Alma Matinal por Roger Tahua Delgado
El hecho de que los altos mandos de la Policía Nacional, los Congresistas corruptos y los defensores de la barbarie salgan ahora a señalar a toda voz que la policía merece respeto, que son unos héroes que enfrentan la delincuencia, que están en la primera línea de la lucha contra el covid 19, no quita que el accionar de (obviamente) un grupo ellos ha sido el de seres irracionales y no hayan sabido o querido diferenciar entre lo correcto e incorrecto.
Lo que hemos presenciado todos en estos días pasados no puede ser negado así se quiera ser enfático o rotundo al hacerlo. Cuando el general, encargado como vocero, trata de negar lo que todo el país ha presenciado, lo único que logra es que a la gente se indigne más y la imagen de la institución decaiga todavía más.
Porque, habría que señalarlo, esta Policía Nacional no es una institución que gozaba y goza de todo el prestigio del mundo. Esta Policía Nacional es una institución que es acusada cada día de coimas, abusos, delitos mayores y menores en todos sus niveles. Es una institución que ha sido tomada por la corrupción de arriba a abajo. Es una institución en la que los mandos deberían señalar (a sus subalternos) el camino y no lo hacen.
Sin embargo, hay que mirar el horizonte. La policía en Estados Unidos todos estos meses pasados ha sido la responsable de las protestas más grandes y continuas de su historia debido al asesinato injustificado de sus ciudadanos. En Chile, los carabineros – los famosos carabineros – han hecho gala de la poca empatía y la gran saña que tienen con su pueblo a la hora de imponer “el orden”. Miles de jóvenes han quedados heridos y lisiados por el uso desmedido de la represión. En Colombia, en Francia, en Tailandia los policías son denunciados de igual manera, en mayor o menor grado.
No es una casualidad. El neoliberalismo y sus gobiernos alrededor del mundo han hecho de las instituciones los instrumentos de su maldad. Buscan conservar su visión del mundo aun a costa de la vida de los ciudadanos. La represión violenta es la impotencia de un modelo que se está cayendo y que está siendo cuestionado en todo el mundo.
Ellos quisieron que fuera así: Un mundo global en el cual todo sea de una misma manera y que todos obedezcan a un mismo y único ideal. Al final, de manera inversa, parece que lo han logrado. En todo el mundo la gente tiene un camino común: cambiar este modelo de privatizaciones y privaciones de derechos, y construir (construir, no copiar) uno más humano y que sea hecho por todos.
No hay partidos, no hay clase política de por medio. Son los ciudadanos que han entendido que sus derechos no van a ser concedidos en un acto de complacencia o benevolencia. Tienen que salir, marchar, gritar, bailar, saltar, cantar, exigir, demandar.
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