Los jóvenes se organizaron para desinfectar las viviendas y también para ejecutar proyectos de desarrollo y mejora en el barrio
Por: Lino Manuel Mamani
Son las 9 de la mañana de un domingo en la Quinta Salas. En un callejón colorido, los jóvenes alistan el amonio cuaternario en dos mochilas pulverizadoras y de una cañería comunal recolectan agua en baldes. El objetivo es fumigar las viviendas y calles de este vecindario para eliminar rastros del covid-19.
Los muchachos apuran todo. Naki Juyo Yaya, se encumbra en un mameluco albo. Naky es miembro de la Cruz Roja y el representante de los vecinos de este tradicional barrio ubicado en la esquina de la calle San Agustín y la avenida La Marina.
-Es la tercera desinfección que hacemos desde la cuarentena- dice Naki mientras recorre los callejones.
Empiezan por el sector de 505. La primera vivienda es la de don José. Extrabajador de la Marina de Guerra en Lima, quien al retornar volvió al lugar de sus familiares. “Gracias a los muchachos por la desinfección”, dice. Por fortuna ninguno de los miembros de su hogar padeció del virus, pero el riesgo es latente afirma. Los jóvenes continúan su labor.
Fue Tomás Salas quien en 1960 aproximadamente construyó la Quinta Salas. Un lugar con más de 600 habitaciones para alojar a los trabajadores de las curtiembres existentes en el barrio Del Solar durante el auge de la producción de cuero que empezó a decaer 20 años después. Los empleados se quedaron en estos cuartos y albergaron a sus familias. Así poco a poco se fue poblando este barrio, donde existen algunas familias que viven hacinadas. En la actualidad, existen alrededor de 120 familias que aún ocupan estas moradas.
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Naki y sus compañeros siguen con su labor de desinfección. Rocían agua por los pasillos empedrados, en las puertas de madera, rejas de metal, en las escaleras y en las paredes de sillar. Los muros de este barrio visten de arte, desde paisajes, retratos y figuras simbólicas de colores que armonizan con los cuartos y arquitectura de laberintos de esta quinta.
A este barrio no le falta nada. Tiene hasta una gruta para celebrar cada abril la fiesta de la Cruz. El profesor Larico lamenta que este año no pudo darse esta conmemoración religiosa debido a la pandemia. Desde que llegó a esta zona, dice que la fiesta nunca fue detenida. “Venían todos acá, se celebraban misas, venía un padre. Era bonito porque todos participaban”, afirma.
Larico tiene 73 años y camina pausado. Enseñó en el colegio Independencia Americana y muchos de sus alumnos, eran de su barrio. Ahora, retirado de las aulas, disfruta más los momentos. “He viajado mucho, incluso tengo una foto con Messi”, afirma con orgullo.
La jornada de desinfección interna, es una muestra de la unión entre los vecinos. Tienen sus diferencias como cualquier barrio, pero a la hora de objetivos comunes, no dudan en colaborar. El día anterior habían realizado una parrillada para recaudar fondos y comprar una reja de seguridad en uno de sus ingresos que colinda con la calle Moral. Solo hace unas semanas, capturaron a dos ladronzuelos que ingresaron para esconderse.
-Este barrio es tranquilo. Pasa que antes los ladronzuelos se metían por arriba para esconderse. Muchas veces los hemos capturado- afirma María Isabel Huacac Rodríguez (57), una de las pobladoras más antiguas.
María Isabel toma su distancia. Al ingreso de su casa tiene un pediluvio. Evita salir y teme poder contagiarse. “Este barrio era muy unido antes. Lo que más extraño son los carnavales, íbamos al río Chili a jugar”, recuerda.
El peor momento de los vecinos de la Quinta Salas fue en 1989, cuando el desborde del río Chili, donde antes jugaban, inundó las viviendas. “Sería más de dos metros de lodo. Subimos al segundo piso a guarecernos”, recuerda Tony (42).
El melómano del barrio es Juvenal Huillca Rodríguez. Tiene una colección de 10 mil discos “long play”, siendo una de sus joyas la colección de The Beatles. “Vendí mis historietas para comprar discos de segunda y así empecé mi colección. La música me apartó de algunas cosas, pero no me arrepiento”, cuenta Huillca.
Los vecinos de la Quinta Salas quieren cambiar la imagen que otros les acuñaron. Por eso formaron una pequeña organización llamada Quinta Salas Gente Positiva, para mejorar la convivencia. La desinfección es solo un paso, pues tienen previsto realizar actividades culturales, así como también cursos gratuitos de gastronomía para niños. Esperan realizar un censo entre vecinos y realizar proyectos de mejora. La Quinta Salas, uno de los vecindarios tradicionales arequipeños, dará qué hablar.
Sabías que
La Quinta Salas se empezó a construir en 1960 por Tomás Salas. En la actualidad, los herederos del propietario, tomaron la batuta y cobran las rentas a los vecinos.
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