Walter Paz Quispe Santos/ Mauro Eloy Sucapuca Cutipa
El artista plástico Altino Villasante Arivilca, nacido en los paisajes estelares y de música del Sicuri de Conima, es uno de los grandes representantes de la pintura puneña y peruana, ganador de muchos premios de pintura, como el de la Michel, con su obra (en aquel manantial muestran los consabidos desarraigos y los recuerdos de una niñez forjada en tierras conimeñas y los ejercicios de la memoria sobre los seres más queridos, como la figura de su añorada abuela).
Es un acuarelista con un manejo diestro de los contrastes, que con una predominancia de las tonalidades del color rojo ha logrado captar en un realismo destacable, el tiempo convertido en metáforas a partir de la sincronía de calles captadas en perspectiva junto a casonas viejas, roñosas, astilladas por los años, así como portones añosos y coloniales que expresan las más grandes refracciones de la epistemología de la temporalidad, manifestadas desde la pintura.
Altino Villasante Arivilca no solo ha renovado la acuarela con su estilo peculiar en el manejo del pincel, sino también ha demostrado con maestría una concepción sobre el tiempo, y con esas formas originales de práctica del oficio ha trascendido su presencia en la historia del arte contemporáneo; quizá sus modos de mirar y representar se deban a su formación de arquitecto en la Universidad Ricardo Palma de Lima, donde se formó para encontrar el equilibro entre el arte y la matemática, en una búsqueda permanente de una de las estéticas fundadoras, como es la armonía.
El artista es un infatigable hurgador del pasado y lo añejo del deterioro de los objetos, para expresar, a partir de su mímesis estética, los complejos escenarios que deja el tiempo “en un manantial observamos su dialéctica y metafísica a la vez, la circularidad y permanente continuidad como el manantial que fluye y el rostro que se perenniza en sus aguas, y eso es sencillamente una gran metáfora de lo indetenible, lo transitorio y humanamente conducido hacia la vejez sin regreso y la idealización del mito de la eterna juventud; las galerías de arte han sido testigos de sus muestras individuales y colectivas, que para alegría de la belleza, lo bello y lo sublime, han sido una fiesta de la tradición y la modernidad, es decir, en cada cuadro existen los tonos de lo moderno de las épocas y las tradiciones que dejan sus huellas o rastros. En Altino Villasante, lo moderno y la tradición son como el anverso y reverso de una moneda y corresponde al espectador identificar el tiempo al que pertenecen sus acuarelas.
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