César Suaña Zenteno
De todos los periodistas de nuestra región, el más reconocido y celebrado es Federico More Barrionuevo (Puno, 21/01/1889 – Lima, 8/02/1955). Además de periodista, fue escritor y poeta. Desde muy joven publicó en El Fuete, El Sable y con el tiempo fue consolidando su labor periodística en El Siglo de Puno, La Bolsa y El Deber de Arequipa, El Eco de Puno y El Comercio del Cusco.
En Lima transitó en varios diarios como La Opinión Nacional, La Crónica, La Tribuna, El Perú y La Prensa; y las revistas Variedades, Mundial, Lléveme Usted, Cómo está Usted, Colónida y Don Lunes, entre otros. En Bolivia escribió a favor de una salida marítima para ese país y publicó en El Diario y La Razón de La Paz; estuvo un breve tiempo en Chile y Buenos Aires donde colaboró para La Crítica, La Razón, Caras y Caretas y Hogar.
A su retorno a Lima dirigió La Revista Semanal, fundó El Hombre de la Calle, Todo el Mundo, La Calle y Cascabel. Colaboró con el diario El Comercio y en la revista Caretas. En varias publicaciones fue acompañado por su hermano Ernesto More. Luis Alberto Sánchez decía que Federico More tenía “palabra fácil, tono reposado y adjetivos hirientes. Su buen gusto literario se perdía a veces en arrebatos de barroca elocuencia”.
En fin; tan proficua labor y el peculiar estilo de su prosa evidentemente lo han encumbrado y son muchos quienes lo califican como el más importante periodista de Puno.
Pero, ¿realmente es el más importante periodista de Puno?
Ludovico Bertonio y Martín de Santa Cruz
Postulamos que el indio aymara Martín de Santa Cruz Hanansaya, del Ayllu Cara de los Lupaqa de Juli, es el primer periodista aymara de la región y el más importante de la historia de Puno. Les diremos por qué.
El cura jesuita de origen italiano Ludovico Bertonio es conocido mundialmente como la máxima autoridad colonial en la lengua aymara (Xavier Albó), gracias al paquete de estudios lingüísticos que produjo y publicó a principios del siglo XVII. Cerrón Palomino afirma que la obra de Bertonio es ciertamente monumental: su producción de corte estrictamente lingüístico comprende tres gramáticas y un vocabulario. En 1603 publica en Roma su “Arte breve de la lengva aymara” y su “Arte y grammatica muy copiosa de la lengua aymara”. Esta última obra salió llena de erratas, al ser editada sin el concurso de correctores que supieran la lengua, por lo que el autor se puso a redactar un nuevo tratado: “El Arte de la lengva aymara” editada en 1612. Asimismo, publica su “Vocabvlario de la lengva aymara” que también sale a luz ese mismo año. La ingente producción del ilustre aymarista comprende también dos tratados de índole catequética: la “Vita Christi” y el “Confessionario”, igualmente editados en 1612.
Pero, el contenido y la publicación de estos libros no es trabajado sólo por Ludovico Bertonio, sino también por un grupo de pobladores lupaqas originarios de Juli, entre los que destaca nítidamente Martín de Santa Cruz, Hanansaya del ayllu Cara. Martín de Santa Cruz además de dominar a la perfección su idioma materno, aprendió a hablar y escribir el castellano perfectamente, y Bertonio ha tenido la hidalguía de reconocer su aporte; por lo que, los estudiosos de estos textos han sacado la conclusión de que los libros han sido escritos por ambos, siendo entonces Martín de Santa Cruz co-autor de estos textos.
Es obvio decir que en esa época de pleno dominio español y donde los religiosos jesuitas y de otras compañías tenían el objetivo de catequizar y “enseñar la doctrina de Dios a los indígenas”, era imposible que Martín apareciese firmando la autoría del libro.
Pero hay más. Según Xavier Albó y Félix Layme, el libro “Vida y Milagros de Nuestro Señor Jesu Christo”, más conocido como el “Vita Christi”, que es una traducción al aymara del libro del mismo nombre publicado por Alonso de Villegas, debe considerarse como verdadero autor y escritor a Martín de Santa Cruz.
La explicación es simple: Ludovico Bertonio le pide a Martín de Santa Cruz que traduzca ese texto de Alonso de Villegas al idioma aymara, y le da libertad para que lo haga “respetando y fomentando el genio lingüístico de la lengua aymara”. Es más, el mismo Ludovico Bertonio dice: “Acerca de la elegancia de lo que aquí escribimos en lengua Aymara, es necesario que sepas, Amigo Lector, que no la he sacado de mi oficina, pues no he nacido en esta tierra, sino en Italia, y por mucho que hubiese aprendido della no presumiera tanto de mi que me atreviera a ofrecerme por maestro dela elegancia con que los indios la hablan”.
A diferencia de la traducción de otros textos como los catecismos coloniales y Evangelios, en los que se exigía rigurosidad casi literal en la traducción, Martín de Santa Cruz tradujo al aymara ese libro con cierta libertad y creatividad con el objetivo de que los nuevos misioneros aprendieran esta lengua para su trabajo de catequización. Y al tener esa libertad para la traducción, volcó en ella gran parte de la cosmovisión aymara, la que se refleja en la traducción de ese texto en aymara nuevamente hacia el castellano, en la que se observa que hay mucha diferencia entre el texto original de Villegas y la traducción del texto de Martín de Santa Cruz nuevamente al castellano.
El periodista y cronista
Precisemos entonces: si Martín de Santa Cruz, además del aymara hablaba perfectamente el castellano y trabajó los mencionados libros junto a Ludovico Bertonio, entonces tenemos que este poblador aymara lupaqa era un gran lingüista y traductor.
Ahora, como escribió en aymara y castellano la vida cotidiana de entonces, las costumbres, la flora, fauna, religiosidad, fiestas, bailes y demás ocurrencias de su mundo circundante, entonces tenemos que también era un historiador y cronista.
Por otra parte, hay un término que se usa comúnmente en las redacciones periodísticas que es la de “voltear una nota”. Con esto se hace referencia a que un determinado texto pueda ser reescrito de otra forma y manera; por lo que la traducción del “Vita Christi” al aymara, teniendo la libertad que Bertonio le otorgó para que el texto sea de mayor utilidad para los nuevos misioneros, entonces Martín de Santa Cruz “volteó” no una nota sino un libro completo, realizando un trabajo periodístico completo.
Además, el objetivo de esos textos era ser difundido para que los catequizadores aprendieran el aymara a la brevedad, con lo que tenía un público objetivo concreto al que se dirigía, y bien podríamos compararlo con los diarios voluminosos de los domingos de hoy que traen varios suplementos.
Y seguramente Martín de Santa Cruz también compuso los textos e hizo de linotipista en la imprenta que los jesuitas llevaron a Juli para publicar esos libros y garantizar que no hubiesen errores como en ese libro editado en Roma, trabajo que también hicieron gran parte de los periodistas de la región hasta fines de la década del 70 en Puno.
Y si el cronista es una “rama” del periodismo, y Martín de Santa Cruz lo era, entonces con mayor razón no vemos por qué no calificar a este insigne aymara lupaqa como el primer periodista aymara de nuestra región.
Tareas pendientes
En enero del 2013, Nativa Puno, Sikuris 27 de Junio Nueva Era, la Municipalidad Provincial de Puno y la UGEL Puno organizamos un evento denominado “Tras las huellas de Ludovico Bertonio” recordando el cuarto centenario de la publicación del libro “Vocabvlario de la Lengva Aymara”.
Se realizaron exposiciones y homenajes en dos sedes, Puno y Juli. Allí participaron Félix Layme Pairumani y Xavier Albó. Y para nosotros fue un gran descubrimiento haber conocido el rol fundamental de Martín de Santa Cruz, Hanansaya del ayllu Cara, como co-autor de ese y los demás libros publicados por Bertonio.
Y sacamos una conclusión elemental: había que reconocer y homenajear por igual a Ludovico Bertonio y Martín de Santa Cruz, y sugerimos a las autoridades ediles y educativas de Juli que junto al monumento a Bertonio debía alzarse otro reconociendo a Santa Cruz. Propuesta ignorada hasta ahora.
Pero además, conociendo la importancia del libro “Vita Christi” por brindar mayores luces sobre la cosmovisión de los aymaras de ese entonces, debía efectuarse una reedición de ese libro para que nos sea de utilidad hoy ya que se ha desarrollado una preocupación intensa por estudiar la cosmovisión de nuestros pueblos originarios y contrastarlos con la realidad contemporánea. Esta tarea también está pendiente.
Finalmente, hay otra que se desprende de esta propuesta que hoy presentamos: que los gremios periodísticos como el Colegio de Periodistas, la Federación de Periodistas del Perú, la Asociación de Periodistas del Perú, la Red de Periodistas Intercultural Bilingüe y también las escuelas de comunicación y periodismo de las universidades, reivindiquen el papel de este “indio” de Hanansaya del ayllu Cara, junto a Bertonio, como pionero del periodismo en nuestra región.
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