Por: Wilber Wilson Quispe Velásquez (Moyas)
80 x 60 Óleo sobre lienzo
Víctor Humareda Gallegos 1980-1986
Cuando Humareda trabaja la obra de arte, “El Arlequín, la muerte y Charlotte”, se apropia de su personalidad y él mismo se representa como la muerte y se emula como Arlequín. Hasta entonces (1986), Humareda ya había producido incesantes obras de artes relativas a la muerte, a los arlequines y a las prostitutas, por tanto, esta última obra tiene relación con la época cuando Humareda sufre de cáncer a la garganta (1983), y por tal se presenta como autorretrato, con su sombrero de copa.
Además, esta obra notoriamente es una apropiación artística de sus propios trabajos, transformando su contexto y su forma. La otra versión sería que los personajes del cuadro se apropian de la personalidad de Humareda.
En la Universidad Nacional Autónoma de México, específicamente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Carlos A. Hernández Marmolejo, en el 2009, en la tesis “Práctica apropiacionista en las artes plásticas actuales”, señala en una de sus conclusiones: “La técnica consistente en la adopción de objetos e imágenes que no son obra de arte, para transformarlas en éste mediante una simple decisión, se conoce en la actualidad como «apropiación artística». En este campo Carlo Carrá, Duchamp y Picasso fueron los pioneros. También es apropiación el uso del trabajo de los demás —en parte o en su totalidad— para usarlo en el propio trabajo creativo mediante la transformación de su material, la forma y el contexto. Aunque el discurso de originalidad reprime y desacredita el discurso de la copia, tanto la vanguardia y el modernismo dependen de esta represión”.

Humareda genialmente plasma en el espacio pictórico o lienzo el “desdoblamiento de la personalidad” en tres: uno, como artista-pintor-observador, el otro como Arlequín, y el tercero como representante de la muerte; no porque Humareda sufra trastorno en su conciencia de su “unidad como yo”, más bien plasma para la posterioridad este dilema psicológico y filosófico, para que la humanidad pueda discernir estos estados de desdoblamiento; todo ello porque Humareda siempre se ha identificado con los arlequines como su “alter ego”; de esta manera, duplica su personalidad como Arlequín, pero esta vez en contraposición de Humareda (La muerte) que ya está en edad avanzada, representa al Arlequín en completa juventud, que lo está abrazando. Esta forma dual de “retratarse psicológicamente” es creatividad del genio de Humareda. Si bien Velásquez en su tiempo se pintó como autorretrato, sin emular a otros personajes, en su obra “Las Meninas”, a diferencia de esta obra Humareda se autorretrata como la muerte y como su personaje, su otro yo, su “alter ego”: el Arlequín. No debemos olvidar que el Arlequín, el bufón y el payaso, son un mismo personaje: títeres, graciosos, chistosos, bromistas, alegres, joviales; a la vez son personajes representantes del mamarracho, haciendo el ridículo en mucho de los casos. Humareda, para enfrentar a la vida a través de sus pinturas emulaba en el dibujo y el color a estos personajes, y a las prostitutas, mendigos, trasuntando la verdadera realidad de la vida de estos personajes; a tal punto, que se tomaba fotografías bailando. Precisamente, en la fotografía que aparece en la ilustración el arlequín desde un cuadro está observando a Humareda en pleno desarrollo de un baile con su bastón, lo que implica que el danzarín es escena, es real, y el público es el Arlequín; aquí hay dos espacios que cambian o alternan. Hasta en ello fue un genio, es decir, al concebir y construir el espacio dual o doble espacio.
La loca Charlotte La muerte, Humareda
“LOS ARLEQUINES DE HUMAREDA”
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