La talentosa Milagros Tupayachi es hija de la reconocida cantautora puneña Miriam Echarri Sáenz
Milagros Tupayachi Echarri nació el 20 de setiembre de 1997, en la ciudad de Puno. Es hija de la reconocida cantautora puneña Miriam Echarri. Empezó sus estudios de música a los 6 años de edad, en Juliaca. A los 11 años pisó el escenario en Emuandes. Actualmente estudia música en el Instituto Superior de Música Público Leandro Alviña Miranda, del Cusco.
¿Cómo empezaste a cantar?
Afortunadamente, siempre tuve ese ambiente musical en casa. Siempre que escuchaba a mamá cantar en la sala me unía y cantaba con ella, pero muy muy bajito, ya que siempre fui bastante tímida. Quería estar ahí, ¡quería cantar!, pero no quería llamar su atención. Obviamente era inútil… ella siempre lo supo, pero como era y es tan buena e inteligente, nunca me puso en evidencia; ahora pienso que ese detalle le da harto de magia a estos recuerdos de mi infancia.
¿Recuerdas tu primera canción, cómo era, qué expresaba?
Recuerdo esas tardes de cantar con mamá, en el sofá… la canción que más recuerdo y me gustaba era “Destino cruel”, un taquirari que compuso mi mami; curiosamente, en ese entonces no tenía nombre, pero para mí era “Destino cruel”. Así se lo pedía a mamá y se quedó con ese nombre. Irónicamente expresa lo cruel que puede ser la vida al alejar al ser amado, pero en mi caso, me acercó más a mi madre y a la música.
¿Cuál ha sido la canción que más te ha marcado?
Siento que elegir solo una sería muy difícil… podría hablar de autores. Obviamente el trabajo de mi mamá, desde muy temprano; pero recientemente el trabajo que más me ha marcado es el de Rosalía, por su estilo tan marcado, su voz, su versatilidad, sus ideas tan novedosas y originales, muy por fuera del género de música. Es algo que me hace reflexionar mucho, la verdad.
¿Cuánto ha sido el tiempo máximo en que has practicado una canción?
Generalmente, en las prácticas, ya sean de canto lírico o popular, uno tiene que tener mucho cuidado con el tiempo y el enfoque que le da a su repertorio. Personalmente no dedico más de 15 minutos a un solo tema, a no ser que me guste tanto y no pueda dejar de cantarlo, pero siempre hay nuevos temas y canciones que requieren también ese amor y atención para que crezcan junto con uno mismo.
¿Cómo educas tu voz?
Con mucha paciencia, naturalidad, cariño e inteligencia. Hay que tener en cuenta que el avance es progresivo, que hay que estudiar concienzudamente la técnica y el repertorio, sobre todo segmentos y aspectos que demanden especial cuidado para no caer en vicios innecesarios. Aún me falta mucho por descubrir con respecto a mi canto, mi cuerpo y mi estudio, pero por ahora eso es lo que me ha funcionado.
¿Qué cantautores puneños han influido en tu vida?
Theodoro Valcárcel. Siento que me inspira mucho con su música, su trascendencia, su formación, sus ideas de composición. Lo que ha logrado musicalmente hablando con la formación académica y con la herencia oral de la comunidad puneña, me parece exquisito. Sus melodías y sus armonías me transportan.
¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
Actualmente llevo plasmando pequeños pedazos de mí en canciones, las cuales quiero inmortalizar. Son canciones de géneros variados, tan variados como yo misma: latín, jazz, blues, baladas con sabor español, reggae. Espero muy pronto poder anunciar el lanzamiento de este lindo proyecto, siempre llevando de la mano el canto lírico.
¿Qué aconsejarías a los que empiezan en el mundo mágico del canto?
Que sueñen. Que sueñen mucho. Eso les dará alas firmes para probar, para conocer su voz y su potencial para vencer los obstáculos; podrán ampliar horizontes con la confianza que ganen en ese proceso, obviamente con mucho cuidado, porque voz solo tenemos una. Pero sobre todas las cosas, que amen su voz, aceptándola, sin caer en el conformismo y cuidándola sin sobreprotegerla; eso la hará más fuerte y ese será el mayor tributo a su cuna y a ellos mismos.
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