Atesora más de 10 mil discos de vinilo, colección que reunió durante gran parte de su vida y que guarda con recelo. la era digital no lo amilanó
Por: Lino Manuel Mamani
Juvenal coge un vinilo de Elvis Presley, sopla el polvo y con la sutileza de un artesano lo coloca en la tornamesa, frota sus dedos y baja con elegancia la aguja. Este acto puede ser común para los que gustan de los long plays, pero para Juvenal Huillca Rodríguez es mágico.
“La música parece un milagro. Es increíble que poniendo una aguja a un vinilo salga la música y ahora apretando un botón, con un buen equipo, tienes un sonido espectacular como si la orquesta estuviera en vivo… la música realmente es fantástica”, dice el hombre de 62 años, en su estudio ubicado en la tradicional Quinta Salas.
Juvenal Huillca es un coleccionista de vinilos. Puso play a este modo de vida cuando era apenas un escolar. Un día, a medio camino rumbo al colegio de la Independencia Americana, en un sector de venta de remates y antigüedades, descubrió decenas de elepés y sintió que debía comprarlos.
Tuvo que vender sus revistas e historietas para conseguir 200 soles y adquirir los vinilos. Para seguir coleccionando, a veces dejaba de comer o de comprarse algunas cosas básicas, pero el mayor sacrificio que hizo fue abandonar la universidad donde estudiaba Ingeniería Metalúrgica. “Un día en una discotienda me pidieron pasar de vinilo a casettes y me dieron trabajo. La música me arrastró”, recuerda.
Desde entonces, no paró en esta afición, que lo llevó a muchas aventuras alegres y otras no tanto, como los lados A y B de los discos que hoy resguarda.
Alguna vez le robaron varios discos en las fiestas familiares. “Muchos ya nunca los pude volver a conseguir”, lamenta. En otra ocasión, ingresaron a su despacho y se llevaron su tocadiscos. “Menos mal no se llevaron mis discos”, sostiene.
***
Para llegar a su estudio hay que subir 16 escalones y cruzar una pequeña reja. Es un local de tres por cuatro metros cuadrados, donde a cualquier punto que se mire siempre habrá un disco. Aquí se respira música. Los más de 10 mil long plays que atesora, se arruman en escaparates, sobre su escritorio y hasta en las bancas. El desorden para unos, es el orden para Juvenal, quien en segundos logra ubicar los discos que le piden o quiere escuchar.
Guarda celosamente sus joyas musicales. Tiene la colección completa de long plays de The Beatles, Los Iracundos, cumbias peruanas, la nueva ola, huaynos, valses, rock de los 50, 60, 70, 80 y 90, algunos de los cuales son primeras ediciones que solo algunos pueden darse el lujo de tenerlos.
La música le dio las alegrías que la vida le esquivó. Es ese aliciente que lo motivó a afinar su oído para diferenciar el sonido de un disco compacto, un cassete o un vinilo de 45 revoluciones por minuto. Lo trasladó a Chile, Lima u otra región a rebuscar elepés. Es aquella compañía que tiene en circunstancias como la pandemia del coronavirus.
La decadencia de los long plays durante los años noventa, alentada por lo discos compactos, fueron una música de fondo triste para Juvenal. Pero eso no lo amilanó. Suele cambiar discos y grabar a formato digital aquellas discografías que no se encuentran en Youtube, Spotify u otro soporte del internet.
-A estas alturas, ¿Se arrepiente de algo?
– Al final no, porque viví lo que me gustaba. Lo que me apasionó realmente. Cualquiera lamenta dejar los estudios, pero al final creo que hablar de arrepentimientos no es dable. Uno entró y ya no pudo salir y se acabó el juego- responde don juvenal, mientras recorre la mirada por su tesoro musical.
Si hay una canción que identifica a Juvenal Huillca, es el triunfador de Los Iracundos, aquella que a veces pone, se reclina sobre su silla y cierra los ojos para sentir la música. “Yo quiero ser un triunfador, de la vida y el amor”.
Comentario sobre post