La expresión religiosa que se vive en Puno, como parte de la Festividad de la Virgen de la Candelaria, es el resultado del sincretismo de la fe católica con la cosmovisión andina. La integración de músicos, danzantes, fieles y autoridades puneñas, dan pie a que esta sea una de las concentraciones religiosas más grandes de la Latinoamérica.
Cada 02 de febrero, la Iglesia Católica festeja la Festividad de la Purificación de la Virgen María, algo que se replica, apropiadamente sincretizada con las costumbres locales, en la ciudad de Puno, hoy congratulada con un reconocimiento internacional por la realización de esta fiesta que, hay que decirlo, congrega a propios y extraños, y que contagia toda su magia y esplendor en el tiempo que dura.
Pero, ¿qué significa esto? ¿A quién adoramos, cuál es el simbolismo que esconde? Nuestra virgen, la que resguardamos y adoramos, tiene singulares detalles. Básicamente, los siguientes: en su brazo derecho tiene dos tórtolas o pichones, las que se encuentran fuera de una canastita y que significan, recordando el relato de Noé, el hallazgo de una tierra prometida.
En tanto, la vela que al mismo tiempo porta (una candela), nos invita a ser luz y alumbrar como pueblo nuestro porvenir; su aureola, que significa la santidad, reflejan eso que todos debemos perseguir: la pureza, la rectitud. Y las 12 estrellas que están en el resplandor que irradia la Mamita, todas las culturas que tenemos en Puno y que debemos respetar (en analogía a las 12 tribus de Israel).
Asimismo, el Niño Jesús representa la humanidad que no debemos perder, y el mundo que sostiene el lugar que debemos construir para nosotros y nuestros descendientes: uno lleno de fe y respeto por nuestros semejantes.
IMPORTANCIA RELIGIOSA
Después de la procesión del Señor de los Milagros, en Lima, la procesión de la Virgen de la Candelaria es la más importante del Perú. Y es que en ella se unen, además de los devotos puneños y peruanos, también los provenientes de otras partes del mundo, quienes no dudan en venerar a la Santa Imagen y pedirle su protección.
Así, los desfiles, comparsas y pasacalles que destacan por sus vestuarios coloridos y figuras grandilocuentes, a la vez que generan un espíritu de confraternidad y jolgorio, irradian la fe más humilde y honrada que pueda sentir corazón humano, pues se trata de actos donde se ofrenda la felicidad y la alegría, agradeciendo a la Mamita Candelaria por todas las bendiciones que nos prodiga.
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