INFORMACIÓN RECOPILADA DEL DIARIO LA BOLSA DEL AÑO 1878. ESTA ES LA PRIMERA PARTE DE CÓMO LLEGÓ EL OBTORAMA A LA CIUDAD BLANCA
Por: Jhonatan Valdez
La relación de Arequipa con los espectáculos luminosos se remonta a agosto de 1878, con la llegada de un ingenioso invento que combinaba la fotografía, la luz y la electricidad conjuntamente, algo que no era común de ver aquellos días, el aparato llamado “Obtorama” se presentaría en el Teatro Fénix, presidido y manejado con maestría por el estadounidense Mr. Farrand y su incursión en la ciudad era presentada como notable.
En los archivos del diario La Bolsa del 19 de agosto de 1878, se informaba que: “El jueves próximo tendrá lugar en nuestro teatro la primera exhibición de este maravilloso y sorprendente espectáculo, poco conocido en esta ciudad. El programa constará de tres partes a cuál más variada y entretenida. El espectador podrá reconocer en breves instantes diversas partes del mundo y contemplar las obras más notables del arte, así como los más risueños paisajes de la naturaleza”.
El programa presentado hacia la población de Arequipa era muy llamativo, exhibía paisajes, monumentos, calles, capitales de países vecinos como Quito o Bogotá, retratos como los del papa Pio IX. El público se mostró ansioso de poder apreciar este aparato luminoso que impresionó a la población que acudió masivamente a ver los espectáculos presentados en un lienzo de 400 pies cuadrados (un aproximado de 37.1612 metros cuadrados).
En otra publicación del diario La Bolsa en el año 1878 dice: “Reflejado sobre un telón de cuatrocientos pies cuadrados aparece un botón que desplegando sus pétalos de cara a ver un hermoso clavel que se transformará con la magia de la luz en un gigantesco ramillete de variadas flores, en perfecto desarrollo de donde saldrá una vista de la catedral de la importante capital de Arequipa, que se convertirá en otra vista de la calle de comercio de la misma capital. Aparecieran después el puente de Arequipa, el palacio de gobierno de la histórica ciudad del Cuzco, la calle de Sta. Teresa, el claustro de la Merced, y dos vistas de las interesantes ruinas de la gran fortaleza de los Incas en el Cuzco […]”.
Este antecesor del cinematógrafo fue presentado con anterioridad el año de 1866 por el mismo Mr. Farrand, tal parece que emprendió una gira por las importantes capitales de América. Llegando a nuestra ciudad 12 años después del primer registro que hay de su primera exhibición en Medellín.
“El primer ensayo de obtorama lo realizó en 1866 un norteamericano de apellido Ferrant” (Suárez Arteaga, 2011, p. 6). Cabe la posibilidad de que el obtorama haya recorrido otras capitales y se haya enriquecido de sus principales monumentos para exhibirlos en otras ciudades, como lo hizo en Arequipa.
A este último año, le favorecieron los comentarios de la prensa arequipeña por su magnífica ejecución, no obstante, algunas personas conservadoras dejaron correr el rumor de que este espectáculo era dañino para los ojos y que era necesario portar gafas de vidrio ahumado para poder apreciar las vistas proyectadas. Este rumor fue absuelto públicamente por Mr. Farrand, refiriendo a su espectáculo como saludable, relajante para el cuerpo como para el alma. Era evidente que estas vistas trasladaban al espectador hacia lugares desconocidos por la gran mayoría. Podemos deducir el éxito de Mr. Farrand en Arequipa, ya que en diciembre del mismo año regresa nuevamente con un nuevo repertorio de vistas luminosas, aunque, esta vez, su presentación no se daría en el viejo teatro como relata la crónica: “ha comenzado de nuevo a exhibir sus hermosas y variadas vistas en el local apropiado al objeto, sito en la calle de Santa Teresa, casa de las Señoras Valdivia según se lee en el anuncio impreso que tenemos a la vista. Espectáculos de este género distraen en agradablemente el tiempo y ofrecen resultados provechosos […]”, texto que fue extraído del diario La Bolsa del 11 de diciembre de 1878.
Durante esta última función se proyectaron vistas nuevas e interesantes, tal es el caso del asesinato del ilustre patricio don Manuel Prado en la ciudad de Lima. Una de las vistas que figuraba en el programa repartido al público con anterioridad y publicado en el diario el día anterior, al día siguiente los redactores del diario La Bolsa publicaron:
“[…] Quisiéramos pasar desapercibida una escena por demás vergonzosa que tuvo lugar en dicho espectáculo, pero nuestro deber de cronistas nos impone la forzosa obligación de narrar fielmente los sucesos, haciendo las apreciaciones respectivas, esto es, aplaudiendo lo bueno y censurando lo malo. Nos referimos a los destemplados aplausos que unos cuantos individuos del bajo pueblo, mandados allí quizá ex profesamente, tributaron a luctuoso cuadro que representaba el inicuo crimen del 16 de noviembre. El extravío de esos infelices llega a tal extremo de ceguedad, que, por dar rienda suelta a la pasión política, santifican el crimen y endiosean al asesinato. ¡Horrible inmoralidad que mina por su base el orden social y que amenazaba precipitarnos en el más espantoso caos! Afortunadamente son muy pocos los desgraciados que sea han dejado arrastrar por tan lamentables aberraciones: el pueblo, dígase lo que se quiera, tiene un fondo de moralidad y de buen sentido que lo pone ha cubierto de inculpaciones desdorosas. Lo que como chacales se gozan removiendo las cenizas, palpitantes aún, de la ilustre víctima; no podrán nunca borrar de su memoria en su primer perdón que dirigió a sus enemigos al exhalar el postrimer suspiro”. (La Bolsa, 16 de diciembre de 1878 p.3)
La primera llegada y la vuelta de Farrand dice mucho de nuestra ciudad como un lugar de constante tránsito, atractiva para empresarios dedicados al teatro, exhibición, etc. Arequipa desde tempranos años de la república significó una ciudad importante y de apertura hacia otras. En tal sentido la exhibición de Mr. Farrand no solo significó la apertura a una nueva forma de espectáculo para la población, sino que también mostró la respuesta del público hacia los eventos políticos en constante pugna a inicios de la república, las luchas de poder, el significado de las imágenes, la protesta de unos y la pesadumbre de otros, por un mismo hecho: el asesinato del presidente. El Perú era una incipiente nación que surgía y se organizaba.
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