Por: Arturo Belaúnde Guzmán
Nuevamente, cuando los plazos para la definición de candidaturas para las elecciones presidenciales y parlamentarias comienzan a agotarse, considero necesario referirme a la situación de la izquierda, un importante sector de la política y la sociedad peruanas, por encima de prejuicios y fobias que ya no tienen lugar en pleno siglo XXI, cuando deben primar el pluralismo y la diversidad en todos los terrenos.
Es lamentable que un sector que se ha caracterizado por promover los cambios que toda sociedad necesita para evolucionar a mayores niveles de desarrollo e integración, y que cuenta con importantes figuras de considerable nivel intelectual ni académico, no tenga un protagonismo correspondiente en el escenario político actual.
Es cierto que en un amplio sector de medios de comunicación dominados por vetos poco racionales, existe la tendencia a marginar a esas personalidades y a los dirigentes sociales de tendencia izquierdista, pero este no es el único motivo de su escasa presencia en el panorama nacional.
El principal motivo del problema es, sin duda, la dispersión de las agrupaciones y tendencias de ese sector político que, paradójicamente, no tienen diferencias fundamentales, habida cuenta de que todas comparten lineamientos programáticos orientados a cambios y han deslindado del extremismo terrorista.
Resulta evidente por tanto que, más que un anhelo, la unidad es una obligación y hasta una cuestión de supervivencia para las agrupaciones de izquierda y para ello es fundamental, y siempre lo ha sido, que hagan a un lado las diferencias, que son secundarias, y se enfoquen en convertir sus coincidencias en un mensaje de cambio y un programa que pueda atender las demandas y exigencias de la ciudadanía.
Los esfuerzos de unidad solo han logrado avanzar, lamentablemente, en un sector de agrupaciones izquierdistas nucleados en Juntos por el Perú, en un proceso que lleva ya unos años pero que no puede quedarse en lo alcanzado, sino extenderse a todo el mosaico de organizaciones de esa corriente política.
Si bien parece imposible que las fuerzas de izquierda logren unificarse para las próximas elecciones -los plazos ya no lo permiten- al menos deberían redoblar esfuerzos para construir un bloque político sólido que actúe coordinadamente en el Parlamento y en la lucha política y social, en los marcos de la democracia y la paz.
Hay quienes piensan que los partidos de izquierda deberían hacer como la derecha, que compite electoralmente en diversas facciones, pero cierra filas cuando se trata de defender los intereses económicos y de poder que representa y defiende.
Sería lamentable que sigan en la situación fragmentada actual, sin cumplir el papel que les corresponde y dejando el campo libre a los caudillismos y otras opciones que quieren presentarse como la opción de cambio -sin serlo- cuando en realidad son más de lo mismo.
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Hay quienes piensan que los partidos de izquierda deberían hacer como la derecha, que compite electoralmente en diversas facciones, pero cierra filas cuando se trata de defender los intereses económicos y de poder que representa y defiende.
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