Rodrigo Ojeda Gómez
Las condiciones actuales mostraron que en un país poco estructurado, política y sanitariamente, se crea una atmósfera de tensión y miedo con una pandemia como la del coronavirus. Hemos sido conscientes de que en estos diez meses aumentó el miedo y los índices de contagio, siendo un aspecto directamente proporcional, ya que a mayor índice de contagio, mayor miedo y desesperación. La comunidad internacional, en tanto, habla de una “Sindemia”, según deja constar la revista médica británica The Lancet.
La sindemia es la interacción de dos enfermedades que incrementan la carga de la enfermedad, término que fue acuñado por el antropólogo médico Merrill Singer en 1990. Dicho neologismo viene de la unión de dos palabras: sinergia-pandemia. Esto quiere decir que la visión de la resolución de conflictos que teníamos a lo largo de todo este tiempo, sobre el aislamiento sanitario, era errónea, y el problema iba direccionado por otro entorno. Al ser la interacción de dos enfermedades, atacaba con mayor letalidad a una población con enfermedades que ya tenían un huésped, siendo letal. Es entonces donde vemos el sector de la población más vulnerable, siendo las personas de la tercera edad y la población con pobreza extrema. La relación entre enfermedad y sociedad ya estaba implícita.
Entonces, el problema no solo se acuñó con el ingreso de este virus, más bien fue la cereza sobre el pastel de un problema que hace décadas que se tenía (hablando de Perú propiamente). Es particular el análisis dentro de nuestro país, ya que tenemos más muertes per cápita en el mundo, mientras el gobierno solo aísla a la población. De continuar así, seguiremos inmersos en un bucle de recuperación y contagio hasta que las políticas y programas sociales direccionen la atención hacia lo que en verdad nos hace falta: un sistema de salud íntegro, el cual sea actualizado periódicamente en base a datos y al personal dentro de las instalaciones hospitalarias.
La sindemia puede ser más perjudicial que una pandemia, porque ya tiene un sector poblacional que está marcado por la desigualdad, pobreza, poca atención estatal y el racismo. Seguimos en una sociedad segmentada, cultural, social y políticamente, que tiene miras a solucionar problemas solo a corto plazo. Esperemos que se direccione más la atención a comunidades campesinas, centros rurales y puntos geográficos desatendidos en general, porque es donde se necesitará más el alcance y el presupuesto del Estado.
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