Por: Walter Paz Quispe Santos y Mauro Eloy Sucapuca Cutipa
Mirar el paisaje en perspectiva desde todos los puntos y luego plasmarlo en un cuadro con una técnica del óleo o la acuarela parece ser una de las mejores virtudes de José Rupertino Condori Ramos. Al decir de Roland Barthes, pintar paisajes siempre será una forma de relatar la vida, pero sin códigos, es decir, usar el lenguaje visual para condicionar la experiencia humana del percibir. La sucesión de paisajes que son parte del legado artístico de “Joséc” y llevarlo al campo de la interpretación y la sobreinterpretación en un lenguaje verbal; hacer eso, significa encontrar límites para describir los detalles que propone el artista en pintura. Sobre este tema hay un debate inacabable que fue profundizado por Wittgenstein, que dijo alguna vez que “los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje”. Esa es la experiencia que uno vive cuando uno mira los paisajes de “Joséc”, que te permite concluir que toda observación es subjetiva y que la objetividad pura no existe, si no lo subjetivo objetivado que pasa necesariamente por el interfaz cognitivo del espectador; argumento que sostienen los constructivistas radicales que combinan una proporción mayor de emocionalidad o el emocionar del lenguaje con pequeñas porciones de racionalidad.

El artista “Joséc” es el especialista del tratamiento del paisaje en la pintura, desde la composición, la armonización de los colores fríos y cálidos en retóricas contrastivas han hecho del artista un representante singular de la modalidad. No es el romanticismo de Turner que inspiran sus cuadros sino la naturaleza andina con todos sus elementos o detalles, tal como dijo una vez el artista que tiene momentos vivenciales cuando está en contacto con la naturaleza y busca siempre alejarse de los talleres. Un revés que te permite abrir los ojos para narrar lo que se mira y cerrar los talleres porque son a veces poco motivadores. Por eso dicen algunos que “Joséc” es un artista de las instantáneas, de los lugares significados y escogidos, o los espacios vivenciales. Y qué duda cabe, si lo es.

José Rupertino Condori ha estudiado artes plásticas en la Escuela Superior de Formación Artística de Puno y luego se dedicó a la docencia del arte en el lejano Valle del Mantaro – Huancayo, lugar inspirador para su fuego creador. El artista dice sobre su obra: “El arte es una forma de vida que me permite expresar el mundo interior que está dentro de mí, mediante el color expreso un pensamiento, una idea, la emoción, el sentimiento y todo lo que uno quiera. Arte es aquello que nutre el alma, eleva el espíritu y vigoriza la calidad humana de las personas, si todavía existen seres con una sensibilidad humana es porque el arte nos permite expresar, lo bello, lo hermoso y lo sublime, que podemos absorber de la naturaleza que tenemos en nuestro mundo exterior”.
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