Armando Villanueva Turpo
Un cuento suyo habla sobre “un aparato para detectar a los cojudos”. Y uno de sus últimos relatos recuerda la aciaga muerte del alcalde Cirilo Robles. Luis Gallegos (100 años) es otro de los memorables narradores que tiene Puno aún en vida. No se me ocurrió mejor homenaje que la presente entrevista.
Algo característico de sus relatos, cuentos, es lo erótico.
El aspecto erótico… No es esencialmente mi propósito escribir la modalidad erótica; sino que los personajes, tanto en el cuento como en la novela, son seres humanos, no son ángeles, no son dioses. Hacen el amor. En la trayectoria de la novela, tienen que hacer el amor, pues. Así como en las novelas, Vargas Llosa, Bryce…
Menos Arguedas. José María Arguedas ocultó, satanizó el sexo.
Debe ser su forma, pues. Si estudiamos a Arguedas, no tiene hijos. Y, si lo estudiamos en el campo de la psicología, de la fisiología, y nos preguntamos: ¿este señor, por qué no ha tenido hijos? ¿…? Su primera señora se separó de él; su segunda señora, la chilena, también se separó. Debe haber tenido algún trauma respecto al amor, una frustración.
Bueno, Vargas Llosa dijo lo mismo.
Vargas Llosa lo dice: carece de la técnica, dice, de la novela. Arguedas no es novelista, pues; es antropólogo. En cambio, Vargas Llosa ha estudiado la literatura; la novela ha estudiado, para ser novelista. Arguedas no, pues, él ha estudiado para ser antropólogo. A Arguedas yo lo admiro como antropólogo.
A usted lo admiran por El cojudiómetro.
El cojudiómetro es un cuento que está basado en la ficción, en la fantasía [sonriente, complacido]. Vino continuamente un antropólogo japonés, Yosike. Hemos sabido que Yosike, así en conversaciones, pondera mucho a los japoneses. Él dice que los japoneses son gente muy hábil, muy inteligentes. Y me parece que no es así. Por ejemplo, Fujimori, que, después de haberse escapado, regresa al Perú a entregarse y estar en la cárcel. Porque, si fueran los japoneses muy inteligentes, no haría eso. Entonces Yosike me habló que los japoneses han inventado aparatos que juegan fútbol, que hacen cálculos matemáticos, robots, etc. Entonces, yo en broma le dije: “Yo he leído que ustedes han inventado un aparato que se llama el cojudiómetro para detectar a los cojudos”. “No tengo conocimiento”, me dijo, “pero ahora que regreso al Japón, voy a averiguar”. Cuando regresó, me dijo: “Efectivamente, el cojudiómetro es un aparato de fabricación japonesa”, “pero no lo han fabricado en Japón sino en Tailandia, porque la fábrica de Japón, las otras fábricas de Japón, por convenios comerciales están instalados en Tailandia. Ahí han fabricado el cojudiómetro”, me dijo. Entonces, para mí… ¡Cómo una mentira se vuelve realidad, ¿no?! [se carcajea]Y esa es la historia de El cojudiómetro, ¿no?
Usted sí que sabe mentir [lo celebro]. ¿Y eso ocurre con sus “historias de la vida real noveladas”?
Bueno. En estas historias, yo invento cosas que no ha hecho un personaje, porque ya ha muerto. Sobre personajes muertos. Lorenzo Cotillo ha muerto, Manuel Z. Camacho ha muerto. Entonces, hay muchas cosas que yo invento, que ha sido así…, etc.
Y qué está escribiendo ahora.
Estoy escribiendo Vidas paralelas. Es sobre la vida de Samuel Frisancho y la de Mauro Paredes, dos abogados.
A propósito… Usted, para qué escribe…, con qué fin.
Para tener amigos y para ganar dinero. (Mira, el que me lo vende mis libros es Pedro Mercado.) Ayer fui a comprar el periódico de domingo y ¿sabe qué me ha dicho Mercado? Vienen a preguntar, dice, véndeme el nuevo libro de Gallegos, dice, cuál es su último libro.
Por ahí dicen que sus obras son más temáticas, que usted descuida la estructura y que escribe de una manera acelerada.
Acelerada porque me exigen, pues, mis lectores me exigen. Hay lectores que leen sólo mis libros, no leen otro. Entonces yo les digo: anda leyendo a Vargas Llosa, anda leyendo a Padilla. No no, dice, a mí me gusta tu estilo, bonito, dicen. (Este señor, que acaba de morir… Para hacer el amor, tengo que leer tus libros, me dice.) [Carcajadas]
Hablemos sobre un tema, entonces. Sobre Réquiem para un ex-alcalde, sobre la muerte de Cirilo Robles.
El libro tiene tres capítulos. “Ilave de mis recuerdos”, “El realismo mágico maravilloso en los aimaras” y el tercero es sobre la muerte de Cirilo Robles. Yo he trabajado en el Programa Andino de las Naciones Unidas, entre Perú y Bolivia; con los aimaras he trabajado, diez años. Entonces yo estoy narrando eso. Cómo es el aimara, por qué mató a Cirilo Robles, siendo también Robles aimara, un campesino.
¿Insinúa que lo sucedido en Ilave ha sido parte de un realismo mágico?
No, no ha sido realismo mágico; ha sido real, ha sido político. Porque ambos (Cirilo Robles y Sandoval) son productos de una universidad. La Universidad los ha formado, pues. Alberto Sandoval era profesor de Educación, enseñaba filosofía, y se aprendió de memoria a Lora Cam, eso repetía en la Universidad, no investigaba nada; el otro, es sociólogo, de la Universidad, y profesor. Otro profesor de la Universidad, Gregorio Ticona, que llegó a ser alcalde y cómo terminó, como tránsfuga. Esta Universidad no forma hombres; forma tramposos, rateros, tránsfugas. O sea, no le da al estudiante una personalidad, pues, de profesional honesto.
Si podría contar un poquito más…
Mira: Sandoval era Pukallacta, que son los pro-chinos; Robles era de Patria Roja, pro-moscovita. (La Universidad está politizada. Quién ha elegido a este rector, seguro los pukallactas, o los de Patria. ¿Uno va a eso a la Universidad o a estudiar?) Entonces la muerte de Cirilo Robles es político. Dos enemigos que están en la Universidad, después, se juntan. Porque primero Sandoval postuló solito para alcalde, no salió; Robles postuló, tampoco, no salió. Entonces dijo: oye, por qué no nos juntamos. Después salen. Habían puesto cada uno a siete mil. Cuando entró de alcalde (el anterior alcalde, Maquera ganaba tres mil soles), Cirilo se subió a cuatro mil al día siguiente. Sandoval quería ganar los cuatro mil también. El otro le dijo: no pues tú eres teniente alcalde, y el otro: no pues si hemos puesto la cuota iguales… Y esta clase de hombres forma esta Universidad, pues.
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