Al realizar un bosquejo histórico y cultural de una de las instituciones educativas más prestigiosas del distrito de Phara (Sandia), localidad ubicada al límite de los ríos Pañamayo y Lloquemayo, no podemos dejar pasar datos y hechos importantes.
Durante la emancipación peruana (1700 – 1800), algunos vecinos phareños eran pudientes económicamente y podían solventar los gastos de la educación de sus hijos. Porque a estas tierras habían llegado muchas personas foráneas, especialmente a uno de los asientos mineros como “Aporoma”, entre otros. Ellos, con el transcurrir del tiempo, se convirtieron en yernos y dueños de extensas tierras.
De ahí nace la denominación “Místis”, que se refiere a aquellas personas que siempre estaban encaramadas en cargos públicos: unas veces hacían de Juez de Paz, otras de gobernador y otras de alcalde. Como autoridades, tenían el don de mando y con ese poder obligaban a la gente campesina a estar al servicio de ellos.
“Los Mistis”, les decían los indígenas. “Nuestros hijos deben ser educados en buenos colegios y en centros superiores, para el bien del pueblo. Porque al correr del tiempo, saldrán profesionales; por lo menos serán abogados y defenderán a la gente haciendo cumplir las Leyes”, aseguraban ellos.
Años más tarde, estos señores resultaron en efecto abogados, pero algunos fueron ingratos, porque ya no retornaron a su tierra natal. Otros, en cambio, volvieron, como Nicolás y Jesús Cárdenas. El pueblo de Phara recuerda también a León Cárdenas Garrido, quien promovió la construcción del puente carrozable sobre el río Limbani y luego fue elegido como diputado del departamento de Puno.
Años después de la independencia del Perú (1824), numerosas escuelas fueron auspiciadas por las municipalidades y supeditadas por Inspectores de Educación de provincia en cada región. La denominación de Escuela Municipal se prolongó hasta 1929. Estas escuelas estaban regentadas solo por un profesor, a quien se le llamaba “Preceptor”, que solo impartía la enseñanza hasta el segundo grado de primaria, pero solo a varones.
En 1930, la institución local se convierte en Escuela Elemental N° 8320, y también estuvo a cargo de un solo profesor, Samuel Aliaga. Ya por 1935 se cambió la nomenclatura para denominarse Escuela Fiscal N° 8311. Por esos años, laboró un profesor de apellido Zúñiga, sucediéndole el profesor Teófilo Fuentes Mendizábal.
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