Cojata, como villa o aldea, tiene su existencia desde la época pre incaica. En ese entonces vivían allí los Wankaranis o Huancanis y Chiripas, que se ubicaron al sur del lago Titicaca, en las zonas hoy conocidas como Huancané, Vilquechico, Cojata, Moho, entre otros, que eran consideradas abandonadas, debido a la constante infiltración de las tribus guerreras de los Chirihuanos del Alto Perú (hoy Bolivia).
Entre 1472-1476 d.c., durante la época incaica, los pueblos de Huancané, Moho, Vilquechico, Rosaspata y Cojata, eran administrados por el hijo de Pachacútec, Amaru Inca Yupanqui. En su reinado, las tribus de Bolivia seguían con la incursión constante, motivo por el cual abdicó en favor de su hermano Túpac Inca Yupanqui, quien ordenó desde la capital (Cusco) las medidas para frenar tales invasiones. En ese marco, se designó como autoridad curacal al jefe de los Huancanis, llamado Huanca, recibiendo órdenes de los Suyuc Apus de Chinchasuyo, para terminar con los rebeldes selváticos de Bolivia.
Asimismo, durante la época colonial, los primeros en llegar hasta Cojata fueron los españoles y criollos del Alto Perú y de Lima, capital de las audiencias; los peninsulares y los criollos llegaron con fines expedicionarios y posiblemente se ubicaron en Suraichu (hoy comunidad de Umabamba). Los primeros en construir sus casas fueron los españoles, como Miguel de Santa Cruz Miranda, Juan José Gonzáles de la Rivera, quienes se dedicaron exclusivamente a la compra y venta de productos de primera necesidad, algunas veces desde La Paz y Chuquisaca (hoy Sucre). Con el tiempo, estos personajes se trasladaron a Chacarani (hoy Vilquechico), debido a que tenían la ambición de apoderarse de extensas tierras agrícolas y ganaderas.
Finalmente, en la época republicana (1828-1830), llega a Huancané el laureado ciudadano arequipeño Antonio Riveros, que poco después contrajo matrimonio con Estela Gonzáles, hija del entonces capitán y vecino notable de Huancané, Juan José Gonzáles de la Rivera. El matrimonio Riveros-Gonzáles adquirió gran influencia por todas las ciudades del sur, llámese Puno, Chucuito, Lampa, Azángaro, incluso en la ciudad de Lima y Arequipa, lo que significó reconocer a Huancané como uno de los pueblos más importantes del altiplano, y más aún cuando comerciantes o empresas se interesan en exportar la fibra de alpaca y lana de oveja hacia Inglaterra; es el caso de Hipólito Sánchez, uno de los históricos laneros de la región, quien además ocupó cargos como diputado por Huancané y fue alcalde de Cojata.
Antonio Riveros, al ser personaje notable de Huancané y tener grandes influencias políticas en Lima, planea adquirir algunas haciendas que se encontraban en Cojata, a donde llegó en 1835, para apoderarse de extensos terrenos pastizales, engañando a los pobladores con productos de primera necesidad como sinónimo de trueque. Antonio Riveros llega con siervos o fieles sirvientes, como Francisco Saravia y Natalia Cárdenas.
En cuanto a la población urbana, Antonio Riveros cambió la dependencia de Moho a Huancané, ya que adquirió grandes porciones de terreno urbano; además, gestionó la capitalización de Huancané como provincia. Después del decreto revolucionario dictatorial del 2 de mayo de 1854, modificado por el Congreso el 29 de diciembre de 1856, Huancané obtiene su demarcación territorial y política como provincia, declarada oficialmente. Un año más tarde, Cojata obtiene su reconocimiento como distrito mediante Decreto Supremo del 1 de octubre de 1857, cuando era presidente de la República el Mariscal Don Ramón Castilla y Marquesado.
El 1 de octubre del 2020, Cojata (Khukhata) cumplió 163 años de creación política y actualmente cuenta con recursos turísticos, como las ciclópeas de Qala k’umu, la Casa de Colores en Umabamba (a 30 minutos de Cojata), así como la zona de vicuñas y el río Suches. Pese a ello, requiere de obras productivas. Con el permiso de la santa tierra Pachamama, los Apus tutelares, de los héroes cojateños Pedro Casilla y Sebastián Ajahuana Ccama, me permito hacer llegar un saludo cordial a toda la población cojateña por estos 163 años de creación política. ¡Viva Cojata, la Capital del cielo azul y la biodiversidad de alpacas de color!
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