difícil interpretación.
Como mencioné anteriormente los diseños de estos petroglifos los encontramos por toda la zona de la cuenca orinoco-amazónica, calculando que sus autores fueran parte de una primera migración araguaca que se extendió por toda esa región, hace unos tres o cuatro mil años antes del presente. Aprovechamos el tercer día de nuestra estancia en la región para visitar, pues se encuentra relativamente cerca de Ayabaca, las ruinas de la ciudad incaica de Aypate.
En una difícil expedición con vehículo para todo terreno y después de varias horas sorteando dificultades, llegamos sin novedad a pesar de algunos percances por el mal estado de la carretera. Después de caminar casi una hora por una zona muy boscosa, pudimos llegar a estas extraordinarias ruinas de la ciudad incaica situada más al norte de Perú, un lugar increíble y esplendoroso, al cual le dedicaremos otro reportaje especial.
En la tarde de regreso, ya en Ayabaca, el profesor Carrión nos llevó por un empinado cerro cercano a la población donde apreciamos un muy buen conservado camino incaico. Ya en lo alto y con una vista increíble de la población, Andrés mencionó lugares que veíamos desde el cerro y donde se producen avistamientos de ovnis o extrañas luces. Igualmente identificamos en la lejanía las ruinas de Aipate, donde una semana después un equipo de la Unesco se trasladó en helicóptero, sus ocupantes eran miembros de esa institución internacional, nombrando ‘in situ’ dicho lugar arqueológico como: Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Después de cenar en un restaurante del pueblo, decidimos dar una vuelta por la Plaza De Armas de la capital provincial, íbamos mi amigo Giorgio y yo, estábamos en el centro de la plaza, había luz de luna y sentí la necesidad de tomar unas fotos desde el centro de la plaza hacia el cerro donde nos habían indicado los lugareños que se divisaban luces extrañas algunas noches.
Revisando con Giorgio las tres fotos que tomé seguidas en el visor de la cámara, me dice el conocido investigador y amigo: Pablo, fíjate en la foto de en medio salen dos grandes luces en el centro derecho de la imagen, ampliamos en el visor ese detalle y efectivamente dos grandes luces aparecían en la imagen, sin embargo, en las otras dos fotos no salían.
El amigo Giorgio uno de los grandes expertos de Perú en el estudio del Fenómeno Ovni, dictaminó que dichas luces pertenecían a dos de esos artefactos aéreos anómalos detectados por los lugareños en algunas zonas de la región. El incidente de Chulucanas, también en el departamento de Piura, ocurrido el 13 de octubre de 2001, es uno de los más famosos casos de avistamientos de ovnis en Perú, porque dicho fenómeno fue visto por cientos de personas que estaban participando en la procesión del Señor Cautivo de Ayabaca. En ese momento todos los presentes vieron ocho objetos luminosos en el cielo, algo sin precedentes en la región, según los vídeos y varios testimonios de personas presentes, dichos objetos realizaban extrañan maniobras con movimientos poco normales en un aparato aéreo conocido, volaban en zigzag, como pretendiendo escribir algo en el firmamento, sin duda, los objetos se comportaban como si tuvieran cierta inteligencia.
Pilotos de la Fuerza Aérea Peruana, fueron testigos de esos avistamientos en la misma zona de Chulucanas, de lo que parecían ser naves de enormes dimensiones surcando el cielo del mismo lugar. Uno de los testimonios más importantes es el que ocurrió cerca del mítico Cerro Pilan, donde un piloto a doce mil pies de altitud pudo ver un gran circulo de fuego, cuyos bordes emitían un fuerte calor de color rojo-naranja, el cual tendría de 14 a 25 kilómetros de longitud. En la misma zona del conocido cerro, testigos aseveran haber visto seres de aproximadamente dos metros de altura, ojos rasgados, cabezas grandes y con trajes luminosos.
Comentario sobre post