Para detectar un engaño, no basta con analizar si lo que nos dicen tiene sentido o no lo tiene, algo que hacemos de forma consciente con la parte racional de nuestra mente. El truco para detectar un engaño está en prestar atención a la comunicación no verbal, para esto utilizaremos el lenguaje corporal.
- Cuando mentimos, nuestra respiración, normalmente, se acelera (esto se debe a que se incrementa nuestro ritmo cardíaco).
- Cuando mentimos, nuestro tono de voz, en general, se hace más agudo.
- Cuando mentimos, tenemos tendencia a titubear al hablar.
- Cuando mentimos, las pausas antes de decir algo, generalmente, se hacen más prolongadas, porque tenemos que pensar en lo que vamos a decir.
- Cuando mentimos, normalmente, no damos detalles, o decimos que los hemos olvidado.
- Cuando mentimos, en lugar de dar el número exacto, solemos redondear la cifra; por ejemplo, decimos “más de 100” en lugar de decir 125.
- El mentiroso siempre cuenta una historia en orden cronológico (inventar una historia en orden inverso es casi imposible).
- El mentiroso, generalmente, evita usar el pronombre yo; suele decir las cosas de forma impersonal utilizando el pronombre se, por ejemplo, diría, “se ha perdido”, en lugar de, “me lo he olvidado en…”.
- Es típico de los mentirosos responder con evasivas o con otra pregunta, en lugar de responder directamente a lo que se les pregunta.
- Pese a lo que popularmente se piensa, el mentiroso no evita la mirada; sino, más bien al contrario, el mentiroso suele buscar en tu mirada la confirmación de que te has creído su mentira, por lo que su mirada es intensa y escrutadora. Evitar la mirada es un signo de timidez, no de mentira.
- Una mirada velada puede indicar desinterés. También puede indicar que la otra persona se siente incómoda con la situación y busca refugio en sí misma. También podría ser un signo de que está mintiendo y tiene miedo a ser descubierta.
- El mentiroso, generalmente, se muestra inquieto y prefiere permanecer de pie o paseando por la sala.
- Cuando se sienta, el mentiroso suele hacerlo detrás de una mesa u oculto tras un maletín o un libro.
- El mentiroso suele tocarse frecuentemente la cara con las manos (nariz, boca o barbilla), o bien las deja rígidas, apoyadas en la mesa, para que no se note que le tiembla el pulso.
- El mentiroso puede hacer dos cosas: bien puede inventar emociones que no siente (por ejemplo, mostrar pena por algo que él mismo ha provocado intencionadamente), o bien puede intentar ocultar completamente sus emociones y poner cara de póquer.
- El mentiroso también puede intentar cubrir una emoción (por ejemplo, el miedo) con otra (por ejemplo, el enfado). Si se le pregunta si ha hecho algo, suele reaccionar muy airado diciendo ¿acaso dudas de mi?. Salvo que sea un actor consumado, es fácil detectar estas emociones fingidas.
- La sonrisa de los mentirosos suele ser falsa.
- Con frecuencia, el subconsciente traiciona al mentiroso, lo que se refleja en frecuentes lapsus linguae (decir algo distinto a lo que se quería decir).
- El mentiroso suele dar la respuesta perfecta porque piensa que es lo que quieres oír. Por ejemplo, el marido infiel que dice a su mujer que “nunca se ha fijado en otra”.
- Para dar apariencia de veracidad a lo que dicen, los mentirosos tienden a dar más detalles y aclaraciones de las que se les han pedido. Ya lo dice el refrán, “excusatio non petita, accusatio manifiesta”.
- Las pupilas del mentiroso se contraen por culpa del estrés. Incluso si no estamos lo suficientemente cerca como para ver su pupila, nuestro subconsciente es capaz de detectar si se agranda o si se contrae.
- Debido al estrés, el mentiroso suele parpadear más de lo normal.
- Debido a la presión de la mentira, el mentiroso tiende a bloquear los ojos. Hay dos maneras de bloquear los ojos: bien cerrando los párpados durante un tiempo, o bien usando las manos para tapar los ojos. En cualquier caso, éste suele ser un signo claro de que la persona se siente incómoda con la situación (¿quizás por miedo a que se descubra una mentira?).
- El mentiroso no puede recordar todas las mentiras que ha dicho. Para atrapar a un mentiroso, haz preguntas y busca contradicciones en las respuestas. Ya lo dice el refrán, “Para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”.
Busca, especialmente, gestos que no concuerden con lo que se dice, bien porque dicen algo distinto o porque no están sincronizados. Busca comportamientos que no sean los habituales en esa persona. Cuando mentimos, estamos sometidos a una gran presión y eso se manifiesta, de alguna manera, en nuestra forma de actuar, aunque no necesariamente igual en todas las personas.
Como ya sabían nuestros mayores, para descubrir a un mentiroso, lo mejor es mirarle a los ojos. Las personas podemos controlar las expresiones de la cara y el movimiento de nuestras manos, pero nuestros ojos, especialmente nuestras pupilas, nos delatan siempre.
Mayumi Riveros.
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