Por : Luis F. Vilcatoma Salas
La lucha que vienen emprendiendo los esforzados pobladores de la cuenca del río Coata, desde hace un buen tiempo atrás, contra la contaminación de este río que está produciendo serios problemas de salud en las personas, animales y todo ser vivo vinculado a su caudal hídrico (peces, aves, ranas), se está convirtiendo en una lucha emblemática contra una contaminación de envergadura sistémica en la Región Puno.
¿Por qué? En la cuenca de este río confluyen 12 vertimentos de aguas servidas y residuos sólidos: once domésticos y 1 de la Unidad Minera El Cobre de la empresa CIEMSA (Paratía, Lampa), motivo más que suficiente por el cual el 11 de julio de 2019, a través del DS N°123-2019-PCM, se declaró en estado de emergencia a los cinco distritos que conforman esta cuenca: Huata, Coata, Capachica (Puno) y Caracoto y Juliaca (San Román) debido a su exposición permanente a la contaminación por el consumo de estas aguas que se filtran en los pozos de consumo humano que utilizan varias de esta poblaciones. Como una de las fuentes contaminantes más graves es la del río Torococha que arrastra las aguas servidas de Juliaca con una población de más de 300,00 mil habitantes que no dispone de una planta de tratamiento, y al mismo tiempo las aguas del río Coata van hasta el Lago Titicaca, estamos ante un problema de envergadura sistémica con consecuencias graves para los habitantes de la Región Puno, en la salud de la gente especialmente de condición precaria, en la capacidad productiva agropecuaria de los lugares afectados y en sus posibilidades de enfrentar la pobreza especialmente en las circunstancias actuales de recesión económica y crisis sanitaria por la pandemia covid-19.
En el entretanto ¿qué están haciendo las autoridades regionales y nacionales? Nada que no sea pasarse la pelota de cuando en cuando y dilatar la solución a un problema que debe ser analizado y solucionado con un enfoque de integralidad porque, como se ha señalado, enhebra múltiples factores y produce distintas consecuencias malsanas de envergadura regional que la lucha infatigable del pueblo de esta cuenca está poniendo al desnudo, como pone al desnudo también la ceguera política y tecnocrática de quienes gobiernan, para entender la realidad no como problemas sueltos (les encanta dar vueltas alrededor de variables pero no de conjuntos integrados), sino como una problemática articulada de vasos comunicantes que exige su atención como un todo y no como partes. Lo que quiere decir, en este caso concreto que nos convoca, que la solución definitiva del problema de la cuenca del río Coata pasa indefectiblemente por la solución del problema del agua en Juliaca. Una solución que, al mismo tiempo, contribuirá a la solución de la contaminación del Lago Titicaca, y en el tiempo que transcurre sólo cabe esperar soluciones parciales y transitorias como el transporte de agua potable para el consumo de la población y la evaluación sanitaria y tratamiento médico de las personas afectadas, así como medidas para morigerar la afectación a los animales y pasturas en estos distritos. Y a todo esto ¿les habrá llegado los bonos y el FAE agrícola?
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