Walter Paz Quispe Santos / Mauro Eloy Sucapuca Cutipa
El artista Francisco Gómez Lázaro es un inquieto y persistente pintor que trabaja la técnica del óleo, siempre con el afán de encontrar objetos culturales para darle continuidad a las artes plásticas en una permanente búsqueda de formas retóricas que contrasten iconos culturales e históricos. En sus cuadros siempre se han encontrado fusiones de imágenes de chullpas incas con arcos coloniales en una unidad provocando inclusiones o sobre posiciones de uno de ellos sobre el otro. Esta manera de hacer pintura es continuo en sus trabajos generando de ese modo metáforas o metonimias, hipérboles fragmentarias o rizomas como proyectadas desde un ordenador que hoy en día gracias a las tecnologías de la información y comunicación te permiten tener combinaciones no solo de imágenes, sino también de una gama de colores para cuyo efecto recurre siempre a la simbología andina.
Es en ese sentido, un artista innovador que no se inmuta ni se deja adredar por la mala crítica u opinión que buscan desvalorizar sus trabajos. Al contrario, encontramos en esa perseverancia, siempre algo importante que provoca lucidez y brillo sobre todo en los contrastes que provocan las composiciones que realiza.
Hemos visitado muchas galerías o pinacotecas donde “Lázaro” ha realizado sus exposiciones individuales y colectivas y sus trabajos nos han despertado un vivo interés por la historia, la antropología, la etnometodología, la ecología y tantos otros recorridos que son las principales motivaciones de su arte. Su estética es sencilla pero profunda a la vez, simple pero intensa cuando encuadra desde el punto de oro figuraciones y a veces hasta combinaciones con inferencias o abstracciones para representar otras artes figuradas, integradas y también provocadoras ante las nuevas miradas en el espectador. Es decir, sus trabajos juegan mucho con los modelos mentales y la memoria de los que observan en las salas y se tornan exigentes en la referencialidad porque si uno como receptor de sus estéticas no conoce los códigos culturales que transmite no podrá decodificar sus intenciones comunicativas como artista.
Con Francisco Gómez Lázaro hemos compartido largas jornadas de trabajo cotidiano y muchas reflexiones en la Escuela Superior de Formación Artística de Juliaca donde dirige talleres de pintura a sus estudiantes; además de tener esa proximidad lo hemos visto pintar innumerables ocasiones y conocemos de los procesos que sigue para inventar y reinventar sus actos creativos. Por eso, decimos que se trata de un genuino creador, bronco, fino, perspicaz, renovador de la pintura puneña; sobre todo en el empleo de las antiguas retóricas de la imagen. Sus trabajos son el mejor ejemplo para desarrollar un curso de retóricas de la pintura, porque son un vivo ejemplo de esas inquietudes que desde los antiguos griegos persisten en el debate actual sobre los recursos que usan los artistas para transmitirnos sus mayores proyectos culturales o entregarnos la manzana madura más exquisita del arte del siglo XXI.
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