Walter Paz Quispe Santos/Mauro Eloy Sucapuca Cutipa
La escultura es un arte que tiene, dentro de sus funciones, representar alegorías a personajes reales o irreales que pasaron por momentos históricos de nuestros pueblos o simplemente por la imaginación de las personas que siempre están creando leyendas urbanas, mágicas y maravillosas, algunas veces con mucho realismo y otras desde la dimensión fantástica.
Arnaldo Vilca Condori es un escultor juliaqueño nacido en el hermoso pueblo de Cabanillas, que ha elegido la escultura realista para eternizar como recuerdos o piedras de toque la gloria o la epopeya de singulares personajes de nuestra historia nacional y regional, además de íconos más representativos de la cultura andina. Sus trabajos son invalorables, porque retrotraen a la memoria en forma de ritos y mitos las hazañas o derrotas que vivimos los seres humanos en nuestras breves existencias.
Sus esculturas monumentales son aleccionadoras, pues refuerzan identidades sociales. Por eso, muchas de las plazas públicas de nuestros pueblos están ornadas con los trabajos de este singular escultor popular que ha sabido abrirse camino con mucho esfuerzo y talento.
Arnaldo Vilca estudió artes plásticas con mención en escultura en la Escuela Superior de Formación Artística de Juliaca. Ha podido salir fuera del país como muchos otros artistas, pero prefirió quedarse en su querida tierra Juliaca. Desde allí proyectó unas formas de hacer el arte del esculpido que busca mantener viva el fuego combatiente de los seres más queridos del pueblo calcetero. Ahí tenemos el Parque a la Madre con una alegoría del artista, o de Pedro Vilcapaza en Azángaro, o esculturas memorables de animales que habitan en la Altiplanicie y simbolizan una oferencia por las formas de vivir en Los Andes. Hay que viajar a Macusani o Cojata para apreciarlos en su entera magnitud, es decir en sus detalles más acabados, el aplomo y su grandiosa diversidad.
La escultura altiplánica no se limita sólo a recrear imágenes de personajes dominantes, al contrario también es una experiencia transgresora y subversiva de la realidad, así de a poco Arnaldo Vilca contribuye desde su arte a modificar o invitar a hacernos permanentes relecturas de lo que fuimos y lo que somos. La escultura invita al espectador, a distinguir la lucha de signos o símbolos, íconos oficiales e íconos subalternos con el propósito y gran deseo del artista a imponer otras que casi siempre pertenecen a una historia real interpretada desde los pueblos y no los libros cuyas imágenes hiperbolizan a personajes de barro. Arnaldo Vilca nos invita a abrir los ojos y cerrar los libros.
Comentario sobre post